El historiador, antropólogo y autor de “Historia del pueblo mapuche. Siglos XIX y XX” analizó el conflicto mapuche
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La “zona roja” del conflicto mapuche en el sur de Chile vive una ola de violencia.
Quema de iglesias y viviendas, ataques armados contra conductores en caminos rurales y la muerte tanto de mapuches como de agricultores y policías son algunos de los hechos que todas las semanas copan los noticieros de la región de La Araucanía, ubicada a unos 700 kilómetros al sur de Santiago.
Ante esta situación, el gobierno de Sebastián Piñera decidió declarar el “estado de emergencia” en cuatro provincias ubicadas en el territorio que los mapuches denominan Wallmapu, con lo que las Fuerzas Armadas pasaron a hacerse cargo de la seguridad de la zona.
Así, desde el miércoles 13 de octubre, más 900 militares fueron desplegados en el área, con carros blindados y vigilancia con helicópteros.
La medida —inicialmente aprobada para 15 días y prorrogable por otros tantos— generó una fuerte polémica.
Mientras políticos de derecha, agricultores y empresarios apoyaron la decisión, sectores de izquierda y agrupaciones mapuches aseguraron que la presencia del ejército solo va a incrementar la violencia.
Pero la gran pregunta que ronda en este país latinoamericano es qué tan efectiva puede ser la medida impulsada por Piñera y cuáles pueden ser sus consecuencias en un área en permanente disputa.
Y es que, a pesar de la presencia de los militares, la violencia no ha cesado: este martes hubo cuatro atentados en la provincia de Malleco contra empresas productoras y una iglesia evangélica. En los ataques, fueron encontrados lienzos en contra del ejército.
El centenario conflicto mapuche parece estar lejos de resolverse y parte de sus raíces tienen que ver con la pérdida de tierras de este pueblo indígena, la falta de reconocimiento por parte del Estado chileno y la discriminación que sufren.
Para analizar un tema tan complejo, BBC Mundo entrevistó a José Bengoa, historiador, antropólogo y autor de “Historia del pueblo mapuche. Siglos XIX y XX”, una lectura obligatoria para generaciones de historiadores desde su publicación en 1985.
Bengoa fue además el director de la Comisión Especial de Pueblos Indígenas, colaboró en la elaboración la nueva Ley Indígena aprobada en 1993 y fue parte de la Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato encargada de encauzar el diálogo.
- ¿Cuál es su visión sobre lo que está pasando actualmente en La Araucanía?
- Lo primero que hay que entender es que, a diferencia de otras situaciones indígenas de América Latina, los mapuches vivieron en independencia hasta fines del siglo XIX. En México, Colombia o Perú ya han pasado 400 o 500 años desde que los grupos indígenas dejaron de ser independientes.
Por lo tanto, entre los mapuches hay una historia y memoria de independencia que es muy fuerte.
A lo largo del siglo XX, cada vez que tuvieron la oportunidad, se alzaron.
A eso se une una larga historia de discriminación muy fuerte y de usurpación de tierras que tuvo un momento muy alto con (el gobierno de facto de Augusto) Pinochet, cuando el Estado les entregó a las empresas forestales enormes cantidades de tierras para que plantaran pinos y eucaliptus.
La segunda cosa que hay que tener en consideración es que hoy día en América Latina hay un fenómeno que se conoce como la emergencia indígena.
En el Perú ganó la presidencia Pedro Castillo viniendo de la sierra y hablando en quechua. En Colombia y en Ecuador también hay una presencia indígena extremadamente fuerte. Hace pocos días veíamos una manifestación en Brasil de miles de indígenas amazónicos contra (el presidente Jair) Bolsonaro.
Hay un ambiente de insurgencia de la cuestión indígena en toda América Latina.
- ¿Y cree que el caso chileno puede explicarse dentro de este movimiento latinoamericano?
- Por supuesto. En Chile el Estado no ha sido capaz de resolver ningún problema. Hasta hoy, Chile no reconoce la existencia de sus pueblos indígenas.
Y eso hoy día, en un mundo indígena que está conectado permanentemente con los celulares, con la computadora, que han ido a la universidad, es una bofetada, es una ofensa extremadamente grande.
