La pandemia hunde las aspiraciones de la extrema derecha en Europa
PARÍS –La economía paralizada, el confinamiento que se prolonga en algunas regiones, quiebras y destrucción masiva de puestos de trabajo, inquietud por los sistemas de salud y pérdida de libertades cívicas … El terreno parecía favorable para que la extrema derecha europea aprovechara la pandemia del coronavirus . Sin embargo, parece haber sucedido todo lo contrario. Los partidos populistas de Europa prácticamente han desaparecido de los medios y, sobre todo, se derrumban en los sondeos.
"A primera vista, sin embargo, el coronavirus parecía la confirmación absoluta de las tesis defendidas por los populistas. La pandemia, que se instaló en tiempo récord en el planeta, sería la demostración de las desastrosas consecuencias de la apertura de fronteras y la corrupción de las élites", explica la politóloga Laurence Morel.
En efecto, los populistas de todos los horizontes se apresuraron a señalar la correlación entre la propagación relámpago y la "religión del sin-fronterismo" para la francesa Marine Le Pen o el "dogma de la apertura de fronteras" para la presidenta del grupo AfD en el Bundestag, Alice Weidel. Por el contrario, esa retórica populista parece haber sido derrotada por el Covid-19.
La principal razón de ese fracaso es que los periodos de crisis siempre benefician antes que nada al Ejecutivo. Los alemanes vivieron este período atentos a cada palabra de la canciller Angela Merkel y sus ministros, porque vieron que su país obtenía mejores resultados que sus vecinos. La forma en que la gran coalición CDU-CSU-SPD gestionó la epidemia suscitó un aumento de confianza en los grandes partidos tradicionales, tan criticados hasta hace poco. Resultado: las formaciones de oposición tienen dificultades para hacerse escuchar. Así, con apenas 9% de intenciones de voto, su score más bajo desde las legislativas de 2017, la xenófoba y antieuropea Alternativa para Alemania (AfD) prácticamente desapareció de los radares.
La segunda gran razón de esa debacle es que los populistas de extrema derecha perdieron de golpe los temas que los fortalecían. ¿Quién se preocupa hoy enEuropade los migrantes? Varias tentativas para hacer de los solicitantes de asilo los chivos expiatorios de esta crisis sanitaria no hallaron ningún eco. Olvidados también los argumentos tradicionales del odio populista: las elites, la vieja casta política, los medios. A diferencia de sus homólogos americanos, la mayoría de los dirigentes europeos vieron sus niveles de simpatía popular remontar vertiginosamente.
La tercera razón del fiasco de los extremismos es que, en este tipo de crisis, las opiniones públicas suelen confiar masivamente en los expertos, convencidos de que institutos de investigación, virólogos, médicos y economistas están mejor preparados para comprender las implicaciones de la situación.
"Las ‘expertocracias’ siempre entran en contradicción con el populismo pues, por definición, los populistas ponen el ‘sentido común’ en el centro del poder", explica el sociólogo Joseph Yvon Thériault. Las cifras lo demuestran: aquellos gobiernos que se apoyaron en el conocimiento de los científicos se beneficiaron con un fuerte aumento del apoyo de la población. En Francia , las opiniones positivas sobre Emmanuel Macron alcanzaron 38,3%, un aumento de siete puntos desde que comenzó la pandemia. El nivel de aceptación de Angela Merkel alcanzó el 83%, mientras que su homólogo Giuseppe Conte es apoyado por el 70% de los italianos.
Y los ejemplos son numerosos. En Austria , mientras el gobierno ecolo-conservador del canciller Sebastian Kurz recibe los beneficios de una excelente gestión de la pandemia, el Partido de la Libertad de Austria (FPO) obtiene unas magras intenciones de voto de apenas 10%, muy lejos del 26% logrado en las legislativas de 2017. Las encuestas para las elecciones regionales previstas para el 11 de octubre en Viena, son aun más catastróficas. Al decir rápidamente cerrar las fronteras, Kurz privó a la extrema derecha de su argumento principal. Frente a esa estrategia, el FPO optó a fines de abril por la dirección opuesta, acusando al poder de exagerar y lanzando una petición que llamó "la locura corona". Tratando de seducir a los comerciantes golpeados por la crisis, el número dos del partido, Herbert Kickl, reprochó al gobierno su "alarmismo" destinado a "dar miedo a la población" y pidió la aceleración del fin del confinamiento. La petición solo recaudó 40.000 firmas.
En Suecia , a comienzos de marzo, nada parecía detener a Jimmie Akesson, líder de los Demócratas de Suecia (Sverigedemokraterna-SD), que todos los sondeos daban en primera línea delante de los socialdemócratas del primer ministro Stefan Lofven. Pero el Covid-19 cambió todo. Akesson intentó criticar la decisión del gobierno de no confinar ni cerrar las escuelas, pero una gran mayoría de suecos apoyó la iniciativa. Después cambió de estrategia y acusó al gobierno de no hacer lo necesario para ayudar a las empresas y los asalariados. Tampoco así lo escucharon. La popularidad de Lofven alcanzó 44%, contra 27% para Akesson.
La pandemia también echó por tierra las esperanzas de la extrema derecha de Marine Le Pen, Reunión Nacional (RN), de avanzar en las preferencias del electorado francés. Así lo demostraron los resultados de las recientes elecciones municipales de junio, donde la formación fracasó en todas aquellas ciudades de más de 50.000 habitantes en las que aspiraba ganar. Después de Fréjus, hace cinco años, RN solo obtuvo esta vez la municipalidad de Perpiñán, donde se impuso Louis Alliot, ex marido de Le Pen.
Desde el comienzo de la crisis sanitaria, la extrema derecha española de Vox acusa al gobierno de izquierda de ser "responsable" de la gran cantidad de muertos de Covid-19, señalando sobre todo haber autorizado las manifestaciones feministas del 8 de marzo, donde mucha gente resultó contaminada. Figuras de Vox también acusaron al vicepresidente del gobierno, Pablo Iglesias (de la izquierda radical Podemos) de haber dejado a "miles de nuestros abuelos encerrados y condenados a muerte" en las residencias para la tercera edad. Desde entonces, gobierno de izquierda y extrema derecha se enfrentan en los tribunales en diversas causas. Pero no es nada seguro que la estrategia de violenta confrontación escogida por Vox le sea muy favorable electoralmente. En las elecciones regionales de hoy, Vox obtuvo apenas el 2% en Galicia y solo el 1% en el País Vasco de los votos.
Es verdad, el coronavirus parece haber bloqueado la máquina de producir cólera y resentimiento de la extrema derecha. Pero, ¿por cuánto tiempo? Sería apresurado anunciar la muerte del populismo e imprudente predecir el derrumbe de partidos que podrían reaparecer una vez la pandemia yugulada. Si Europa se instala en un periodo de recesión, si las empresas quiebran y el desempleo aumenta, los populistas podrían transformarse en portavoces de la frustración y el miedo al futuro.
Los dirigentes democráticos lo saben. Defendiendo el proyecto franco-alemán de una mutualización parcial de la deuda provocada por la pandemia, el presidente Macron advirtió recientemente a sus socios europeos: "Si no somos capaces de hacerlo en este momento, les aseguro que los populistas ganarán hoy, mañana y pasado mañana en Italia , en España , incluso en Francia y más allá".
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