José María Aznar: "Cada uno deberá responder por sus actos"
El ex presidente se distanció de los escándalos que involucran a dirigentes del PP
De lejos parece cansado. Con lentes, el ex presidente español José María Aznar inspecciona su celular mientras espera que le sirvan un té acompañado por un jugo de naranja. Las nuevas revelaciones sobre una trama de corrupción que involucra a dirigentes del Partido Popular (PP), al que llevó al poder en 1996, le preocupan mucho y le duelen más. Sin embargo, el hombre más influyente de esa fuerza de derecha que gobierna España intenta tomar distancia y pide que las instituciones y los resortes partidarios investiguen.
Llegó a la Argentina para presentar el Instituto Atlántico de Gobierno, su hijo educativo, donde se formarán jóvenes de América latina en liderazgo, gobierno y políticas públicas; un proyecto que lo mantiene ocupado desde hace meses y que comenzará a caminar en septiembre próximo.
-Una nueva investigación judicial se concentró en hechos de corrupción de dirigentes políticos, la mayoría del Partido Popular (ver aparte). ¿Cómo lo afectan estos escándalos que ponen bajo la lupa a su fuerza?
-Yo estoy fuera de la vida política desde hace 11 años. Pero sigo con preocupación, en algunos casos con sorpresa y en otros con profunda decepción los casos que están pasando. Lo que espero en estas situaciones, que no se deberían producir, es la actuación de la justicia y la determinación de responsabilidades. Problemas de corrupción existen en todas partes del mundo, desgraciadamente, pero las diferencias están en que sean acotados, delimitados y que se extraigan las consecuencias en términos del funcionamiento del Estado. Eso diferencia a unos países de otros.
-Cuando dice decepción, ¿se refiere en términos políticos o personales?
-En ambos casos. En términos personales si es que afecta a personas que uno conoce.
-Como Blesa [Miguel, amigo del ex presidente] o Rato [Rodrigo, ex mano derecha de Aznar en el poder]...
-Blesa no es del mundo político, pero personas como Rato en su etapa de gobierno han prestado un gran servicio al país. No tengo más que palabras de elogios. Después cada uno deberá responder por sus actos. Esperemos que las instituciones españolas y por supuesto el Partido Popular tengan instrumentos de reacción. Fíjese en Estados Unidos, de los últimos siete gobernadores de Illinois, cuatro están en prisión. Eso quiere decir que la justicia ha funcionado.
-Cuando cita los instrumentos de reacción del PP, ¿habla del caso Bárcenas?
-No sé. Yo no tengo responsabilidades de dirigente en este momento. Los que están allí tienen conocer los hechos. Tampoco generalizar es una buena práctica.
-No tiene responsabilidades, pero es el hombre más influyente del PP y con el que se formó esta generación de dirigentes. ¿Lo consultaron? ¿Lo consultan?
-Es que no lo sé. Eso ya depende de los que estén. En mi condición de presidente de honor del PP, si en algo puedo ser útil, pues acá estoy.
-¿Esa utilidad implica el retorno?
-(Riéndose.) No vas por buen camino... Hace 11 años que ya no estoy. Mi vida es otra. Estoy en otras cosas.
-Una economía estancada, el desempleo juvenil elevadísimo y hechos generalizados de corrupción en la política impulsaron el avance de otras fuerzas políticas no tradicionales. ¿Teme que se parta el sistema de partidos?
-Esos fenómenos no son buenos. En España hay fenómenos políticos nuevos en la izquierda, antisistema, primos, parientes, sobrinos o hijos de Chávez, nada menos. Fenómenos políticos muy negativos. Y en toda Europa, también. El sistema español no necesita ninguna enmienda a la totalidad, es decir, no necesita ser cambiado por un sistema populista. Sí mejorar las cosas de manera responsable, seria, segura, pero lo que no se necesitan son aventuras populistas en ningún sitio.
-¿Cree que en los comicios de 2015 se van a expandir estas irrupciones, como Podemos?
-No lo sé. Hoy los datos apuntan a una mayor fragmentación de los espacios electorales y eso a mí no me gusta. A España le ha ido sustancialmente bien con el actual sistema bipartidista, aunque no es lo mejor.
-En las últimas tres semanas los oficialismos de centroizquierda triunfaron en Bolivia, Uruguay y Brasil. ¿A qué atribuye esa continuidad?
-Uno de los cambios es que estamos hablando de una izquierda que es herbívora, es decir que los parámetros esenciales de estabilidad macroeconómica, desarrollo democrático, con algunas excepciones evidentemente, expansión y una cierta prosperidad se van a ir dando más o menos aceleradamente dependiendo del tipo de gobierno en cada país. Creo que el ejemplo más exitoso en la región es la Alianza del Pacífico.
-¿Los sorprendió la estrecha victoria de Dilma Rousseff?
-Venía haciendo una campaña muy reñida, con dificultades económicas para Brasil... No es sorprendente, como tampoco lo hubiera sido un resultado en contra. El país está prácticamente dividido en dos bloques y espero que eso se tenga en cuenta a la hora de gobernar.
-Recién dijo que su vida es otra. ¿Qué lo mantiene ocupado?
-Desde hace meses me concentro en el Instituto Atlántico de Gobierno. Es una empresa privada educativa cuyo ideario es la libertad, la tolerancia, la democracia, el Estado de Derecho, el pluralismo, absolutamente apartidario, adscripto a la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid. Impartirá títulos universitarios y másters en liderazgo, gobierno y gestión pública desde septiembre de 2015. Está enfocado en jóvenes de América latina y España. Este proyecto me interesa mucho más que el retorno a la vida política. Sí me ocupo de las ideas y de la visión estratégica.
-¿Sigue en contacto con George Bush y Tony Blair?
-Sí... Por eso es interesante analizar lo que pasa en Medio Oriente. Los Estados nacionales se están derrumbando. Y allí se perdió terreno en la lucha contra el terrorismo, el deseo de no intervenir y el de marcar distancias con lo anterior llevaron a una situación en la que se ha creado un califato. Los que tienen mayores responsabilidades en el mundo deben actuar. Por eso creo que una parte de América latina tiene una gran oportunidad de incorporar tendencias que empujan hacia la democracia, la estabilidad, la seguridad y la prosperidad. Y aclaro que esto no necesariamente son políticas intervencionistas.
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