Kampusch: "Me pegaba 200 veces por semana"
La joven austríaca publicó su biografía
VIENA.- "Brutales rodillazos en el estómago y en la columna. Luego, encierro a oscuras." Estas son las palabras que Natascha Kampusch escribió a escondidas en su diario en agosto de 2005, en pleno secuestro. Su captor la dejó entonces sin comida, le rapó la cabeza y la obligó a limpiar la casa semidesnuda, con objeto de quebrar por fin su voluntad y convertirla en su esclava.
Cuatro años después de escapar de su cautiverio, la joven austríaca, que hoy tiene 22 años, publicará mañana su autobiografía, en la que por primera vez narra la violencia, las humillaciones y los abusos a los que la sometió su captor, Wolfgang Priklopil, durante los ocho años y medio que duró su secuestro.
A lo largo de las 284 páginas del libro, titulado 3096 días (por la cantidad de días que vivió secuestrada) y por el que habría cobrado 1,2 millones de euros, Kampusch describe minuciosamente los años que pasó encerrada, casi siempre en un sótano subterráneo de apenas cinco metros cuadrados, aislada del mundo exterior, sometida a los maltratos físicos y psíquicos del hombre que la secuestró en la mañana del 2 de marzo de 1998, en la periferia de Viena, cuando iba camino a la escuela. Tenía entonces 10 años. "¿Si grité? Creo que no...", recuerda en la biografía.
Ese fue el comienzo del infierno, durante el cual el "autor del crimen" (como se refiere a Priklopil a lo largo de todo el libro) la bautizó "Bibiana", hecho que le permitió a la joven, según afirma, desligarse psíquicamente de la sumisión total.
Kampusch relata en su biografía, dividida en diez capítulos, el bizarro día a día de una chica para quien el único prójimo posible era su secuestrador, que se suicidó tirándose bajo un tren después de la huida de su víctima, el 23 de agosto de 2006. A veces Natascha le pedía un beso de buenas noches y a veces jugaban juntos. Pero en otras ocasiones abusaba sexualmente de ella, la dejaba sola durante días y la golpeaba salvajemente.
De hecho, el día en que Natascha consiguió finalmente escapar del calvario de Priklopil, a quien debía referirse como "maestro" o "señor", lo que más alegría le causó fue saber que su captor ya no la golpearía más. "Me pegaba unas 200 veces por semana, con los puños en la cabeza, y me dolía mucho. Lloraba de dolor", escribe la joven en el libro, del que el diario alemán Bild Zeitung publicó ayer un avance.