Italia renueva su imagen y recupera el orgullo nacional: ¿de vagón de cola a locomotora de la UE?
Un informe de la OCDE estimó el crecimiento de Italia este año en 6,3%, mayor que todos los demás países de la eurozona e incluso de EE.UU., un rebote que no pasaba desde hace décadas y levantó la moral
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ROMA.- Por primera vez en décadas, Italia se acerca a las fiestas con un espíritu distinto: con la autoestima alta y cierto recuperado orgullo. Aunque la pandemia sigue al acecho, las cosas tampoco van tan mal. La situación epidemiológica está bajo control y es mejor que la de varios vecinos gracias a una exitosa campaña de vacunación y, como certificó el último informe económico preparado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Italia, desde hace años la cenicienta del bloque, o la peor de la clase a nivel económico, pasó a ser la nueva y única locomotora de esta fase de recuperación post-Covid.
Los analistas de la OCDE estimaron que el crecimiento del PBI de Italia de este año será mayor a lo esperado, del orden del 6,3%, una cifra nunca vista en las últimas décadas, que superó a todos los socios de la eurozona, incluso a Estados Unidos y a la tendencia mundial general. Se trata de un efecto rebote más rosado de lo que se preveía después de la brutal caída económica, cercana al 9%, del “maldito” 2020, marcado a fuego por confinamientos y cierres por la emergencia sanitaria.
Si bien Italia tendrá en 2021 este extraordinario rebote del 6,3% del PBI –solo ocurrió algo parecido en la década de 1960 del siglo pasado, cuando se dio el famoso “miracolo” económico después de la Segunda Guerra Mundial-, la recuperación tendrá una progresiva disminución en 2022 y 2023, con subas del 4,6 y del 2,6% respectivamente.
Pero son señales a todas luces alentadoras para la hasta ahora recesiva y estancada Italia que, según coinciden expertos, ahora puede aspirar seriamente a recuperar la brecha que la separa de los otros grandes de Europa, como Francia y Alemania y a convertirse realmente en la nueva locomotora del Viejo Continente.
Todos coinciden que mucho de esto depende de “Súper Mario”, como es llamado el primer ministro, Mario Draghi, ex presidente del Banco Central Europeo y prestigioso economista al frente de un gobierno de unidad nacional desde febrero pasado, considerado el verdadero motivo del actual “miracolo”. Un milagro que también depende de cómo, tal como destacó la OCDE, Italia concretará el llamado Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR), el colosal e histórico programa de inversiones y reformas que deberá realizar en los próximos 6-10 años años con un fondo extraordinario de la Unión Europea (UE) de más de 190.000 millones de euros, al que se sumarán otras partidas que lo harán levitar a 248.000 millones. Este prevé reformas estructurales cruciales que van desde la simplificación de la justicia –la italiana es una de las más lentas del bloque-, de la administración pública y el fisco, a la digitalización, reclamadas por la UE desde hace años.
Por eso es también considerado crucial por muchos que Draghi siga al frente del gobierno, al menos hasta el final de la legislatura, en marzo de 2023. Y que no deje el sillón de Palazzo Chigi, sede del gobierno, escenario de los más temido que podría darse si, como algunos también auspician, es catapultado a la presidencia de Italia para reemplazar a Sergio Mattarella, cuyo mandato de 7 años vence en febero próximo y que no quiere un segundo turno. La credibilidad de Draghi es enorme, así como su popularidad, superior al 60%, según sondeos.
Más allá de los fríos números macroeconómicos que hablan de un crecimiento que no se veía desde hace sesenta años, hay otros datos que, más allá del aumento de la pobreza y las dificultades que dejó la pandemia, enorgullecen a los italianos. Primer país de Occidente azotado por el coronavirus, que decidió decretar terribles confinamientos luego imitados en todo el mundo que hundieron la economía, Italia ahora ve con placer que, más allá de haber logrado una campaña de vacunación de lo más existosa (más del 84% de la población mayor de 12 años fue inmunizada), también se volvió líder a nivel estrategia.
Fue el primer país en decretar que la vacunación fuera obligatoria para poder ingresar al trabajo y que decidió prohibirle a los no vacunados diversas actividades recreativas, medidas díficiles de tomar que luego siguieron muchos otros países de la eurozona. “Me sentiría mejor si estuviéramos como Italia”, hasta llegó a decir a principios de mes la ahora excanciller alemana, Angela Merkel, en palabras que resonaron como la mejor música para los italianos, que recientemente incluso vieron cómo muchos hospitales locales pasaron a hospedar y curar a contagiados que en Alemania no encontraban cama.
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Aunque aún está en duda su participación en el Mundial de Fútbol de Qatar –ese sí es un tema que deprime-, Italia también se vio reconfortada en este 2021 por varios triunfos deportivos. Empezando por el campeonato europeo, que ganó en julio por segunda vez en su historia después de 52 años y pasando luego a obtener la mayor cantidad de medallas doradas (10, aunque consigruió otras 10 de plata y otras 20 de bronce) en los Juegos Olímpicos de Tokyo.
En este marco de renacimiento de las cenizas Michele Mezza, docente de sociología de la Universidad Federico II de Nápoles, advirtió en un artículo en el Huffington Post que este inesperado salto hacia arriba, implica, al mismo tiempo, una gran responsabilidad. “Se anuncian tiempos duros. Corremos el riesgo de encontrarnos por primera vez, después de muchos, pero muchos años, al centro de la escena internacional, con muchas miradas fijas sobre nosotros”, indicó. “Hasta hoy, en efecto, como vagón de cola de Europa y por leyenda titulares de los peores males, como la mafia y la corrupción, zafábamos”, subrayó. “Pero ahora, que la pandemia nos catapultó, sin que lo supiéramos, a ser la única locomotora de Europa, según la OCDE, uno de los pocos sistemas industriales que lideran la recuperación, junto a China e India, llegan los problemas”, apuntó. “Si no somos más los últimos, sino, incluso, los primeros –concluyó-, debemos comportarnos como tales”.
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