Coronavirus. Italia: el primer país en decretar confinamiento total finalmente se abrió
ROMA.- Un poco más de ruido y menos silencio, más gente circulando, aunque no demasiada --la mayoría con barbijo- y el placer de volver a tomar un cappuccino –aunque para llevar, en vaso de cartón y afuera del bar-, después de casi dos meses. Así se vivió hoy el primer día de la denominada "fase 2", que marcó en Italia el principio de una nueva etapa de convivencia con el coronavirus y el fin del lockdown.
Hubo reaperturas de industrias, fábricas y empresas de diversos rubros y una flexibilización de las restricciones impuestas hace casi dos meses para frenar una epidemia que aún no ha terminado y que provocó casi 29.000 muertos, el peor balance de Europa.
Pese al temor a un gran caos, sobre todo en los transportes públicos, por el regreso al trabajo de cuatro millones y medio de personas, nada de eso ocurrió. La situación en estaciones de trenes y subtes, donde por supuesto hubo más gente que comenzó a trasladarse, estuvo bajo control. Y aunque hubo gente que viajó, no se dio el tan temido éxodo de norte a sur, porque a partir de hoy está permitido el regreso a los domicilios de residencia para quienes habían quedado bloqueados.
Justamente debido al miedo a muchedumbres -y al contagio- y respondiendo a ese llamado a la responsabilidad que hizo el primer ministro, Giuseppe Conte, muchos optaron por trasladarse a sus trabajos en auto, moto o bicicleta, y muchos siguieron quedándose en casa. En Roma, en efecto, se veían colectivos que circulaban semivacíos, algo que reflejó también el hecho de que escuelas y universidades no reabrirán hasta septiembre, en el nuevo año lectivo. Tiendas que venden al por menor, de ropa y calzado, seguían cerradas ya que sólo podrán reabrir el 18 de mayo.
Como a partir de hoy está permitido hacer actividad deportiva, correr o andar en bicicleta más allá de los 200 metros de la residencia de uno, en una jornada de sol primaveral se veían muchos runners y personas de todas las edades de jogging y zapatillas, caminando, finalmente libres. También fue posible para los chicos volver a los parques, hasta hoy cerrados, aunque las zonas de juegos siguen inaccesibles para que pueda respetarse la consigna del distanciamiento social. Bares y restaurantes –así como peluquerías-, sólo podrán levantar persianas el primero de junio. Pero tienen permitido el "take away", por lo que finalmente muchos pudieron darse el gusto de volver a tomarse un café.
"No podemos poner mesitas afuera, ni dejar que se tome acá adentro, ni afuera, frente al bar, pero los clientes se pueden llevar las cosas. No es lo mismo el café en un vasito de cartón, pero bueno, mejor que nada... Hay que volver a empezar", dijo a LA NACION Alberto, mozo de Romoli, histórico bar que se levanta muy cerca de Piazza Navona, a quien se le intuía una sonrisa debajo del tapaboca.
"¡Bravo! ¡Bien!", le decían, aplaudiendo, algunos vecinos a Maurizio, dueño de una tradicional marquería del centro histórico, que también pudo volver a levantar sus persianas después de casi dos meses y que estaba con su barbijo parado en la puerta saludando a los transeuntes. "Ya estamos listos, ya instalamos los stickers en el suelo para que los clientes mantengan la distancia, tenemos el alcohol en gel, los guantes, estamos en marcha", dijo Maurizio, eufórico. "Al final los italianos fuimos muy disciplinados, todos respetamos a rajatabla las indicaciones, salvo excepciones, que siempre hay", agregó, sonriente.
En estos dos meses de parálisis, marcados por la consigna de quedarse en casa y el espanto de una sangría de muertos, sobre todo en las regiones del norte, las más golpeadas, sólo estuvieron abiertos supermercados, tiendas de alimentos y farmacias (y librerías en las últimas semanas).
Si bien sigue siendo necesario tener un motivo para salir de casa -necesidad, salud, urgencia-, se sumó a partir de hoy la visita a familiares, siempre y cuando vivan en la misma región. Para salir hay que llevar un formulario de autocertificación, aunque a partir de hoy los controles se flexibilizaron. De hecho el ministerio del Interior hizo saber que si uno sale a caminar o correr ya no será necesaria la autocertificación. "Contamos sobre el sentido de responsabilidad de los ciudadanos", dijo la ministra del Interior, Luciana Lamorgese, que explicó que ya no habrá ciudades blindadas, repletas de patrulleros controlando a los infractores –como sucedió en estos dos meses, en los que incluso algunos debieron pagar multas saladas por salir a correr a 250 metros de su vivienda-, sino que la policía se concentrará en asuntos más importantes. Es decir, no estará controlando si alguien se está desplazando para ir a ver a la tía, a la novia o a la amante –sigue siendo poco claro quienes son esos "allegados" que a partir de hoy pueden visitarse-, sino que no se produzcan aglomeraciones de personas en plazas, estaciones, en frente de una parada de autobús o delante de una fábrica.
Con aciertos y errores el primer ministro, Giuseppe Conte, al mando del país para capear la peor tormenta que atraviesa Italia desde la Segunda Guerra Mundial, sabe que con la "fase 2" se juega al todo o nada. Por eso hizo un llamado a la responsabilidad. "Como nunca antes, el futuro del país está en nuestras manos. Más escrupulosos seremos, antes podremos recuperar espacios de libertad. No tiremos por la borda lo que conseguimos con fatiga", pidió, volviendo a insistir en el uso de mascarillas, en el lavado frecuente de manos y en el distanciamiento social. La batalla contra el coronavirus, en efecto, sigue adelante. Tal como advirtió el médico Walter Ricciardi, consejero del ministerio de Salud y miembro del comité científico-técnico que asesora al gobierno, "así como reabrimos, podemos volver a cerrar todo" si el contagio vuelve a dispararse.
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