Jake Sullivan, el asesor de Seguridad y “alter ego” de Biden que está reunido con Alberto Fernández
El consejero de Seguridad Nacional fue una figura clave en el acuerdo nuclear entre Estados Unidos e Irán, asesora a los demócratas desde 2008 y tiene una postura frente a China más rígida que la de Donald Trump; visitará la Quinta de Olivos el viernes al mediodía
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“Cuando Jake vino por primera vez a trabajar conmigo, le conté a mi marido acerca de esta increíble y brillante estrella en ascenso, becario Rhodes y estudiante de Yale; él me dijo: ‘Si alguna vez aprende a tocar el saxo, tené cuidado’. Ahora, viajamos juntos por todo el mundo y la gente dice que está ansiosa de conocer al potencial futuro presidente de los Estados Unidos; por supuesto, se refieren a Jake”. Las palabras fueron pronunciadas por la excandidata presidencial por el Partido Demócrata y exsecretaria de Estado de Barack Obama, Hillary Clinton, en una entrevista con el medio Foreign Policy, en 2012. Se refería a Jake Sullivan, el ahora consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, que está reunido hoy con el presidente Alberto Fernández en el marco de una gira regional.
El flamante funcionario estadounidense, de tan solo 44 años, tiene un extenso currículum político ligado al establishment demócrata de Washington. Fue un asesor clave en las campañas presidenciales de Biden, Clinton y Obama, y devino en mano derecha de la exsenadora cuando asumió la secretaría de Estado, en 2009, tras perder su batalla interna contra Obama. Para 2013, Sullivan había escalado aún más en la mesa chica del Poder Ejecutivo: se convirtió en asesor de seguridad nacional del entonces vicepresidente, Joe Biden, y uno de los principales alfiles en su círculo de confianza. Hoy, es su alter ego.
Tras la asunción del gobierno republicano, Sullivan tomó distancia de la política. Se convirtió en miembro del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, creó la ONG National Security Action y dictó clases en la facultad de derecho de la Universidad de Yale –en donde, en 1998, había recibido un título de grado en Ciencias Políticas y Estudios Internacionales, y, en 2003, completado un doctorado en derecho–. Este año regresó a la Casa Blanca de la mano de Biden, para ayudar al jefe de Estado a unir las piezas del rompecabezas internacional, sacudido por las políticas de Donald Trump.
Pero lejos de buscar poner paños fríos a la creciente rivalidad de Estados Unidos con otras potencias, como China, Sullivan sentó, desde un comienzo, una postura intransigente: apunta a que el actual gobierno sea más duro con Xi Jinping que el anterior. Se rehúsa a negociar con China en cualquier campo, sea tecnológico, económico o, incluso, sanitario –a pesar del contexto de pandemia por coronavirus–; busca desmantelar los lazos geopolíticos del gigante asiático.
Ya en 2019, en una conferencia de prensa que dictó en el Instituto Hudson de Washington, el actual consejero presidencial sugirió que la estrategia de Estados Unidos debía “centrarse especialmente en separar a China, Cuba y Rusia de Venezuela, a través de cualquier medio disponible”. Propuso, en ese entonces, ejercer “más presión” sobre la isla caribeña, a la cual intenta volver a acercarse, en una marcada diferencia con la estrategia de alejamiento que encarnó Trump.
“Más presión a Cuba y mostrarle a Cuba que puede haber algo para ellos si están dispuestos a ayudarnos en esto”, dijo Sullivan, en referencia a su voluntad por derrocar al régimen de Nicolás Maduro, con el cual también se pronuncia inflexible. El confidente de Biden está dispuesto a ofrecerle a Miguel Díaz-Canel acceso al petróleo que Estados Unidos extrae de Venezuela, a los fines de romper la alianza “revolucionaria” que, aduce, mantienen los gobiernos de izquierda latinoamericanos.
La pesada impronta de Sullivan trasciende su agenda como consejero de Seguridad, y es fácil de reconocer si se recupera su trayectoria en la Casa Blanca. El joven funcionario fue una de las cabezas del acuerdo que Estados Unidos y otras cinco potencias mundiales firmaron con Irán, en 2015, en el que le ofrecieron al país de Oriente Medio el levantamiento de sanciones económicas a cambio de que detuviera su proliferación nuclear, a los fines de poner freno a las amenazas a la paz mundial.
En el camino, tres años antes, su rol fue clave para conseguir el cese del fuego entre israelíes y palestinos en la Franja de Gaza, según detalla un comunicado oficial de la administración de Biden. Pero la dureza de Trump con la República Islámica desestabilizó los logros de las negociaciones y volvió a poner el conflicto en el centro de la agenda de la seguridad nacional; un desafío que Sullivan deberá volver a afrontar.
Respecto de su próximo desembarco en la Argentina, LA NACION pudo saber a través de fuentes diplomáticas que el asesor del presidente Biden se reunirá el viernes con Alberto Fernández para debatir acerca del cambio climático, la seguridad regional, el narcotráfico y las posibilidades de cooperación entre países. China, la Organización de los Estados Americanos (OEA), Venezuela y la Nicaragua de Daniel Ortega también son temas que se pondrán sobre la mesa durante el encuentro en la Quinta de Olivos, sobre los cuales, probablemente, Sullivan deslice lineamientos que disten de los del oficialismo local.
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