- ¿Qué está en juego hoy en la zona donde habitan los mapuches en Chile?
- En Chile, como ha ocurrido en un montón de otros países, se ha tenido una actitud colonial con grupos minoritarios, y lo que empieza a ocurrir ahora es un proceso de descolonización.
Y mantener posiciones colonialistas hoy es muy peligroso e inexorablemente conduce a la violencia. De eso no me cabe la menor duda.
- ¿Qué le parece que el gobierno haya decidido declarar estado de emergencia en la zona sur?
- En los últimos 10 años el Estado de Chile ha tenido una política de represión respecto a la cuestión indígena.
A partir de este gobierno de derecha, tuvimos lo que se conoció como el comando Jungla, que lo que hizo fue escalar el proceso, porque se dijo que había un comando para enfrentar el conflicto mapuche y que se había ido a entrenar a Colombia en la lucha antiterrorista y antiguerrillera.
Con esto, se le dijo a los otros que son terroristas y guerrilleros. Y se produjo una escalada que cada día es más grande.
A algún sector va a parecerles bien esta militarización extrema, sin embargo, lo que a uno se pregunta es qué efectos reales puede tener porque la policía actúa en el sur hace mucho tiempo.
Y esta gente no va a huir, no se va a escapar, van a enfrentar lo que se les viene encima. ¿Qué va a pasar? No lo sabemos, pero espero que no haya una desgracia tan terrible como ha habido a lo largo de la historia con el pueblo mapuche.
- ¿Por qué cree usted que Piñera decidió declarar el estado de emergencia ahora y no antes?
- Creo que hay razones políticas del propio Piñera. Está siendo acusado constitucionalmente y corre el riesgo de que sea expulsado. Entonces obviamente esto tiene un olor muy grande de que sea una manera de tapar ese escándalo. Por otro lado, los camioneros tenían tomada la Ruta del Sur y exigían medidas de esta naturaleza.
- Ahora, hay otros fenómenos, como el robo de madera o el narcotráfico, que podrían también estar involucrados en esto, ¿no?
- Eso es muy común en todo proceso de esta naturaleza. Yo tuve la oportunidad de participar de las comisiones de paz en Colombia, por ejemplo, y por supuesto que demandas campesinas o indígenas se mezclaban con organizaciones delictuales. Se mezclan porque, frente a una situación revuelta, obviamente aparecen otro tipo de organizaciones.
- Pero esto dificulta aún más que se resuelva el problema...
- Por supuesto, lo hacen cada vez más complicado. Hay un ambiente de insurgencia, de conflicto, que no va a ser de ninguna manera fácil de resolver. Por eso la historia corta es tan importante porque, lo que no se hizo hace quince o veinte años atrás, se está pagando hoy día. Este tipo de conflicto se sabe cómo se inicia, pero nunca se sabe cómo termina.
La población no mapuche del sur, las forestales y todo el empresariado lo único que piden es más represión. Entonces la verdad es que lo más probable es que esta escalada de violencia va a continuar durante un buen período todavía.
- Pero ha habido ataques incendiarios contra gente inocente, como algunos agricultores. ¿Cómo se le puede decir a ese agricultor que la violencia es una vía válida para la causa mapuche?
- Yo solo le diría: el camino por el que van de llevar tanques, no va a servir para nada. Muchos agricultores tienen policías en sus casas y no pueden dormir tranquilos tampoco.
Si tú no reconoces al otro, no lo tratas igual, no lo respetas, obviamente no te van a respetar a ti tampoco. Entonces aquí hay una cuestión mucho más de fondo. Los tanques solo van a generar una escalada del conflicto y que mañana tengamos muchas más casas quemadas, mucha más violencia.
- Pero si hubiese narcotráfico, como dice el presidente Piñera, ¿no es una forma válida de hacer frente a ese problema?
- Yo no tengo ningún antecedente para saber cuánto es lo que existe de narcotráfico allí. Uno sospecha de que en algunas comunidades podrían haberse introducido, o que grupos narcotraficantes, al haber un ambiente tan revuelto, han podido entrar a la zona. Pero ese es un volador de luces, porque el tema central no es ese. Evidentemente, no es ese.
