Jair Bolsonaro viaja a Rusia: por qué el presidente de Brasil apuesta a su alianza con Vladimir Putin
En campaña para su reelección, el mandatario brasileño busca armarse de alianzas internacionales y mostrarse conectado con el mundo
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BRASILIA.- En noviembre del 2004, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, realizó la primera visita de un jefe de Estado de su país a Brasil. En aquel momento, destacó la importancia estratégica del gigante sudamericano para la política exterior rusa, y la comparó a la que tenían países como China, Francia y Ucrania. Dieciocho años después, el mismo Putin está preparando la recepción al presidente brasileño Jair Bolsonaro, ya en campaña por su reelección, quien debe desembarcar en Moscú a mediados de febrero -poco después del paso de Alberto Fernández por el mismo país- en una de las escalas de una gira que también incluirá contactos con los gobiernos de Hungría y Polonia.
La idea de la visita partió del presidente ruso, confirmaron a LA NACION fuentes del gobierno brasileño, quien lo anunció poco después de entregar credenciales al nuevo embajador de Brasil en Moscú, Rodrigo Baena Soares, en diciembre pasado. A la hora de analizar el viaje del jefe de Estado brasileño -en plena crisis de Rusia con la Unión Europea (UE) y con Estados Unidos por la tensión en la frontera con Ucrania- queda claro que la intención de Bolsonaro es mostrar que, al contrario de lo que dicen sus detractores, no está aislado del mundo.
El presidente brasileño aceptó encantando la invitación de Putin porque sabe que en Moscú será recibido con honores, tal como lo fue el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, su principal rival, en sus visitas a París, Berlín y Madrid, en el segundo semestre del año pasado.
Con Putin, el primer ministro húngaro, Viktor Orban y el presidente de Polonia, Andrzej Duda, el jefe de Estado brasileño se siente muy a gusto. Con todos, Bolsonaro comparte una agenda de valores ultraconservadores, también defendida, entre otros, por la derecha española liderada por el partido Vox, y, en los Estados Unidos, por el expresidente Donald Trump. Ese siempre fue el mundo exterior en el que el presidente de Brasil se movió como pez en el agua, y en la campaña electoral de 2023 no tenía por qué ser diferente. Bolsonaro elige hablarle a su base dura, fiel y que, según analistas brasileños, representa alrededor de 25% del electorado nacional.
Mostrarse como un presidente conectado internacionalmente también puede rendirle algunos apoyos de centro, necesarios para pasar eventualmente a una segunda vuelta. Lula prepara un viaje a México y entre sus colaboradores ya se piensa en una visita a los Estados Unidos.
Bolsonaro, que en todo 2021 solo salió de Brasil para participar de la asunción del presidente de Ecuador, Guillermo Lasso; de la Asamblea General de Naciones Unidas, en Nueva York (donde enfrentó manifestaciones contrarias y críticas por no estar vacunado contra el Covid-19), y realizar un criticado tour por Emiratos Árabes, Bahrein y Qatar, optó por visitar gobiernos muy amigos que le aseguran un viaje sin sobresaltos.
En la opinión de Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getúlio Vargas (FGV), “el principal objetivo de Bolsonaro es generar noticias positivas”.
“Rusia es una gran potencia, y a pesar de la crisis entre Rusia y la UE por la tensión con Ucrania, eso a Bolsonaro no le importa, porque su relación con los europeos no podría ser peor. Lo mismo vale para los Estados Unidos”, asegura Stuenkel. Según el profesor de la FGV, “en Brasil la imagen de Rusia no es mala, a pesar de que Putin sea un líder antidemocrático. Eso solo lo ven personas que entienden del tema, para la gran mayoría de los brasileños no es así”.
Si para los críticos de Bolsonaro, una foto con Putin u Orban genera rechazo inmediato, para la base de apoyo bolsonarista la reacción es totalmente contraria. Y eso es justamente lo que busca el presidente de Brasil: derribar la teoría de que no tiene aliados internacionales de peso.
