Joe Biden: respaldado por el Papa, pero desafiado por el ala católica conservadora de EE.UU.
ROMA.- Desde el miércoles pasado, la foto del papa Francisco se encuentra en el Salón Oval. Joe Biden , el segundo mandatario católico de Estados Unidos después de John Fitzgerald Kennedy, expuso en la mesa que hay detrás de su escritorio, entre otras imágenes enmarcadas, una en la que aparece junto al máximo jefe de la Iglesia Católica.
Fue otro reflejo del abrupto cambio de guardia en la Casa Blanca y en la relación entre el nuevo presidente de Estados Unidos y Francisco. Una autoridad moral que, por su predicamento, en los últimos cuatros años se convirtió en una virtual antítesis deDonald Trump en cuestiones que van desde los inmigrantes, el cambio climático, la pena de muerte y el multilateralismo, por mencionar solo algunos temas.
Pero más allá de esa evidente sintonía entre el Papa y Biden –que juró el cargo sobre una vieja Biblia familiar, sostenida por su esposa Jill, y en su discurso inaugural mencionó a San Agustín y evocó una y otra vez conceptos de doctrina social de la Iglesia-, las cosas no son tan de color de rosa en casa para el nuevo mandatario norteamericano.
Justo antes de que comenzara un "Inauguration Day" y mientras Biden, católico practicante, comenzaba el día camino a misa en la Iglesia de San Mateo, la catedral de Washington , el presidente del episcopado norteamericano difundió un mensaje de buenos augurios que sonó como una declaración de guerra. En una carta de tres carillas en la que le transmitió sus mejores deseos y destacó que "será refrescante interactuar con un presidente que evidentemente comprende, profunda y personalmente, la importancia de la fe y de las instituciones", el arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, presidente de la Conferencia Episcopal, del Opus Dei, sorprendió con un feroz ataque por la cuestión del aborto y otras posturas.
"Debo señalar que nuestro nuevo presidente se ha comprometido a seguir ciertas políticas que promoverían los males morales y amenazarían la vida y la dignidad humanas, más seriamente en las áreas del aborto, la anticoncepción, el matrimonio y el género. Es motivo de profunda preocupación la libertad de la Iglesia y la libertad de los creyentes para vivir de acuerdo con sus conciencias", escribió Gómez.
Biden profesa un catolicismo humanista para defender la justicia social, económica y racial. Y puede resultar también liberal en varias cuestiones sociales muy delicadas y que dividen. Contrario a la pena de muerte, pretende abolirla a nivel federal y nombró en su gobierno a homosexuales y personas transgénero.
Al mismo tiempo, apoya el fallo de la Suprema Corte en 1973 en el caso Roe v. Wade, que aseguró a las mujeres el derecho al aborto, socavado durante el mandato de Trump. Prometió perpetuarlo empujando al Congreso a inscribirlo en la ley. Igualmente, prometió anular la decisión de su predecesor de privar de fondos públicos a las organizaciones en el exterior que apoyan el cuidado de la salud de las mujeres y no excluyen la interrupción voluntaria del embarazo.
La carta de Gómez –fomentada por el ala más conservadora, que siempre apoyó a Trump por su posición contraria al aborto y que es anti-Francisco-, cayó como una bomba en el episcopado norteamericano, marcado por la polarización, como el resto del país. Tanto es así que el ala progresista salió a criticar duramente un mensaje considerado totalmente fuera de lugar en el día de toma de posesión que, además, fue elaborado sin el consenso de los demás obispos.
El arzobispo de Chicago y cardenal, Blase Cupich –muy cercano al Papa-, tildó el mensaje de "desacertado" y subrayó no solo que no tenía precedente, sino que la mayoría de los obispos lo había recibido repentinamente, horas antes de su difusión.
El mensaje de Gómez contrastó dramáticamente con el cálido augurio enviado ese mismo día por el Papa, que en un texto breve, rezó para que Biden pudiera construir "una sociedad marcada por verdadera justicia y libertad, junto al respeto por los derechos y la dignidad de cada persona, especialmente los pobres, los vulnerables y los que no tienen voz" y exhortó a Dios que pudiera guiar sus esfuerzos "para fomentar el entendimiento, la reconciliación y la paz en Estados Unidos y el mundo".
También en las altas esferas del Vaticano, según pudo saber LA NACION, causó "shock" la carta de los obispos estadounidenses a Biden, considerada "muy desafortunada". Si bien es una práctica normal que el Papa le envíe un mensaje de felicitaciones al nuevo presidente en el día de su toma de posesión -Francisco hace cuatro años también lo hizo con Trump-, no hay antecedentes de un mensaje de la Conferencia Episcopal para la misma ocasión.
"Maleducado"
Michael Sean Winters, del National Catholic Reporter, en un artículo muy crítico, titulado "Los obispos le tiran agua fría a la más católica inauguración de la historia", consideró "maleducado" el comunicado del arzobispo Gómez, porque no buscaba construir una nueva relación, sino sabotearla. Y, además, "un ataque en contra de Francisco, que dejó en claro que quiere trabajar con la nueva administración". Winters fue más allá e identificó en el comunicado la impronta del arzobispo emérito de Filadelfia, Charles Chaput –uno de los máximos detractores del Papa-, que en noviembre pasado atacó al nuevo arzobispo de Washington, el cardenal Wilton Gregory-, por afirmar que no le negaría la comunión a Biden.
Gregory, el pastor que tendrá ahora entre su grey a Biden, fue creado cardenal por Francisco el 27 de noviembre pasado, convirtiéndose en el primero afroamericano de Estados Unidos. En esa ocasión, el exarzobispo de Buenos Aires le pidió que le llevara al futuro presidente una copia firmada de su último libro Soñemos juntos. Otro gesto para una persona que conoció por primera vez el 19 de marzo de 2013, cuando, como vicepresidente, representó a Estados Unidos en la ceremonia que inauguró su pontificado.
Se reunieron nuevamente en varias ocasiones en septiembre de 2015, cuando el Papa viajó a Estados Unidos y, al año siguiente, en un simposio internacional en el Vaticano. Se descuenta que, en los próximos meses, Biden, que paradójicamente parece estar más en sintonía con el Papa que con muchos de los obispos católicos de su país, será recibido en el Vaticano como presidente.
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