Italia rinde homenaje a las víctimas del sismo
En un funeral de Estado presidido por las más altas autoridades fueron despedidos 35 de los 291 muertos
ROMA.- Fue día de luto nacional en Italia. En un clima de enorme conmoción, 35 de las 291 víctimas del devastador terremoto de la madrugada del miércoles pasado tuvieron ayer un funeral solemne de Estado, desgarrador.
"Y ahora, Señor, ¿qué hacemos? Cuántas veces, en el silencio agitado de mis noches de vigilia y espera, le hice a Dios la misma pregunta que ustedes reiteradamente me hicieron en estos días", dijo el obispo de Ascoli Piceno, monseñor Giovanni D'Ercole, que celebró el rito fúnebre en un gimnasio de esa ciudad. "En nombre mío, en el nombre de nuestra gente traicionada por el baile destructor de la tierra: y ahora, ¿qué hacemos? Le pregunté a Dios, ante la angustia y tristeza de seres humanos a quienes les robaron su última esperanza", siguió el sacerdote.
Ante él, alineados, en fila, estaban los 35 ataúdes de madera -entre ellos dos pequeños, de chicos- de las víctimas del pueblo de Arquata del Tronto, de la región de Marche. Al lado de cada cajón, sentados en sillas, con rostros llenos de lágrimas, estaban los familiares, que se abrazaban, intentando darse ánimo. Más allá del calor reinante, algunos se descomponían del dolor.
Detrás de los familiares estaban presentes las más altas autoridades del Estado: el presidente Sergio Mattarella; el primer ministro Matteo Renzi; los presidentes de las Cámaras de Diputados y Senadores; alcaldes de la zona, y figuras políticas. Todos conmovidos, con rostro adusto, según pudo verse en la ceremonia fúnebre, que fue transmitida en directo por RAI 1, el canal estatal italiano.
"No tengan miedo de gritar su sufrimiento, pero no pierdan el coraje. Juntos reconstruiremos nuestras casas e iglesias, juntos volveremos a darle vida a nuestras comunidades, a partir justamente de nuestras tradiciones y de los escombros de muerte", arengó monseñor D'Ercole. Finalmente se pronunciaron los nombres de las 35 víctimas, en su último adiós.
"Los voy a ayudar", prometió Renzi a los familiares de los muertos, al final de la misa fúnebre. "No vamos a dejarlos solos, voy a volver", dijo a los familiares. Conmovido, Mattarella -que por la mañana visitó lo que queda de Accumoli, epicentro del terremoto, y Amatrice, donde murieron 230 personas- abrazó a familiares y tuvo palabras de consuelo.
El presidente agradeció la labor de los rescatistas, que seguían buscando cuerpos entre las ruinas. También se trasladó al hospital de Ascoli para regalarle una muñeca a Giorgia, la niña que cumplió cuatro años tras sobrevivir nueve horas y media debajo de los escombros -junto con su hermana, Giulia, que murió-.
Como en los días anteriores, la tierra no paraba de temblar. A las 4.50 (hora local) de ayer, un sacudón de 4 grados en la escala de Richter volvió a registrarse en la zona. "Hubo 1322 temblores desde el inicio del evento sísmico", confirmó el vicejefe de Defensa Civil, Angelo Borrelli.
Crecían, finalmente, las sospechas de abusos edilicios en la denominada "zona roja", de alta intensidad sísmica, donde ocurrió la tragedia. "La experiencia y la lógica nos dicen que, en Amatrice, las fallas hicieron trágicamente su trabajo. Y esto se llama destino. Pero si los edificios hubieran estado construidos como en Japón, no se hubieran derrumbado", dijo el fiscal jefe de Rieti, Giuseppe Saieva, que abrió una investigación por "desastre culposo".
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