Discriminación
- ¿Cuáles cree usted que han sido los errores más graves que ha cometido el Estado chileno para con los mapuches?
- El más importante de todos y constante es la discriminación. En el siglo XIX se estableció esta idea europea de civilización y barbarie, se les catalogó de bárbaros, se metió el ejército para acabar con ellos y traer colonos que venían con la civilización en sus cabezas.
Ahí empieza un proceso de discriminación brutal que lleva después a la usurpación de tierras, a ocuparlas, sin importarles nada la gente que vivía ahí.
La miseria, la pobreza a la cual fueron sometidos los mapuches a lo largo del siglo XX es demasiado grande. Y hoy día sigue siendo uno de los sectores más pobres de Chile, donde prácticamente no hay agua potable y hay muy pocos servicios.
En un país que se dice ser moderno, donde prácticamente todos tienen agua potable, que este sector no lo tenga -y que es conocido por su lluvia- es pura discriminación.
Y, por lo tanto, mientras no cambie la mentalidad colonial y discriminatoria del Estado, de los gobernantes, creo que este conflicto tiene muy poca posibilidad de resolverse y solamente se agudizará.
- ¿Por qué ningún gobierno chileno ha sido capaz de resolver este problema?
- Lo que ocurre normalmente es que no hay mucha convicción. Durante mucho tiempo, la mirada indígena fue una mirada folclórica. A la gente de la élites le parecían bonitas las joyas de plata de los indígenas, las frazadas o la artesanía. E incluso hay una infantilización de la cuestión mapuche. Muchos jardines infantiles tienen nombre indígenas.
Todo eso es parte de una mirada condescendiente que, finalmente, es colonial. Pero cuando se trata de tomarse en serio el asunto, bueno ahí la cosa se empieza a poner complicada, y juegan los intereses enormes que hay en esta materia.
- ¿Es este uno de los momentos más complejos en la relación entre los mapuches y el Estado de Chile?
- No. En los años 70 fue enormemente complejo también. Comenzó una reivindicación de tierras enorme en el sur y las comunidades avanzaron sobre las tierras que les habían usurpado. Eso terminó en una gran masacre.
Pero por cierto que este momento tiene un aspecto distinto. Porque surge el concepto de nación indígena y de doble ciudadanía. Como dicen en Ecuador, las nacionalidades indígenas del Ecuador. Este es un concepto nuevo y está apoyado por las Naciones Unidas, y plantea que todos los pueblos tienen derecho a la autodeterminación.
Y la realización de ese derecho no es la secesión territorial, es decir, la construcción de un país distinto, sino la construcción de una autonomía nacional al interior de un país soberano.
- ¿Tiene esperanzas en que el proceso constituyente chileno, que incorpora a los pueblos indígenas, va a ayudar a resolver este conflicto?
- La luz de esperanza que tenemos en este momento en Chile es que la nueva Constitución, por fin después de treinta años, incorpore no sólo el reconocimiento de los pueblos indígenas, sino el plurinacionalismo, la pluriculturalidad.
Quizá en ese momento se va a abrir un espacio distinto de negociaciones, de diálogo, que pueda cambiar un poco el camino de violencia que hay hoy día.
- Pero hay muchos mapuches que se han mostrado escépticos a este proceso constituyente y que, probablemente, seguirán optando por la vía de la violencia para reivindicar sus demandas...
- Bueno, el escepticismo en el grupo mapuche es un escepticismo aprendido. O sea, estas tratativas han fracasado tantas veces que el derecho a ser escéptico me parece que es racional. No tendrías por qué tener un optimismo ingenuo.
Ahora, en el caso de la constituyente chilena, hay elementos nuevos, por ejemplo el hecho que su presidenta sea una mujer mapuche, lo que no es un dato menor. Pero, primero que nada, tiene que demostrar que está proponiendo un camino y hasta ahora no lo ha demostrado.
- Según varias encuestas, la gran mayoría de los mapuches no está a favor de la violencia. ¿Usted cree que eso es así?
- Yo creo que ahí hay una cuestión que las encuestas no son capaces de ver. Una cosa es no estar de acuerdo con hacer violencia, pero creo que la historia mapuche a lo largo de los siglos muestra que la combinación entre la guerra y paz existió siempre.
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