Abanderan temas vanguardistas y pisan cada vez más fuerte; la proyección de nueve referentes que ya ganaron un lugar en la escena pública global
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“¿Qué querés ser cuando seas grande?” es una de las preguntas con la que todos crecemos. Ninguno de estos jóvenes esperó a llegar a la adultez para encontrar la respuesta. Desde el cambio climático hasta el fin de distintos tipos de violencia, abanderan temas vanguardistas, pisan cada vez más fuerte y el mundo los mira con atención.
“La apasionada expresión de disenso de los jóvenes tiene el potencial de cambiar radicalmente el status quo y de formar movimientos sociales intergeneracionales y transnacionales. Sus voces deben ser escuchadas y aplicadas, no de manera que romanticen a los jóvenes como idealistas, sino que reconozcan su conocimiento y sus capacidades de ciudadanía”, plantea a LA NACION Eve Mayer, especialista en educación y activismo de la Universidad Deakin en Australia.
En las últimas dos semanas, las calles de Glasgow fueron tomadas por una marea que exigió a los gobiernos en la COP26 acción urgente para que el cambio climático no destruya su porvenir. “Dicen que los niños y las niñas somos el futuro, pero también somos el presente y tenemos una voz en el ahora”, expresó hace pocos días a Unicef el colombiano Francisco Vera, de apenas 12 años, desde la ciudad escocesa. Creció rodeado de naturaleza y animales en el municipio de Villeta, a menos de 100 kilómetros de Bogotá, y pese a su corta edad, su lucha para proteger el ambiente traspasó las fronteras.
Con su oratoria deslumbrante, ganó visibilidad en diciembre de 2019 por una intervención en el Senado colombiano donde reclamó medidas contra el fracking, los plásticos de un solo uso y para la protección de la biodiversidad. Es el fundador del movimiento ambiental Guardianes por la Vida y fue nombrado este año embajador de buena voluntad de la Unión Europea. Gracias a su sólido trabajo, logró el reconocimiento de figuras como la expresidenta chilena y Alta Comisionada de la ONU, Michelle Bachelet. Aunque tenga tatuada una sonrisa en el rostro, no todo ha sido alegría. Su exposición pública lo llevó a sufrir reiteradas amenazas de muerte en su país.
En la cumbre climática fue felicitado por su musa inspiradora, Greta Thunberg, con quien admite que discrepa en algunas formas de accionar por las diferencias geográficas que los separan, según dijo a la revista Bocas.
Desde su famosa protesta en las puertas del parlamento sueco en 2018, cuando tenía 15 años, Thunberg, ahora de 18, se mantiene firme como referente para miles de jóvenes que organizan las reconocidas huelgas de Friday for the Future en todo el planeta. Su posicionamiento en la escena pública es sorprendente y parece no tener techo.
Nombrada persona del año en 2019 por la revista Time, la activista sueca se le anima a los principales líderes, como en aquel famoso discurso en la ONU en el que los acusó de haber robado sus sueños y su infancia “con sus palabras vacías”. Sin embargo, no deja de ser una adolescente con otros intereses. En una entrevista con People, la nominada al Nobel de la Paz señaló que le gusta leer, salir a caminar y jugar con sus dos perros, Moses y Roxy. Disfruta de ser hermana mayor, algo que extraña mientras no está en casa por sus múltiples actividades.
Efecto expansivo
El fenómeno Greta se diseminó y el activismo ambiental se multiplicó. Así lo refleja el caso de Bruno Rodríguez, un argentino de 20 años que cursa la carrera de Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires. Es cofundador de Jóvenes por el Clima Argentina, movimiento ambientalista que lucha por revertir los efectos de la crisis global.
Al igual que la joven sueca, el estudiante de Paternal tiene Asperger, pero aclara que no se siente identificado con ella por eso, sino por su vocación en el movimiento socioambiental. Se considera un “militante” comprometido con su realidad. “La política es una herramienta de transformación que no puede quedar relegada a aquellos sectores que perjudican nuestras vidas”, afirmó a LA NACION.
Participó de decenas de encuentros de Amnistía Internacional, donde ganó terreno para finalmente llegar a la Asamblea General de la ONU en 2019. Hoy se encuentra en Glasgow, donde observó que “la comunidad internacional tiene una dificultad muy importante en lo que refiere a la cristalización de los compromisos internacionales en acciones concretas”.
Conocida como Little Miss Flint, Mari Copeny tenía 8 años cuando la crisis del agua irrumpió en su ciudad natal de Flint, Michigan. En un suceso sin precedentes, el agua cristalina de las tuberías se contaminó con plomo, altamente peligroso para el ser humano. La pequeña escribió una carta al entonces presidente Barack Obama, con la que logró que se apruebe un presupuesto de 100 millones de dólares para enfrentar la catástrofe.
Hoy Copeny tiene 14 años y entiende la crisis ambiental como un problema racial. “Las comunidades más pobres sufren más”, sostuvo en una entrevista con la BBC. Lucha contra los “liderazgos negligentes”, al tiempo que trabaja en campañas para erradicar el bullying y en la recaudación de fondos para ayudar a conseguir material escolar para los niños de su ciudad. Su batalla contra la desigualdad corre en paralelo con su vida de adolescente: es porrista en la escuela, fanática de andar en patineta y amante de la moda. De hecho, cada semana comparte a sus seguidores sus atuendos.