Intereses en juego
El último presidente brasileño que visitó Moscú fue Michel Temer, en 2017. Hoy, Brasil acumula un déficit comercial de 4000 millones de dólares anuales con Rusia, principalmente por la importación de fertilizantes rusos (lo que explica la presencia en la delegación brasileña de la ministra de Agricultura, Tereza Cristina). Existen muchos intereses en juego, comentó una fuente del gobierno brasileño, quien recordó que ambos países son socios en el BRICS, grupo que también integran China, India y Sudáfrica.
A ambos presidentes, amplió la fuente, “les interesa un encuentro bilateral en este momento”. “Para Putin, es una oportunidad de recibir apoyo en medio de sus disputas con la UE y Estados Unidos. Para Bolsonaro, una manera interesante de arrancar el año electoral con un viaje de alto estilo en una potencia global”.
El presidente brasileño espera, por ejemplo, que Putin exprese su apoyo a la aspiración brasileña de ocupar un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, del cual Rusia es parte. Brasil acaba de iniciar un mandato rotativo de dos años en el organismo. Cuando se le pregunta a una fuente brasileña sobre la crisis con Ucrania, la respuesta es que ese no es un problema de Brasil.
Socio disputado
Mientras tanto, Rusia y Estados Unidos juegan sus cartas para tener a Brasil de aliado ante una eventual escalada del conflicto. El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, se comunicó hace pocos días con el canciller brasileño, Carlos França, para solicitar que Brasil, si fuera necesario, tenga una posición fuerte y contundente sobre la crisis entre Rusia y Ucrania. La respuesta del canciller de Brasil fue que su país defenderá, siempre, el diálogo constructivo como medio para alcanzar soluciones. Claramente, no es lo que espera el gobierno de Joe Biden.
La agenda bilateral entre Brasil y Rusia también incluye temas como inversiones rusas en las áreas de petróleo y gas, cooperación espacial y cultural. Después de su visita a Brasilia, en 2019, Putin realizó una reunión virtual con Bolsonaro en 2020 y en ese momento aseguró que Bolsonaro reunía “las mejores cualidades masculinas”. El presidente brasileño retribuyó el elogio en otra reunión virtual organizada el año pasado y en la misma dijo que las relaciones entre Brasil y Rusia constituyen “una alianza estratégica”.
Para la investigadora y profesora del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI) de la Universidad Católica de Río de Janeiro, Monica Herz, “este no es un viaje de política internacional, es la reafirmación, por parte de Bolsonaro, de su posición en la confrontación con el PT, lo mismo que hizo en 2018″. “Bolsonaro juega para su base electoral, opta por otros líderes autoritarios, mientras Lula juega en el campo democrático. Para Putin, esta visita es parte de su articulación internacional con la extrema derecha en el mundo”, comenta Herz.
Los viajes al exterior de Lula han tenido gran impacto en la prensa internacional y, en menor medida, en la brasileña. Los vínculos con otros países siempre fueron una de las especialidades del expresidente y candidato brasileño, desde la época en que era uno de los líderes sindicales más fuertes de Brasil.
La profesora e investigadora de Relaciones Internacionales de la Universidad de Estado de Río de Janeiro (UERJ) Miriam Gomes Saraiva cree que el viaje de Bolsonaro busca “equilibrar espacios con Lula, que viene teniendo éxito en sus visitas al exterior”.
“El presidente quiere suavizar la imagen de un jefe de Estado aislado del mundo, terminar con la narrativa de que hoy nadie se interesa por Brasil”, concluyó la profesora.
Los detalles de las visitas internacionales de Bolsonaro todavía están siendo definidos. En Brasilia se comenta que existe cierta preocupación entre autoridades polacas por eventuales protestas en contra del presidente brasileño en su territorio. Eso no preocupa en lo más mínimo a los rusos, que controlan férreamente a sus opositores.
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