Jair Bolsonaro retoma el control de la agenda de campaña al reforzar sus ataques a la justicia electoral
Los opositores del presidente brasileño lo acusan de intentar desviar la atención de los problemas económicos del país
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BRASILIA.– A fuerza de ataques a las instituciones y un renovado desafío al sistema de urna electrónica con miras a la elección de octubre, el presidente Jair Bolsonaro reforzó las últimas semanas el control del debate público en Brasil.
Además de enviar una lista de sugerencias para adoptar en el escrutinio a través de un representante de las Fuerzas Armadas en un consejo del Tribunal Superior Electoral (TSE), Bolsonaro prometió la semana pasada contratar una auditoría privada que podría “complicar” la implementación de la urna electrónica el 2 octubre, fecha prevista para la primera vuelta.
El derechista volvió a apuntar a la justicia electoral luego del indulto al diputado aliado Daniel Silveira, condenado por la Corte por promover actos antidemocráticos.
Mientras sus opositores apuntan que el presidente está creando una vez más, una “cortina de humo” para desviar la atención de los problemas económicos del país, la justicia electoral mide esfuerzos para responder las acusaciones falsas.
El presidente del TSE, Edson Fachin, subió el tono el jueves al asegurar, sin mencionar al presidente, que las “fuerzas desarmadas” son quienes se ocupan de las elecciones.
En un momento de tensión con las fuerzas armadas, que a través de su representante en la justicia electoral apoyó el discurso del presidente lanzando cuestionamientos a la transparencia del proceso electoral, Fachin dijo que la justicia electoral no se va a doblegar ante “quien quiera que sea”.
“Diálogo sí, colaboración sí, pero, en la justicia electoral, quien da la palabra final es la justicia electoral. Y así será durante mi presidencia y estoy seguro que eso seguirá también en la gestión del ministro Alexandre de Moraes”, dijo el presidente del TSE, cuyo lugar será ocupado por De Moraes el mes de elección.
Fachin visitó junto a los otros seis ministros del TSE una sala donde un grupo de hackers intentó –sin éxito– vulnerar el sistema que será usado en las elecciones de octubre.
“Subí un poco el tono, pero era necesario”, dijo Fachin a otros dos colegas, luego de la prueba de seguridad y de un pronunciamiento a periodistas.
La posibilidad de episodios de violencia durante los comicios está “en el radar” de la justicia electoral, confió a LA NACION un colaborador del TSE, que sigue con preocupación la escalada verbal y las proclamas golpistas del presidente.
Con preocupación por una escalada de violencia durante la elección, en octubre, los magistrados han intentado responder los ataques del presidente en un delgado equilibrio.
“Hay que responder, pero en la dosis justa. El presidente está queriendo instalar una agenda ficticia y no queremos ayudar con eso”, dijo a LA NACION, con frustración, un colaborador del Tribunal Superior Electoral (TSE).
Bolsonaro, en tanto, intentó bajar el tono de su desafío el jueves último. “Las fuerzas armadas no están metiéndose, fueron invitadas para ampliar la transparencia y seguridad (...) pueden hacer el acompañamiento y fiscalización del proceso electoral”, dijo el mandatario.
“No existe interferencia, nadie quiere imponer nada ni atacar las urnas electrónicas, ni la democracia. La transparencia de las elecciones es cuestión de seguridad nacional, nadie quiere tener dudas cuando termina la elección si aquel candidato ganó o no, o si el que perdió, perdió”, agregó.
Aliados de Luiz Inácio Lula da Silva, favorito en las encuestas, evalúan que el expresidente izquierdista no debe entrar en el debate generado por proclamas golpistas de Bolsonaro contra el sistema electoral, al considerar que el mandatario gana espacio a medida que crecen las polémicas.
La economía, punto flaco
Asesores del izquierdista consideran que el presidente se alimenta políticamente de crisis fabricadas. En cambio, aseguran que el expresidente debería concentrarse en debatir el curso de la economía brasileña.
“Existe una cortina de humo desplegada por Bolsonaro, pero que puede llevar a un proceso de inestabilidad y de ruptura si se desafía el resultado de las urnas”, dijo a LA NACION Marco Antonio Teixeira, politólogo de la Fundación Getulio Vargas.
La economía sigue siendo uno de los puntos más flacos de la gestión de Bolsonaro. Esta semana, Bolsonaro despidió al ministro de Minas y Energía, Bento Albuquerque, en un supuesto nuevo intento por domar los precios de la petrolera Petrobras, atados a la variación del precio internacional del petróleo.
Un día después, se conoció el dato de inflación de abril, que cerró en 1,06%, la más alta en 26 años, escenario que anticipa una probable nueva suba de la tasa básica de interés –en 12,75% actualmente– para junio.
“Esperamos hacer cambios de personas para disminuir el precio de los combustibles en Brasil. Está previsto en ley que debe tener su papel social en los precios de los combustibles”, prometió Bolsonaro, un día después de la salida de Albuquerque.
El analista destacó que hasta ahora Lula no está consiguiendo “instalar los temas más agudos de la economía y política nacional” en discusión.
“Estamos con inflación alta pero no es asunto, tampoco el alto desempleo persistente. En un año de elección, no se está llevando a debate la evaluación del gobierno, sino un conjunto de arrebatos y amenazas” .
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