Janja da Silva: la mujer de Lula gana un poder inédito para una primera dama en Brasil y despierta polémica
Es 21 años menor que el presidente, tiene más de 2 millones de seguidores en Instagram, y gana presencia en las actividades oficiales e incluso en las reuniones del gabinete
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BRASILIA.- Sombra del presidente Luiz Inácio Lula da Silva en las reuniones de gabinete; voz con poder de veto sobre campañas oficiales; y hasta columnista internacional de opinión. Omnipresente.
A siete meses del inicio de gobierno, Rosângela “Janja” da Silva, la esposa del presidente de Brasil, eleva el perfil y gana una influencia y poder inéditos para una primera dama en el mayor país sudamericano, al mismo tiempo que su figura incomoda tanto a propios como ajenos.
Desde su oficina, en el tercer piso del Palacio presidencial del Planalto, pegada a la del presidente, la socióloga feminista, de 56 años, trabaja como consejera de su marido y cuenta con poder de veto dentro del Ejecutivo, algo que ha incomodado a ministros y viejos aliados de Lula.
Aunque no cuenta formalmente con un cargo, políticos del oficialismo han reclamado por su injerencia en asuntos variados, un perfil alto que ya había demostrado en la campaña para las presidenciales del año pasado, cuando Lula derrotó al expresidente Jair Bolsonaro (2019-2022).
Sus funciones van desde la posibilidad de dar de baja reuniones de Lula con ciertos parlamentarios, una participación en reuniones de gabinete en las que no guarda sus opiniones y hasta un poder de veto en la revisión de propaganda oficial antes de que comience a ser transmitida, según reportó recientemente el diario O Estado de S. Paulo.
“A veces me preguntan: ¿Usted se mete demasiado? No me meto, apenas hablo. Sería más fácil si fuese apenas útil, pero no puedo”, dijo la propia Janja, 21 años menor que Lula, el mes pasado, en un acto con mujeres quilombolas -descendientes de esclavos-.
Agenda propia
Con agenda propia, en los primeros seis meses de gestión, Janja se reunió con al menos siete integrantes del primer escalón del gobierno -entre ellos Rui Costa, jefe de gabinete, y el ministro de Comunicación, Paulo Pimenta- en al menos 86 ocasiones.
“Janja controla el entorno del presidente. Actúa como un filtro de quién tiene acceso o no a Lula, que está con una edad avanzada y ya no tiene la misma disposición que en sus otros dos mandatos (2003-2010)”, dijo a LA NACION Leandro Consentino, politólogo del instituto Insper de San Pablo.
Aliados de Lula, incluso, han cuestionado que el presidente suele almorzar casi cotidianamente con la primera dama, ocupando tiempo útil para reuniones de articulación política con parlamentarios.
“Las quejas son por dificultad adicional que existe en las negociaciones con el presidente. Lula siempre fue alguien de mucho diálogo y fácil acceso, pero ahora cuenta con un filtro que no existía cuando estaba casado con Marisa Letícia (su exesposa fallecida en 2017)”, explicó Consentino.
En su rol de consejera, la esposa del presidente llegó a alertar a su marido sobre el impacto negativo que podría generar una reducción de espacio aún mayor de mujeres entre los 37 ministerios, ahora bajo liderazgo femenino en 10 de ellos -antes 11-, luego del despido de Daniela Carneiro de Turismo el mes pasado.
A fin de julio, debutó como columnista del periódico francés Le Monde, con un artículo sobre el “papel femenino en la construcción de la paz” y la “importancia de las mujeres en los espacios políticos de decisión”. Toda una declaración.
Marco Antonio Teixeira, profesor de ciencia política de la Fundación Getulio Vargas, afirmó que “desde la redemocratización (1985) en Brasil nunca una primera dama tuvo tanto protagonismo”. En una escala menor, Ruth Cardoso, esposa del presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2022), promovía acciones solidarias en paralelo al gobierno.
“Acompañaba al presidente, pero no interfería” como Janja, dijo Teixeira.
Las críticas a la primera dama también abundan, con mayor naturalidad, en las filas de la oposición. En especial, en las redes es acusada frecuentemente de mostrar lujo en accesorios y ropa, que la alejarían de su supuesto perfil popular.
En marzo, por ejemplo, durante una visita oficial a Lisboa, Portugal, fue fotografiada saliendo de una tienda boutique de la marca Ermenegildo Zegna con una bolsa en la mano.
“Sale de compras en tiendas de lujo en Europa. ¡Y todavía hay quienes dicen que Lula es el padre de los pobres!”, espetó el diputado Kim Kataguiri, de Unión Brasil.
La primera dama aseguró, en mayo pasado, en un evento con la ministra de la Mujer que su objetivo será “resignificar el papel de la primera dama”.
“Quiero estar involucrada y próxima de las causas que más me tocan: mujeres, seguridad alimentaria y protección de niños y jóvenes”, dijo quien se define como “petista” -militante del Partido de los Trabajadores (PT)- de pura cepa desde 1983 en su perfil en Twitter, plataforma ahora llamada X, asegurando ser “todos los días” blanco de “misoginia” por su papel como primera dama.
Inspirada en Evita
Janja comenzó su noviazgo con el presidente de Brasil en 2018, poco antes de que el presidente quedara preso en Curitiba por corrupción y lavado de dinero, pero su relación se hizo pública un año más tarde. En mayo del año pasado, se casaron.
La primera dama de Brasil llegó a definir a Eva Perón como “inspiradora”. Una admiración que mostró en enero, durante un viaje oficial a Buenos Aires en el que posó en el balcón de la Casa Rosada y publicó su imagen en Instagram con el mensaje “La historia de una mujer fuerte e inspiradora sucedió aquí”.
También es una figura relevante en las redes. Con 2,2 millones de seguidores en Instagram y 1,2 millones en Twitter, comparte posteos de su vida cotidiana, interactúa con seguidores y comparte actividades políticas.
En la primera parte del año hizo varios lives en sus perfiles con ministros de gobierno para divulgar políticas oficiales, estrategia pensada para alcanzar públicos menos politizados, en especial entre mujeres y jóvenes.
Una figura que le aporta a Lula, un político de casi 80 años, un “rejuvenecimiento” y una conexión mayor con la “población joven” y con “cuestiones de identidad de la izquierda”, puntuó Consentino.
A diferencia de Michelle Bolsonaro, esposa del expresidente que cobró protagonismo en la campaña para las presidenciales, Janja emerge como una figura con capital propio, no apenas accesoria al presidente, concluyó Teixeira.
“Michelle era una manera de ablandar la imagen de Bolsonaro, más que convertirla en protagonista de algo”, dijo el profesor de la FGV.
Janja, en cambio “actúa menos en apoyo a alguien y más en torno a ella misma” y, potencialmente a “algún proyecto político que en el futuro pueda tener”, concluyó.
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