John Lewis: un emblema de la lucha por los derechos civiles en EE.UU.
WASHINGTON.– John Lewis, líder de la lucha por los derechos civiles y eminente representante demócrata por el estado de Georgia, murió anoche a los 80 años. Gran predicador de la no violencia a pesar de la represión y los encarcelamientos que sufrió durante los cruciales enfrentamientos de la década de 1960, y compañero de lucha del activista Martin Luther King , Lewis luego pasó más de tres décadas como congresista, defendiendo desde el Capitolio norteamericano las conquistas que ayudó a conseguir para los negros de su país.
El 29 de diciembre, Lewis anunció que le habían diagnosticado cáncer de páncreas y que pensaba seguir trabajando durante el tratamiento. "Me he pasado la vida librando algún tipo de batalla; por la libertad, por la igualdad, por los derechos humanos básicos", decía el comunicado de Lewis. "Pero nunca tuve que librar una batalla como esta".
Su última aparición pública fue junto a la alcaldesa demócrata de Washington, Muriel Brower, el 7 de junio, en la calle rebautizada Black Lives Matter Plaza tras la ola de protestas del mes pasado por la muerte de George Floyd a manos de la policía. Dos días antes, se había sumado a una asamblea online sobre el racismo con el expresidente Barack Obama .
Si bien no era un legislador experto en políticas públicas, durante décadas Lewis fue como la voz de la conciencia de las bases demócratas en muchos temas, y su reputación por mantener viva la llama de las luchas de los años 60 definió su carrera en el Congreso.
Los últimos años de Lewis en la Cámara de Representantes estuvieron signados por su enfrentamiento personal con el presidente Donald Trump . La interferencia de Rusia en las elecciones de 2016 volvía "ilegítima" la victoria de Trump, dijo Lewis entonces, y alentó un boicot contra la ceremonia de asunción del nuevo presidente. Más tarde, durante el debate formal en la Cámara sobre el avance o no del juicio político, Lewis no tuvo pelos en la lengua. "Para algunos será una decisión difícil, pero tenemos el mandato y la misión de estar del lado correcto de la historia", dijo en el recinto de la Cámara en diciembre pasado.
Nacido en una familia de aparceros pobres de Alabama, Lewis tenía 15 años cuando estando en la secundaria escuchó por radio al reverendo Martin Luther King Jr.Corría 1955 y Lewis se volcó de lleno a la militancia.
"Los predicadores que había escuchado hasta entonces hablaban de un más allá de túnicas de seda blancas, sandalias doradas y tronos de ángeles", recordaría Lewis en sus memorias de 1998, Walking With the Wind. "Pero este hombre hablaba de los problemas que enfrentaba la gente en su vida de ahora, específicamente la vida de los negros en el sur".
Manifestaciones
Lewis salió de la sombra en 1963 como líder del Comité Coordinador Estudiantil No Violento, que había contribuido a crear tres años antes. El SNCC, sigla que solían pronunciar como "snick", se convirtió rápidamente en la avanzada del movimiento, organizando sentadas y manifestaciones en los estados del sur.
A pocas semanas se asumir a cargo del SNCC, Lewis estaba en la Oficina Oval frente al entonces presidente John Fitzgerald Kennedy , junto a otros cinco reconocidos líderes de la comunidad negra a nivel nacional: Whitney Young, A. Philip Randolph, James Farmer, Roy Wilkins y el mismísimo King.
Bautizados por la prensa de la época como los Seis Grandes, rechazaron el pedido de JFK de cancelar la Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad planeada para agosto, que prometía congregar frente a las puertas de la Casa Blanca a cientos de miles de manifestantes en reclamo de una legislación más contundente en materia de derechos civiles.
Desde la imponente escalinata del Lincoln Memorial, el doctor King pronunció su legendario discurso de aspiraciones: "Yo tengo un sueño". Lewis fue el orador más joven –tenía apenas 23 años–, y emitió una profética advertencia: "Si no conseguimos que del Congreso salga legislación significativa, llegará el tiempo en que nuestras marchas no se limiten a Washington". Y agregó: "¡Despierta, Estados Unidos! ¡Despierta! Porque no vamos a parar y no tendremos paciencia".
Su discurso fue el más radical de ese día, pero de hecho ya le había bajado el tono un par de horas antes por orden de sus mayores, incluido su gran mentor, King. Temían que condenar explícitamente la tibieza de Kennedy y la amenaza de dejar "tierra arrasada" se convirtieran en un búmeran. Con la muerte de Lewis, desaparece en último de los oradores vivos de aquella histórica marcha.
Ese contraste con sus mayores es símbolo del inusual rol que cumplió Lewis en esos años tumultuosos. En momentos críticos, se rebelaba contra las postergaciones legislativas y las conversaciones interminables, y los cachiporrazos y las esposas nunca doblegaron su convicción en el reclamo. Pero al mismo tiempo se oponía férreamente a los militantes del nacionalismo negro, como Stokely Carmichael, que más tarde se alzaría con el control del SNCC.
Como último sobreviviente de los Seis Grandes, Lewis siguió luchando por la amistad interracial. En 1975, la revista Time lo incluyó en la lista de "santos vivientes" encabezada por la Madre Teresa, y con menos exageración, en 1996 la revista New Republic lo llamó "el último integracionista".
En 2010, Obama le entregó a Lewis la Medalla Presidencial de la Libertad, el máximo honor civil concedido por Estados Unidos. Lewis siempre manifestó que seguía sintiendo como un deber de conciencia transmitirles a los jóvenes el legado del movimiento por los derechos civiles.
Traducción de Jaime Arrambide
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