Khachardzan, el pueblo armenio que rebautizó su calle principal con el nombre de Argentina
Cuatro familias de la diáspora ayudaron a reconstruir esta localidad cercana a la frontera con Azerbaiyán
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KHACHARDZAN, Armenia.- Lejos de la modernidad y el aire europeo de Ereván, en el interior profundo de Armenia se vive otra realidad, en la que hay más necesidades. Khachardzan es un pequeño pueblo rural en una zona montañosa del noroeste del país. Se parece a muchos otros pueblos del Cáucaso: tiene su escuela, su bar, las casas tienen sus pequeñas huertas y pueden verse chanchos y gallinas circulando. Pero hay algo que lo distingue de cualquier otro y es que su calle principal se llama Argentina.
La historia de por qué esta localidad de 420 habitantes rebautizó a su calle principal se remonta a una década, cuando familias de la diáspora armenia en la Argentina empezaron a patrocinar grandes proyectos de infraestructura para reconstruir el pueblo.
El alcalde del pueblo, Gagik Shahnazaryan, recibe a un grupo de argentinos que se acerca a conocer el lugar como si fuera una pequeña visita de Estado. Están las banderas de Armenia y la Argentina frente a la fachada de la escuela y una mesa servida con productos tradicionales locales, entre ellos una botella de Ararat, el brandy que se convirtió en el favorito de Winston Churchill después de que Stalin se lo sirviera en la conferencia de Yalta.
El interés argentino por el pueblo empezó tras una visita del doctor Daniel Stamboulian en 2013 para hacer exámenes ginecológicos y desde entonces cuatro familias argentinas -Kalciyan, Terzian, Demirdjian y Avakian- se convirtieron en benefactoras de este lugar, que tiene como principales actividades la apicultura y la ganadería.
“En 2014 se inauguró un centro de salud en el pueblo y una sala de usos múltiples por la familia Kalciyan. El edificio antiguo estaba totalmente destruido y no se podía reconstruir, por eso se hizo uno nuevo en otro lugar”, relata el alcalde.
“El siguiente programa fue la reconstrucción de la escuela. Fue enteramente reconstruida con el equipamiento necesario. De la escuela antigua solo quedaron las paredes. Participaron las familias Terzian, Abakian y Kalciyan. Un total de 64 alumnos estudian en la escuela”, continúa.
El alcalde explica que también se instaló una escuela de música y que los estudiantes que tienen condiciones son enviados a conservatorios de ciudades importantes, con gastos cubiertos por las familias argentinas. “Desde 2016, todos los alumnos que siguieron estudios superiores en Ereván o Dilijan, todo el pago lo hacen las familias argentinas”, explica Shahnazaryan. En la dirección de a escuela hay un retrato de Hilda Kalciyan, que fue la impulsora de muchos de los proyectos educativos. “Se murió demasiado rápido”, lamenta el alcalde.
En 2016, con la ayuda de la familia Terzian, se inauguró un polideportivo en honor a María, la hija del matrimonio que falleció a los 24 años. El alcalde que durante las horas de escuela lo usan los alumnos y que luego lo aprovechan los jóvenes del pueblo, e incluso hay competencias con jóvenes de otros pueblos cercanos.
La modernidad del polideportivo contrasta con las calles onduladas del pueblo, muchas son casas precarias con pequeños corrales y gallineros. Hay un pequeño bar con carteles en idioma armenio y ruso. Las privaciones y necesidades son visibles a cada paso. Según datos del Banco Mundial, Armenia tiene una pobreza del 26%.
Durante una recorrida por el pueblo, el alcalde cuenta que uno de los principales proyectos se terminó en 2017, que fue la instalación de una red de agua corriente y un reservorio que le permitió a unas 116 familias tener agua. En este proyecto participaron las cuatro familias argentinas. Un pequeño monolito con una canilla recuerdan este hito, que el alcalde revive dejando correr un poco de agua.
Otros proyectos concretados en Khachardzan son un jardín de infantes, una plaza con una cruz que es donde ahora se celebran los bautismos, invernaderos, y un fondo que aporta 100.000 drams (unos 250 dólares) de ayuda a cada chico nacido en el pueblo. Por último, el alcalde menciona la pavimentación de 1000 metros de la calle principal del pueblo, que en honor a los benefactores fue rebautizada “Argentina”.
La lluvia obliga a buscar refugio dentro de la escuela y ahí también se ve otra realidad. El pueblo está ubicado a solo 45 kilómetros de la frontera con Azerbaiyán, país con el que hay riesgo de una nueva guerra por el enclave armenio de Nagorno Karabaj. Las huellas del conflicto son visibles en las paredes de las escuela: en un pasillo hay fotos y descripciones de las principales armas del arsenal armenio. También están colgados los retratos de dos jóvenes del pueblo que cayeron en combate durante la última guerra, en 2020.
“La amenaza siempre está, pero siempre estamos listos para proteger nuestro pueblo. El 80% de los jóvenes del pueblo participaron en la guerra de Nagorno Karabaj y hay víctimas y gente con heridas serias. Tenemos dos muertos y dos quedaron inválidos. Algunos de los residentes están ahora en la frontera de manera voluntaria y otros cumpliendo el servicio militar”, dice el acalde.
“Durante toda nuestra historia siempre hemos estado en peligro, pero siempre lo hemos superado asi que superaremos esto también”, agrega.
La diáspora y el Fondo Armenio
Lejos de ser una excepción, el pueblo de Khachardzan demuestra la importancia que tiene la diáspora armenia en el desarrollo del país. Se estima que del total de 12 millones de armenios que hay en el mundo, solo algo más de 3 millones vive en Armenia, el resto conforma reside en otros países. Las diásporas más nutridas están en Rusia, Estados Unidos y Francia. La diáspora a su vez creó el llamado, Fondo Armenia, que identifica necesidades en distintos pueblos y ciudades y junta fondos para distintos tipos de proyectos. A este fondo no solo contribuyen familias con grandes fortunas, si no también descendientes de armenios que aportan pequeños montos.
La diáspora argentina se ubica en el décimo lugar con una población estimada de 140.000 descendientes de armenios, y cuenta con grandes benefactores, como el empresario Eduardo Eurnekian.
“Es increíble el aporte de la diáspora argentina en Armenia, creo que es de las más solidarias en el mundo. Nosotros desde la embajada tratamos de acompañar todas esas acciones de solidaridad”, sintetiza el embajador argentino ante Armenia, Mariano Vergara, durante una recepción en su residencia en Ereván.
“Khachardzan fue prácticamente levantado por argentinos. Ahora nosotros tenemos un proyecto de enseñanza del idioma español para ellos con una profesora que trabaja en la embajada y otro también de subproductos de la apicultura. Ellos hacen miel con las colmenas que los argentinos les donaron, pero también les estamos enseñando a hacer otros subproductos para que se desarrolle el pueblo”, concluye Vergara, que el año pasado eligió esta localidad para celebrar los 30 años de amistad Argentina-Armenia.
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