José “Pepe” Mujica lamentó la pobreza que se vive en la “mágica” Argentina y opinó sobre el Wandagate
El expresidente de Uruguay dijo que los funcionarios deberían tener humildad y ser conscientes de que ni fundan la Patria ni la terminan
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El expresidente de Uruguay José “Pepe” Mujica contó que siente “una pena enorme” por la pobreza que se vive hoy en la Argentina. “Cuando a la Argentina le va bien, también nos va bien a nosotros. Una Argentina próspera nos ayuda”, reflexionó. De todos modos, recordó la primera vez que vio televisión y, optimista, subrayó: “Vi a Perón dando un discurso en aquellos televisores que eran como un ropero. Mil veces vi que la Argentina estaba destrozada, pero es mágica”.
Al conversar con Nelson Castro para Radio Rivadavia, Mujica destacó que, por una cuestión de “identidad rara”, nuestro país es en el único donde sus “compatriotas”, los uruguayos, “pasan desapercibidos y son prácticamente de la casa”. Y justificó su pensamiento: “Los he encontrado en todas partes del mundo, pero nosotros no somos hermanos, sino que nacimos en la misma placenta y somos un pedazo del mismo casco histórico. Los países son hijos de su historia y sus padecimientos”.
Sin embargo, contrastó: “La mayor diferencia es que nosotros somos una aldea y nos conocemos todos. Eso nos da un grado de familiaridad que ha perdido la Argentina”. Así dijo que, si bien no siempre están de acuerdo, en Uruguay “la sangre nunca llega al río”. Contrastó con Buenos Aires la cual, para él, ”es una ciudad demasiado grande y la gente es anónima en el medio de la multitud”.
“Me entristece que el sistema político se pierde en chiquitas. Discutimos cada frivolidad”, cuestionó. Sorpresivamente, Mujica conectó esto con el escándalo que se generó por la pelea entre Wanda Nara, Mauro Icardi y la China Suarez: “El otro día vi que ustedes estaban discutiendo de una artista y un jugador de fútbol. Un chismorreo que Dios me libre. Eso nos mata”.
En relación a esto, en otro tramo de la entrevista, el expresidente del país vecino dijo que le sorprende “la virulencia del debate” que se vive en la Argentina. “A las diferencias, que pueden ser objetivas, se les suman el subjetivismo, hijo de las heridas, y eso es peor que la diferencia en lo que se piense, porque corta los puentes y no se puede hablar”, explicó. Y se preguntó: “¿Cómo es posible la democracia si no se habla ni se negocia?”.
Además, resaltó que es importante que los políticos tengan “humildad histórica”. “No somos tan importante. Nos morimos, el mundo sigue dando vueltas y no pasa nada. No fundamos la Patria ni la terminamos. Pasamos. Nuestra responsabilidad es con los que vienen luego de nosotros”, dijo. Y parafraseó a Churchill al decir que la democracia por ahora es la mejor porquería que pudimos inventar. Tiene defectos, pero no son de la democracia, sino nuestros, de nuestra humanidad.
Durante la entrevista, Mujica se refirió a la persecución que sufrió y a los 12 años que pasó encarcelado durante la dictadura: “Yo no sería el que fui si no hubiera vivido la amarga experiencia que viví y muchos años de soledad absoluta. Para no volverme loco, aunque siempre fui un poco loco, contraje el vicio de hablar conmigo mismo, hacia dentro”.
El exmandatario contó que se refugió en la lectura, resaltó que “las horas no pasan nunca en la soledad de un calabozo” y dijo que así fue construyendo su manera de pensar. “Después me dediqué a cambiar el mundo”, lanzó. Y reflexionó: “Descubrí que el odio es tan ciego como el amor, pero que la ceguera del amor es parturienta y está a favor de la vida. El odio nos termina destruyendo porque hace mal hacia afuera y hacia adentro”. De esta manera, aprendió que “hay cuentas de la vida que no se cobran”, y fue más allá: “Me han pedido lo que no quise hacer nunca: perseguir gente”.
Mujica enfatizó en la importancia de las pequeñas cosas, pero se alejó de quienes lo definen como “el presidente más pobre”, y retrucó: “Yo no soy pobre, soy sobrio y preciso muy pocas cosas. Pobre es quien precisa mucho porque, si precisa mucho, nunca alcanza. Yo teniendo lo básico soy feliz y tengo tiempo para no complicarme la vida”. Como un ejemplo de esta filosofía, contó que tiene los mismos zapatos de la época en que era presidente, entre 2010 y 2015. “Me voy a morir con esos porque tenía tres pares y no preciso más”.
“Si el hombre es capaz de ir a Luna y va a llegar a Marte, ¿cómo no va a poder mejorarse a sí mismo?“, opinó. En línea con esto dijo que la sociedad utiliza la tecnología como “un mono con una ametralladora” porque está “estancada en los valores”. Sobre este punto, consideró que “la corrupción es una consecuencia del que quiere ser rico rápido”. “Toda forma de delincuencia es en un afán de riqueza rápido. Por eso, he dicho que la política no es una profesión, sino una pasión, que se tiene o no se tiene”, definió. Y señaló que “la tentación de la corrupción siempre está dando vuelta y hay que estar con el ojo entreabierto porque es una falla humana”.
A sus 86 años, el expresidente de Uruguay también conversó sobre cuestiones de su vida personal. Desde lo más íntimo, lamentó que se murieron gran parte de los integrantes de su familia, recordó que su padre le transmitió el amor por el Teatro Colón y que falleció cuando él tenía 8 años, por lo que su madre fue quien lo crio e “hizo de padre y de madre”. Además, dijo que de ellos, principalmente de su abuelo, heredó el amor por la tierra. En línea con esto, describió su vida como la de un “chacarero típico”, y contó que está plantando “árboles de largo plazo”, consciente de que “algunos tienen que plantar árboles que vivan más que nosotros”.
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