Animarse al régimen talibán
La persona más joven en ganar el Premio Nobel de la Paz, Malala Yousafzai, es uno de los rostros más destacados de la juventud empoderada. A los 11 años comenzó a escribir bajo un pseudónimo para la BBC sobre el terror de vivir bajo el régimen talibán. Luego, alzó su voz en público por la defensa de la educación de las niñas, lo que despertó la ira de los insurgentes.
En octubre de 2012 estuvo al borde la muerte luego de sufrir un atentado en el colectivo escolar: le dispararon con un fusil, alcanzándola en el cráneo y en el cuello. Pero nada la calló.
“Si queremos alcanzar nuestro objetivo, empoderémonos con el arma del conocimiento y escuchémosnos con unidad”, dijo en su célebre discurso en 2013 ante las Naciones Unidas. Creó una fundación que lleva su nombre junto con su padre, Ziauddin Yousafzai, también activista por la educación.
Dedica gran parte de su vida a esta causa, pero no dejó de lado su formación académica: en junio de 2020 se graduó de la Universidad de Oxford, donde estudió su carrera de grado en Filosofía, Política y Economía. Días atrás posteó en sus redes sociales que contrajo matrimonio en Gran Bretaña con Asser Malik en una pequeña ceremonia islámica.
Emma Gonzalez ya odiaba las armas antes de sobrevivir a un tiroteo en su escuela secundaria en Parkland, en 2018, cuando murieron 17 de sus compañeros y otros 17 resultaron heridos. Pero ese fue el detonante que hizo que dos días después diera un desgarrador discurso frente a las cámaras. Así inició un camino que la llevó a erigirse como referente de la lucha contra la violencia con reconocimiento dentro y fuera de su país.
De 21 años, la fundadora de March For Our Lives, una ONG que aboga por leyes de control de armas, ahora pide ser llamada “X”, ya que está “recuperando su propia identidad”, según indicó al conductor Jimmy Fallon en una entrevista. Como cualquier adolescente, disfruta de asistir a conciertos, mirar series en Netflix y reunirse con sus amigos. Pero lo que más la apasiona es estudiar activismo en la Universidad New College de Florida.
¿Los próximos líderes mundiales?
El posicionamiento de esta juventud empoderada es indiscutible, pero no es sencillo prever si serán líderes mundiales en un futuro. “Es difícil hacer un pronóstico de este tipo. Los jóvenes eligieron temas que se denominan post material, es decir, cuestiones de género, temas climáticos, etcétera. Las cuestiones económicas o de trabajo, por ejemplo, se denominan cuestiones materiales. Entonces, es complejo saber si estos movimientos se van a institucionalizar como partidos políticos o grupos políticos con acceso al poder formal o si van a tomar una postura contestataria frente a los poderes constituidos”, analiza Orlando D’ Adamo, consultor en comunicación y liderazgo en la región y organismos internacionales.
El experto no tiene dudas de que, en su mayoría, seguirán vigentes en la escena pública. “El interrogante es si van a evolucionar hacia líderes mundiales o si simplemente van a ser referentes de estos temas.”
Influyentes e inspiradores
Jazz Jennings, una joven de 21 años oriunda del sur de la Florida, nació siendo una chica atrapada en un cuerpo de varón. Lo supo desde los 2 años. A los 11, dio inicio a su transición.
Es conocida como “la cara visible de los chicos transgénero” y a través de su reality show, que ya lleva 7 temporadas en el canal TLC, la joven muestra su día a día tal cual es y envía mensajes de amor propio y empoderamiento a la comunidad LGBTQ+. Fue nombrada por la revista Time como una de las 25 adolescentes más influyentes del momento en 2014.
En las últimas semanas dio pistas a los televidentes sobre su posible ingreso a la Universidad de Harvard, algo que podría confirmar en la próxima temporada de su programa. Dialoga con sus seguidores por redes y comparte cuestiones personales como su padecimiento de trastornos de la alimentación.
Cuando el año pasado el gobierno británico prometió que proveería a los centros educativos con artículos de higiene femenina, Amika George, de 22 años, lo sintió como una prueba de que el activismo juvenil funciona. En abril de 2017 había lanzado una petición de firmas para pedirle a la entonces ministra Theresa May que asegure esos productos de manera gratuita a todas las niñas en las escuelas, al enterarse del gran número de estudiantes que se veían obligadas a faltar por no tener acceso a ellos.
Tras superar las 200 mil firmas, fundó Free Periods y se consolidó entre las defensoras de los derechos de la mujer. Fue nominada por Emma Watson para el premio Teen Vogue y se convirtió en la persona más joven en ganar el Premio de Honor de la Reina Isabel.
Con tecnología de sensor de nanotubos de carbono y un smartphone, Gitanjali Rao inventó a sus 15 años un prototipo para detectar el plomo en el agua. También desarrolló una app para prevenir el ciberacoso y otra para contrarrestar la adicción a los opioides. Nacida en Colorado, la joven científica fue la primera “niña del año” en la historia de la revista Time, entre 5000 candidatos, por sus sorprendentes habilidades de investigación.
Mentora de 30.000 estudiantes, en su tiempo libre disfruta de tocar el piano. Asegura que su principal motivación es generar una sonrisa en el rostro de la gente, lo que la llevó a pensar que la ciencia puede ser un gran camino para generar positividad por medio de cambios sociales. Enuncia su sueño con una sencillez que conmueve: inspirar a jóvenes inventores a resolver los problemas del mundo.
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