Javier Milei en España: Vox, el partido de ultraderecha que se consolidó en España y teje alianzas internacionales
La formación de Santiago Abascal surgió desde un ala crítica del Partido Popular, el tradicional espacio conservador que hoy representa su principal desafío
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BARCELONA.- Cuando Vox se presentó en sociedad a principios de 2014, pocos imaginaban que una década después esta formación política ocuparía puestos de responsabilidad política en los gobiernos de diversas autonomías, como en Aragón o la Comunidad Valenciana.
Entonces, parecía que sería un nuevo intento fallido de crear un proyecto de extrema derecha en España, una ideología desprestigiada a ojos de buena parte de la población por su vinculación con la dictadura franquista.
Pero en pleno siglo XXI, el contexto era ya muy diferente. Un sentimiento de malestar y angustia recorre las sociedades europeas, e impulsa a los partidos de ultraderecha de Finlandia a Italia pasando por Alemania. Y España no es una excepción, pues Vox -el partido de ultraderecha que este fin de semana celebrará una conferencia en Madrid con invitados internacionales, entre ellos, Javier Milei- cuenta ya con un espacio consolidado.
A diferencia de anteriores proyectos vinculados a pequeñas formaciones franquistas o neonazis, como Alianza Nacional, los políticos detrás del nacimiento de Vox pertenecían al alma más conservadora y nacionalista del Partido Popular (PP). De hecho, todos ellos ocupaban o habían ocupado cargos en el PP.
Este es el caso de Santiago Abascal, su actual líder y exdiputado del Parlamento vasco por el PP, o Alejo Vidal-Quadras, eurodiputado popular. Todos ellos eran críticos con el entonces presidente Mariano Rajoy, al que consideraban demasiado tibio en cuestiones como la defensa de los valores tradicionales, la unidad nacional o el neoliberalismo económico.
En sus inicios, Vox contó con dos apoyos fundamentales que le permitieron hacer llegar su mensaje a la sociedad y despegar entrando en las instituciones políticas: el de algunos grupos mediáticos o periodistas radicales, que definían al PP como “la derechita cobarde”, y de la organización ultracatólica “Hazte oír”, contraria a cualquier tipo de derecho al aborto y a los derechos de la comunidad LGTBI. De hecho, la primera rueda de prensa de Vox una vez ya constituido como partido fue en un local cedido por Hazte Oír.
Meses después de su creación, tuvo su primera cita con las urnas, en las elecciones europeas de 2014. Recibió un 1,57% de los sufragios, y se quedó a tan solo un puñado de votos de entrar en el Parlamento Europeo. También fracasó en su propósito de entrar en las instituciones en las elecciones generales de 2015. Sin embargo, a partir del siguiente ciclo electoral, el partido protagonizó una irrupción fulgurante elección tras elección. Primero en algunas elecciones autonómicas -superó el 10% en Andalucía-, luego en las municipales, culminando su ascenso en las generales de 2019, en las que obtuvo un 15% de los votos y 52 diputados.
El vínculo con el PP
Los buenos resultados de Vox se combinaron con un hundimiento generalizado del PP, sacudido por varios escándalos de corrupción que chamuscaron incluso a su cúpula. Por lo tanto, no pudieron entrar en el gobierno de ninguna institución importante. Ese paso llegaría tras las elecciones autonómicas y municipales de mayo del año pasado. Una marea conservadora desalojó del poder al PSOE en diversas autonomías y alcaldías, y en muchas de ellas, la investidura del candidato del PP requirió algún tipo de pacto con Vox.
En algunos casos, el apoyo fue externo, pero en otros, el partido entró a formar parte de gobiernos de coalición. Ello se tradujo en una serie de medidas y declaraciones polémicas en cuestiones como la violencia machista o la supresión de derechos LGTBI. Décadas después, la extrema derecha volvía a gobernar en algunas regiones españolas.
Se había terminado con un viejo tabú, pero el líder popular, Alberto Núñez Feijóo, pagó un alto precio por haberlo permitido: la izquierda se movilizó y evitó una victoria clara del PP en las elecciones celebradas dos meses después.
Durante todo este tiempo, el partido ha contado con el firme liderazgo de Santiago Abascal, candidato en todas las elecciones generales disputadas hasta la fecha. Esto no significa que el ascenso de Vox no haya estado exento de turbulencias internas e incluso intentos de escisión, como el de Macarena Olona, estrella ascendente en el partido. Asimismo, las diferencias ideológicas provocaron la estrepitosa dimisión de otro de sus líderes, Iván Espinosa de los Monteros, representante del alma más neoliberal del partido, disgustado por el creciente poder del sector ultracatólico.
Uno de los factores que actuó como viento de cola en el despegue inicial de Vox fue el desafío soberanista en Cataluña, sobre todo el referéndum de 2017, pues sacó a relucir el comoponente más nacionalista de la sociedad española. Desde sus inicios, el programa del partido recogía una recentralización que pusiera fin al estado autonómico, el único partido que recoge esta medida. Así pues, Vox se convirtió en el refugio de aquellos que optaban por una política de mayor mano dura con Cataluña para resolver el conflicto territorial.
Asimismo, el contexto internacional también ha jugado a favor de la consolidación de Vox. En Europa sobre todo, pero también en otros lares, se registra un claro avance de la extrema derecha, beneficiada por la erosión del poder adquisitivo de la clase media, el hastío con la clase política o el miedo a los efectos de los cambios tecnológicos y el ascenso de la inmigración.
De hecho, una vez relajada la tensión en Cataluña, el rechazo a la inmigración se ha convertido en el tema central en los discursos de Vox. Abascal ha sabido aprovechar este contexto, trabando alianzas con referentes internacionales de este espacio político, como Giorgia Meloni en Italia o Javier Milei en la Argentina.
Curiosamente, la mayor amenaza para el proyecto de Vox no proviene desde la izquierda, sino de su aliado en la oposición de derecha. Entre el PP de Feijóo ha cundido la idea de que su camino más llano hacia la Moncloa pasa por volver a recuperar la unidad de la derecha española fagocitando a Vox, aunque eso implique adoptar parte de su programa.
Por eso, en la reciente campaña catalana, Feijóo adoptó un discurso xenófobo parecido al de Vox. Sin embargo, los resultados en Cataluña, en los que Vox aumentó en votos y mantuvo sus escaños, sugieren que el partido ha logrado consolidar un espacio. Viendo los vientos que soplan de Europa, y a semanas de las elecciones de la UE, todo indica que Vox ha llegado para quedarse.
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