Jacinda Ardern y Nicola Sturgeon: dos sorpresivas renuncias revelan los desafíos y las particularidades del liderazgo femenino
Ambas anunciaron sus dimisiones en el último mes y dijeron, entre sus motivos, que tenían menos energía para gobernar; según especialistas, las mujeres todavía enfrentan estándares más altos que los hombres
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La inesperada renuncia de la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, esta semana tras ocho años en el poder y un período de alta popularidad, poco después de la dimisión igual o más sosprevisa de Jacinda Ardern en Nueva Zelanda el mes pasado puso nuevamente el foco sobre el liderazgo femenino en la política y cuáles son los atributos y los desafíos que lo rodean.
“Mujeres como Ardern y Sturgeon, que llegan a los rangos más altos de liderazgo, tienen mucha experiencia y están calificadas para el trabajo. Cuando alcanzan estos roles, han estado manejando altos estándares durante toda su carrera. Desafortunadamente, desafiar los estereotipos, como lo hicieron estas mujeres, todavía puede pasar factura”, señala a LA NACION Amanda Hunter, directora de investigación y comunicaciones de la Barbara Lee Family Foundation, que estudia la representación femenina en la política.
Según la investigación de Hunter, las mujeres enfrentan estándares más altos que los hombres cuando están en el poder. Incluso una vez que una mujer líder ha ganado una elección y ha comenzado a gobernar, los votantes no asumen que está haciendo un buen trabajo en su función: tiene que demostrar su capacidad una y otra vez.
“Hay una cuestión política de fondo, que es que las dos renuncian en un contexto de debilitamiento de imagen, más allá de los motivos que citan en sus renuncias que son igual de válidos y verdaderos”, opina María Emilia Cerra, analista del área de géneros del Centro de Investigación Fundar.
Adern, quien supo ser la líder mundial más joven de la historia en encabezar un gobierno, se enfrentó a críticas por el aumento de la inflación y el descontento con medidas como la vacunación obligatoria, lo que llevó a un descenso de su popularidad en Nueva Zelanda hasta nuevos mínimos en los últimos meses.
Lo mismo ocurrió con Sturgeon, luego de que la aprobación de la ley que facilita la transición de género causara un aluvión de críticas. El primer ministro conservador británico Rishi Sunak rechazó e impulsó el bloqueo de ley, en la primera vez en 25 años que Londres decide limitar las competencias autonómicas. Después de esta polémica, su aprobación bajó un 6% en los últimos dos meses, según datos publicados el miércoles por el instituto de sondeos YouGov.
Energía
Pero hay otro punto que une las situaciones de las dos líderes, y es su discurso de salida. Sturgeon anunció su renuncia como líder del gobernante Partido Nacional Escocés (SNP) alegando que una cara nueva con más “energía” tendría una mejor oportunidad de superar la división política que atraviesa el país. Ardern dijo en un encuentro con miembros de su Partido Laborista que ya no tenía “suficiente energía en el tanque” para seguir en el poder otros cuatro años.
La excanciller argentina Susana Malcorra, quien actualmente preside GWL Voices, una organización civil impulsa la agenda feminista en el ámbito multilateral, opina que “hay una mayor presión sobre las mujeres en la política y esto acentúa la problemática de sostener esa energía y esa fuerza”.
Según Malcorra, el problema principal es el escrutinio al cual se ven sometidas las políticas mujeres a la hora de liderar. “El hecho de que tengan que demostrar absoluta eficacia y eficiencia en lo que hacen, y que también tienen que aparecer desde todo punto de vista como un modelo de perfección, es una vara que no se le exige a los hombres”, opina desde Madrid, donde tiene sede la organización.
Esto es lo que vivió la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, quien en agosto pasado debió salir a defenderse en una rueda de prensa tras semanas de críticas por la difusión de varios videos en los que aparecía divirtiéndose en fiestas privadas, incluso dentro de la residencia oficial. Según afirman las especialistas, la apariencia, el tono de voz y la ropa de las mujeres todavía se examinan a un nivel que no es el mismo para los hombres.
Otra similitud entre ambas renuncias es que las dos dirigentes fueron elogiadas por haber tomado la decisión de retirarse a tiempo.
“Esto muestra un rasgo de las líderes mujeres (no todas), que es la lectura de que llega un punto en el cual es posible que ya no tengan suficiente para aportar. Ambas dijeron que creían que era un momento para un nuevo liderazgo y que requería una energía y fuerza renovada que ellas ya no tenían. Creo que probablemente esto sea una característica femenina; reconocer los límites y saber hasta dónde llegar”, señaló Malcorra.
Representatividad
Mientras el sucesor interino de Ardern es un hombre y la carrera por reemplazar a Sturgeon recién comienza, la representatividad de las mujeres en los espacios de poder sigue siendo una deuda en el mundo.
Según el informe “Liderazgo y participación política de las mujeres” de la Organización de las Naciones Unidas, en septiembre pasado, apenas 28 países de todo el mundo tenían a mujeres al frente de sus Estados o gobiernos. Además, solo el 21% de quienes ocuparon ministerios el año pasado fueron mujeres, y apenas en 14 países los gabinetes de gobierno alcanzaron el 50% o más en la representación de las mujeres. El informe agrega además que, con un aumento anual de apenas el 0,52%, no se alcanzará la paridad de género en los cargos a nivel ministerial antes de 2077.
Para Malcorra, una solución elemental para modificar esta situación es el sistema de cuotas. “Pensar que solamente en el siglo XXII podríamos llegar a la paridad es una locura; hay que trabajar con políticas propositivas que segreguen a favor de la mujer”, dice.
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