Javi López: “La guerra de Putin revitalizó y le dio un nuevo sentido a la OTAN”
Copresidente de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana, el diputado español sostiene que el conflicto desatado por Rusia hará sobre todo más fuerte y autónoma a la Unión Europea de cara a futuras amenazas militares y estratégicas
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El legislador español Javi López, diputado del Parlamento Europeo, ya tuvo suficiente con Rusia. No quiere saber nada más de su gas, de su petróleo… sobre todo de sus guerras. Quiere una Europa más fuerte, compacta, con capacidad de actuar de manera coordinada y decidida contra este tipo de agresiones arteras e inesperadas, como la sucedida en el extremo de las fronteras europeas contra Ucrania.
De visita en Buenos aires para la 14ta Sesión Plenaria de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamérica, López, copresidente de la Asamblea, sostuvo que primero la pandemia, y luego la guerra en Ucrania, ayudaron a dar forma a nuevas realidades en la Unión Europea, la cual a su juicio saldrá fortalecida del doble terremoto.
“La guerra de Putin revitalizó y le dio un nuevo sentido a la OTAN”, dijo López en diálogo con LA NACION, y destacó sobre todo el nuevo vigor de la Unión Europea.
-¿Cómo vio la respuesta de Europa a la guerra?
-Yo creo que Putin con la invasión a Ucrania ha acabado consiguiendo básicamente todo lo contrario de lo que perseguía. Primero, probablemente nada en la historia haya fortalecido más el sentimiento de pertenencia autónomo de los ucranianos al Estado de Ucrania. Segundo, ha cohesionado la Unión Europea. Y tercero, ha revitalizado y dado un nuevo sentido a la OTAN después de tres décadas de la caída del Muro de Berlín. Esos son los efectos que ha provocado Putin en seis semanas desde de la invasión.
-¿Cómo cree que seguirá este proceso?
-No sabemos el final de la guerra, estamos en un escenario de incertidumbre radical. Pero sí sabemos una serie de cosas que va a provocar esto, que es cohesionar a los socios europeos, empujar a la Unión Europea a hablar un lenguaje más duro, coercitivo, y probablemente sea también un canal en la integración en seguridad y defensa. La pandemia nos hizo dar un paso hacia adelante en la integración económica, probablemente como no habíamos dado desde el nacimiento de la moneda única. Con la pandemia se decidió hacer una política de inversiones contracíclica, de carácter europeo, por primera vez. Emisión de deuda común e inversiones comunes, básicamente digitales y verdes.
-La ayuda a Italia que también fue fuertísima…
-En esas políticas se vio beneficiado sobre todo el sur de Europa. Es una política diametralmente opuesta a la que se hizo en la última crisis económica, la del 2008, la financiera, que fueron recetas de ajuste presupuestario. Ahora lo mismo que pasó en términos económicos producto de la pandemia, es probable que la guerra lo provoque en el ámbito de la seguridad y la defensa: compactarse, alinear objetivos estratégicos, aprender a coordinar mejor las herramientas de seguridad y defensa. Los europeos tenemos que aprender a hablar en el mundo en el que operamos, que es un mundo de alta competencia geopolítica.
-Ese mundo también incluye a Rusia, pero también a Estados Unidos. ¿Cómo vio la coordinación de Estados Unidos y Europa desde la invasión rusa a Ucrania?
-Por un lado, la nueva situación revitaliza la OTAN y nuestro vínculo atlántico. Ha habido una coordinación con la Casa Blanca y con Europa, muy alineada, muy potente, se ha actuado de la mano, y eso es positivo. Pero al mismo tiempo, también le dice a Europa que su seguridad no puede depender de un tercero. La idea es tener una Europa que sea autónoma estratégicamente. Capacidades propias, posiciones propias, alianzas propias. Reconociendo la importancia que tiene nuestro vínculo atlántico. Pero no podemos depender de quién está en la Casa Blanca.
-¿La salida de Gran Bretaña, sin contar todo el drama que fue, podría favorecer esta postura autónoma?
-La salida británica, que por un lado está basada en malas ideas, ideas bastante tóxicas, de repliegue identitario, probablemente ha permitido dar estos pasos en términos de integración durante los últimos años, en el ámbito económico en la pandemia y ahora en materia de política exterior y de seguridad, que es lo que deberíamos hacer. Así que: más vínculo atlántico y más autonomía estratégica. Es lo que yo creo que va a provocar la guerra.
-Una cosa no quita la otra…
-Puede parecer contradictorio, pero no lo es. Imaginemos que nos pasa esto con Trump. Hubiera sido diferente, y nadie nos asegura que no vaya a haber nuevos Trumps en el futuro. No hubiera sido garantía de seguridad para Europa. De hecho, envió mensajes muy claros al respecto durante su presidencia. Digámoslo claramente: él ha tenido unas relaciones muy especiales con Putin. Y continúa haciendo declaraciones al respecto después de la invasión.
-O sea que si esto hubiera pasado hace dos años…
-Hubiera sido diferente.
-Y peor…
-Sin duda. Desde el año 45 la seguridad de Europa ha dependido del paraguas atlántico. Hoy creo que es evidente que necesitamos trabajar con nuestros vínculos atlánticos, pero generar autonomía suficiente con capacidades, mecanismos de decisión propios, pero que también incluya el lenguaje duro. Y eso tiene que ver con la política de seguridad y defensa. De hecho, hay un cambio estratégico en el continente. Alemania ha cambiado setenta años de política alrededor de eso. Tenía una política de neutralidad en el ámbito militar, nunca había hecho asistencia militar a un país en guerra. Hoy la hace a Ucrania. La guerra la obligó a revolucionar su gasto en el ámbito de la defensa, y a pensar en clave estratégica y endurecer su posición con Rusia.
-¿Qué va a pasar con las compras de Europa del gas y petróleo rusos? ¿Eso también está cambiando?
-Tenemos que acabar con nuestra dependencia, que es casi una adicción, a las energías fósiles, y especialmente a las energías fósiles rusas. Hemos acabado con la compra de carbón ruso, pero deberíamos acabar con las importaciones de petróleo y de gas. Porque no tiene sentido que estemos financiando a un agresor, y al mismo tiempo también estemos financiando las armas y hasta haciendo asistencia militar al agredido. Lo que se pagaba a Rusia por energías fósiles son mil millones de euros al día. Esta lógica de la dependencia te genera vulnerabilidad. Nosotros somos partidarios, el Parlamento Europeo, de reemplazar las importaciones por energías verdes y fuentes alternativas.
-¿Cómo ve la relación Rusia-América Latina?
-Yo destacaría el papel en las votaciones de la región en Naciones Unidas, que para nosotros han sido muy importantes, y recordatorio de la relevancia y el potencial que tiene la alianza entre Latinoamérica y Europa. No se vota a favor o en contra de Rusia. El debate es si queremos un mundo ordenado por normas que apliquen a todos los Estados independientemente de su fuerza, o si creemos que las diferencias deben dirimirse otra vez por la fuerza. Una amplísima mayoría de Estados latinoamericanos apoyaron las dos resoluciones de la ONU sobre la agresión de Rusia, y apoyaron también mayoritariamente –con algunas abstenciones relevantes- la resolución de expulsión del Consejo de Derechos Humanos. Cuando ha habido votaciones relevantes, de vértigo, de amenaza para Europa, Latinoamérica estaba apoyando nuestras posiciones. Reconocemos el papel de la Argentina y la región, y hemos tomado buena nota.
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