Jocelyn McCalla: “Haití ha tocado fondo, pero puede aprovechar esta crisis terrible como una oportunidad para resurgir”
En conversación con LA NACION el experto en Haití Jocelyn McCalla advierte sobre la trágica situación que atraviesa el país centroamericano, pero no pierde las esperanzas en el nuevo Consejo de Transición Presidencial
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ROMA.- El aeropuerto internacional está cerrado desde hace casi dos meses, no hay vuelos, los puertos están cerrados, no llegan mercancías, la situación humanitaria es terrible, la hambruna está al acecho y reinan la parálisis, la violencia y la anarquía en Haití, el país más pobre de América. Desde fines de febrero, cuando el primer ministro Ariel Henry, que renunció, no pudo regresar desde Kenia, donde había ido a firmar un acuerdo para importar una fuerza de seguridad multinacional para restaurar el orden, el vacío de poder llevó a unas 200 bandas criminales a expandir su control en diversas zonas de la capital y sembrar devastación y terror. “La situación es catastrófica, el país ha colapsado, la gente vive aterrada, el sonido común es el de los tiroteos… Aunque por suerte todavía funcionan los teléfonos, WhatsApp y Western Union”, dice a LA NACION Jocelyn McCalla, uno de los máximos expertos en Haití, miembro de la Haitian-American Foundation for Democracy.
Para él Haití, un país un poco más chico que Bélgica, con 11 millones de habitantes, conocido por su inestabilidad crónica, dictaduras, desastres naturales -el terrible terremoto de 2010- y el asesinato en julio de 2021 del presidente Jovenel Moise, se encuentra en el peor momento de su historia. “Haití ha tocado fondo, hay una crisis multidimensional”, admite. “Pero justamente por eso y más allá de esa imagen de país imposible, siempre sumido en el caos, con crisis cíclicas que nadie puede resolver, creo que puede aprovechar esta crisis terrible como una oportunidad para resurgir, sobre todo si su pueblo recobra la confianza en su capacidad de gobernar”, asegura este experto, al recordar que hace casi dos siglos, cuando exesclavos y nativos haitianos se unieron, lograron derrotar a los franceses, poniéndole fin a la esclavitud y creando la primera república negra del mundo el 1 de enero de 1804.
McCalla, que viajó a Europa para hablar primero ante un foro en Ginebra y luego ante el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano e Integral del Vaticano, describió una situación infernal en el país en el que nació hace 69 años, que dejó a los 13 años cuando su madre, que había emigrado a Estados Unidos logró llevarlo hasta allí, donde vive.
“En Haití la mayoría de las instituciones no funcionan porque no tienen protección, no hay seguridad y las cerca de 200 bandas criminales que controlan el país, que yo prefiero llamar grupos paramilitares porque tienen armas, dinero y crecieron en los últimos años a través de los secuestros, la droga y el contrabando, han devastado la capital”, denuncia. “Las bandas, formadas por expolicías en muchos casos, destruyeron hospitales, escuelas, bibliotecas, clínicas, cárceles y siguen secuestrando maestros, médicos, profesionales”, relata, alarmado. “Miles de personas se han ido del país y en los últimos meses, en los que según Naciones Unidas hubo 1500 muertos en episodios de violencia, unas 30.000 han debido huir de la capital. El aeropuerto principal está cerrado, las aerolíneas suspendieron sus vuelos y Haití se encuentra aislado desde el aire, desde el mar, porque también se encuentran cerrados los puertos, en manos de las bandas y desde tierra, ya que la frontera con República Dominicana también se encuentra cerrada, con consecuencias catastróficas porque falta de todo”, advierte.
Pese a todo esto, McCalla sorprende al describirse “cautamente optimista” en cuanto al futuro. Aunque no fue noticia en el mundo, el jueves pasado, luego de idas y venidas, logró asumir un Consejo de Transición Presidencial de 9 miembros -7 votantes y dos observadores- que durará dos años y que tendrá el enorme desafío de retomar el control, reestablecer el orden y gestionar una delicada transición para poner las bases para que Haití pueda tener un gobierno legítimo. Para ello, la clave es “detener o neutralizar a las pandillas”, algo que sólo será posible con asistencia externa, es decir, con el envío de una fuerza multinacional de seguridad, cree McCalla, que subrayó que esta fuerza no debería quedarse mucho tiempo, sino el tiempo necesario para reestablecer el orden.
“El Consejo de Transición Presidencial necesita urgente de una nueva fuerza policial, de armas, de un comandante, y por eso necesita de asistencia externa, de efectivos de otros países”, destacó. Subrayó, por otro lado, que “no se puede negociar con las bandas criminales”, lideradas por Jimmy “Barbecue” Chérizier, un expolicía que se presentó hace unas semanas ante la prensa como una suerte de revolucionario y que pidió ser incluido en las conversaciones. “Barbecue evidentemente usa a los medios en forma sofisticada, pero la narrativa es muy distinta: no es un héroe sino un psicópata, como todos los criminales que están con él, que destruyeron escuelas y hospitales… Y el Consejo de Transición Presidencial tendrá éxito solamente si logrará derrotar a Barbecue y sus bandas, si podrá rehabilitar a los jóvenes que las integran porque no tienen otras opciones, dándoles un trabajo verdadero y si podrá convocar a la gente de Haití a un gran diálogo nacional para que haya un desarme general y una comisión de verdad justicia y reparación para los más de 300.000 desplazados provocados por la violencia de las bandas criminales”, sentenció.
¿Cómo pudo Haití llegar a esta situación? Al margen de considerar que la raíz de las bandas criminales actuales se remonta a los “Tonton Macoute”, los terribles grupos paramilitares que solía usar para eliminar a la oposición el dictador haitiano François Duvalier (1907-1971), denominado “Papa Doc”, McCalla no tuvo dudas en echarle la culpa de la catástrofe a la comunidad internacional, a las Naciones Unidas y especialmente a Estados Unidos, que tiene allí la voz cantante. “En las últimas décadas a un Haití empobrecido, en crisis, con problemas de corrupción enormes, inequidad, injusticia, pobreza, arrasado por un terremoto terrible en 2010, que ya se encontraba en su lecho de muerte, siempre se le impusieron las peores decisiones, los peores políticos y así llegamos a esto”, lamentó. “En Haití ha habido una ‘comedia de errores’: errores y más errores, apilados uno sobre el otro, de los que nadie se hace responsable”, criticó, citando a Shakeaspeare. Pero, concluyó, tanto allí como en el mundo hay una gran diáspora de haitianos -unos 2 millones (sólo desde Estados Unidos envían cada año 3 billones de remesas) dispuestos ahora luchar para que, en una nueva oportunidad, Haití pueda resurgir de sus cenizas.
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