Por pedido de la víctima, algunas de las imágenes que había grabado y guardado Dominique Pelicot en su capeta “abuso” fueron proyectadas en el tribunal
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Advertencia: Este artículo contiene detalles perturbadores.
Un silencio abrupto inundó la sala del tribunal en Aviñón cuando tres grandes televisores, ubicados en lo alto de tres paredes, se desplegaron. Se podía sentir a la gente preparándose.
En un crudo juicio sobre insólitas acusaciones relacionadas con drogas y violación, era hora de mostrar más de los videos caseros cuidadosamente seleccionados por Dominique Pelicot.
Esos videos, filmados por Pelicot y guardados en un disco duro que él etiquetó como “abuso”, documentan las agresiones a su exesposa, Gisèle, a lo largo de una década.
Cincuenta hombres están acusados de violarla después de que su esposo la drogara y la dejara inconsciente en la cama de ambos.
Ahora, con 72 años, Gisèle Pelicot renunció a su anonimato para que se puedan revelar al público francés todos los detalles de a qué fue sometida.
Sus abogados lucharon para que se proyectaran videos de los crímenes en el tribunal.
Aunque el juez dijo que las personas “de carácter sensible” podían marcharse, uno de los miembros del equipo legal de Gisèle Pelicot afirmó que muchos habían decidido “mirar la violación directamente a los ojos”.
Muchos de los hombres reclutados por su exmarido en internet insisten en que no creían que lo que estaban haciendo fuera una violación.
Las imágenes de las grabaciones
Dominique Pelicot estaba sentado detrás de un panel de cristal, desplomado en su silla. El pelo gris bien cortado, su mano izquierda levantada para bloquear su vista de la pantalla.
Gisèle Pelicot estaba sentada en el lado opuesto de la sala, con la cabeza apoyada en la pared y los ojos cerrados cada tanto. Tenía una expresión vacía e indescifrable en su rostro.
En la pantalla, en un silencio casi absoluto, se veía a un hombre bajito y pálido que vestía tan solo calzoncillos azules y calcetines negros acercándose a una cama.
La cámara se movía mientras lo seguía. Detrás del hombre, una mujer yacía de costado, casi desnuda, sobre una sábana blanca arrugada.
Y entonces, sin edición, sin desenfocar nada, comenzaron los actos sexuales.
En algunos momentos, más adelante en el video, se podía escuchar claramente a la mujer roncando.
En el tribunal, Dominique Pelicot parecía colocarse ambas manos sobre las orejas.
Durante años había mezclado la comida y la bebida de su esposa con un ansiolítico que la dejaba inconsciente. Además, afectaba gravemente su salud.
Este y otros videos, mostrados en el tribunal y por insistencia de Gisèle Pelicot al público que miraba desde una sala cercana, son el núcleo del caso de la fiscalía.
Los fiscales sostienen que los 50 hombres que aceptaron las invitaciones online de Pelicot para visitar su casa en el pueblo de Mazan, cerca de Aviñón, debían saber que su esposa estaba inconsciente.
Por lo tanto, debían darse cuenta de que ella no estaba dando su consentimiento en una especie de juego sexual en el que simplemente fingiera estar dormida. Debían tener la intención de violarla.
Pero una serie de abogados defensores y sus clientes han intentado impugnar esa afirmación.
“No pienso en esos momentos”
El hombre que aparece en pantalla en un video en particular es un carpintero de 43 años, identificado en el tribunal como Vincent C.
Ahora se encontraba de pie frente a los jueces en una zona separada con paredes de cristal en la parte trasera de la sala del tribunal, con la cabeza inclinada hacia abajo y la mirada en otra dirección.
“¿Reconoce los hechos de violación agravada de los que se lo acusa?”, preguntó el juez principal, Roger Arata, una figura afable con un gran bigote blanco.
“No”, respondió Vincent C.
Según explicó de forma vacilante, como Dominique Pelicot le dijo que su esposa era una pareja que daba su consentimiento en un juego sexual, él no se lo pensó.
En ese momento, Gisèle Pelicot abandonó la sala del tribunal durante unos minutos. “No soporto a ese hombre”, expresó.
Vincent C. reconoció que la experiencia fue “extraña” y diferente a todo lo que había vivido con otras parejas.
Sin embargo, se justificó. “No me dije a mí mismo: ‘Esto no está yendo bien’ (...) No pensaba [en mucho más] en esos momentos”.
Pese a ello, después de haber hablado con su madre y con los abogados, y de haber visto cómo se desarrollaba el juicio, Vincent C. aseguró que había llegado a comprender más sobre la ley francesa, el significado de la violación y la gravedad de sus acciones.
“Ahora que me están contando cómo se desarrollaron los hechos, sí, los actos que cometí equivaldrían a una violación”, reconoció.
“¿Es usted consciente de que Gisèle Pelicot fue víctima de sus actos?”, preguntó el juez.
“Sí”, respondió.
Pelicot ha admitido todos los cargos que pesan sobre él.
Fuera de la sala del tribunal, un abogado que representa a otro de los acusados diferencia a Pelicot de los demás.
“Hoy está claro que la posición de Dominique Pelicot es intentar diluir su responsabilidad arrastrando a otros 50 hombres. [Gisèle] es la víctima. La cuestión es si los demás fueron cómplices o si fueron engañados para participar”, dijo Paul-Roger Gontard, uno de los abogados defensores.
Mientras que algunos de los acusados admitieron haber violado, otros afirmaron haber hablado o interactuado con Gisèle Pelicot en el dormitorio.
“Por lo tanto, hay zonas grises en este juicio”, continuó Gontard, y señaló el hecho de que los videos fueron editados por el propio Pelicot, lo que significa que podrían haberse eliminado pruebas potencialmente útiles para la defensa.
“Seleccionó lo que quería conservar. Seleccionó las tomas. Pero no dejen que eso los engañe. Todo el mundo dice que es muy manipulador”, apuntó.
“Muchos [de los acusados] pensaron que se trataba de un proyecto libertino de la pareja, pero en realidad se trataba de un plan siniestro y criminal ideado por el marido”, sostuvo.
“La pregunta hoy es cuándo se dieron cuenta de que algo iba mal. Esta percepción varía según los acusados. A menudo surge la pregunta: ¿por qué no se fueron? No es tan sencillo irse en ese momento cuando se enfrentan a una personalidad claramente dominante en una situación en la que están desnudos y grabados por una cámara”, agregó el abogado.
“Es un psicópata”
A diez minutos en auto del juzgado, en una pequeña casa de un suburbio de Aviñón, otro de los acusados, que ya testificó en el juicio, aceptó hablar con la BBC bajo condición de anonimato.
El hombre, enfermero de profesión, se presentó como una víctima de Dominique Pelicot.
“Tenía miedo (…) Me redujeron al estado de un instrumento. Fue él quien me dijo: ‘Haz esto’. Me dije a mí mismo, este hombre no es normal, es un psicópata. Es una emboscada, una trampa. Me va a matar en esta casa”, dijo el acusado.
También afirmó que Gisèle Pelicot había “reaccionado a simples caricias, (…) se rascaba con un movimiento coordinado”, lo que -dijo- le hizo creer que estaba consciente y simplemente fingía dormir.
Cuando lo cuestioné, sugiriendo que él simplemente estaba tratando de presentarse como una víctima para evitar la culpabilidad, insistió en que no era así.
Arremetió repetidamente contra la forma en que se está desarrollando el juicio, contra las supuestas “pseudofeministas” y contra la “histeria” generada según él por los medios de comunicación.
Hablando con firmeza, aunque sollozando de vez en cuando, sostuvo que no es un violador.
Sin embargo, reconoció que nunca se lo “considerará inocente en este caso”.
“Siempre llevaré conmigo la culpabilidad. Lo sé”, dijo.
El juicio en Aviñón continuará varias semanas más, y el veredicto se conocerá poco antes de Navidad.
Hasta ahora, solo la mitad de los acusados fueron llamados a declarar, pero este caso ya reveló, con los más sombríos detalles, los horrores a los que Gisèle Pelicot fue sometida y su extraordinario coraje al rechazar su derecho a la privacidad.
El caso también puso de relieve debates de larga data sobre las leyes y actitudes francesas en torno a la violación, y hasta qué punto el consentimiento de una mujer es, o debería ser considerado, un factor en los tribunales.
Muchos de los hombres admitieron haber cometido un delito y, como Vincent C., incluso se disculparon con Gisèle Pelicot en la sala del tribunal, aunque también insistieron en que, dado que no tenían intención de violar, no deberían ser declarados culpables.
Por Andrew Harding
Corresponsal de la BBC en Aviñón, Francia
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