Issei Sagawa, el temible asesino caníbal que dejó la prisión y se hizo estrella de TV
En 1981, mató a su compañera de universidad y, durante dos días, se dedicó a comer su cuerpo; solo recibió dos años de prisión
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Issei Sagawa supo desde joven que quería probar la carne humana, y estaba decidido a llevar adelante su cometido. En 1981, el japonés logró su cometido: asesinó a una persona y, durante dos días, se alimentó de su cadáver.
Aunque muchas veces se preguntó por qué llegó a cometer un crimen tan horrible, Sagawa se desligaba de su responsabilidad y de su culpa. “Tal vez, porque vengo de otro planeta o dimensión”, respondía el antropófago, quien solo fue condenado a dos años de prisión y luego se convirtió en una estrella en su tierra natal.
El primer intento
Sagawa nació prematuramente el 26 de abril de 1949 en Kobe, Japón. Aunque los médicos estaban seguros de que no sobreviviría por su tamaño, el pequeño resistió. Sin embargo, su precipitado nacimiento tuvo consecuencias en su aspecto físico, ya que nunca superó el metro y 51 de altura ni los 50 kilos de peso, algo que se convertiría en un complejo de inferioridad respecto de otras personas.
Según él mismo relató, su infancia fue “muy feliz”, sus padres lo amaban y había sido criado rodeado de cariño y de la naturaleza. Pero apenas entró en la adolescencia, el joven experimentó lo que él mismo describía como “distorsiones sexuales” que involucran animales. Fue durante esa época que comenzó a “sentir” deseos caníbales, aunque admitía que esas sensaciones lo avergonzaban.
Pero su manía se fue “perfeccionando” y Sagawa inició una fuerte obsesión por mujeres extranjeras. Mientras él se autopercibía “pequeño y frágil”, consideraba que las occidentales eran “altas”.
En cuanto terminó la secundaria, se anotó para estudiar la carrera de Literatura inglesa en la Universidad de Wako en Tokio. Al poco tiempo, desarrolló fantasías sexuales enfermizas, que llevaba adelante con prostitutas. “Le metía la hoja de un cuchillo en la garganta y fingía que iba a matarla. Después, dejaba que ella hiciera lo mismo conmigo. Pero aquellas mujeres no me interesaban. Simplemente jugaba con ellas a un macabro juego. Fue un primer paso hacia lo ‘inevitable´”, explicaba sobre el tema.
Instalado en la capital japonesa, Sagawa desarrolló una fijación por una mujer rubia que vivía en el mismo edificio que su abuela y estaba resuelto a actuar sobre sus impulsos. “Mi deseo de comer a una mujer se había transformado en una obligación”, consideró años más tarde.
Un día buscó cuál era su departamento e ingresó. Como la vio durmiendo, quiso acercarse a ella para comer parte de su cuerpo. Sin embargo, antes de que pudiera golpearla, la víctima se despertó y empezó a gritar.
Aunque Sagawa fue aprehendido y acusado de intento de violación, pero su padre llegó a un acuerdo extrajudicial con su víctima. Al poco tiempo, se mudó a París.
El japonés arribó a la capital francesa en abril de 1977, con 28 años. Estaba motivado, porque iba a continuar sus estudios de literatura comparada en la Universidad de La Sorbona.
Mientras cursaba, comenzó a obsesionarse con Renée Hartevelt, una holandesa de 25 años, quien sería su primera y única víctima. “Ella era tan hermosa. Nunca había visto a una mujer como ella”, opinó el caníbal más de 30 años después de cometer su crimen.
Su manía lo llevó a tomar decisiones enfermizas, como dibujarla en un papel para observar su imagen y que ella no advirtiera que él la miraba.
Con el objetivo claro, el 11 de junio de 1981, Sagawa la invitó a su departamento. El motivo era grabarla recitando poemas en alemán. Hartevelt accedió y fue a su casa, sin sospechar que su compañero de la facultad era un enfermo asesino caníbal.
El antropófago tenía todo planeado. Mientras la holandesa estaba concentrada en leer los versos alemanes, él se ubicó detrás de ella para buscar el arma. Sin dar tiempo a que Hartevelt descubriera las verdaderas intenciones, el japonés apretó el gatillo. Ella murió inmediatamente.
Un acto enfermo
Después de asesinarla, Sagawa violó y desmembró su cuerpo. Luego, guardó el cadáver en su casa. Su acto caníbal estaba detalladamente planificado: empezaría a comerla desde sus glúteos. “Tenía que ser el derecho y no el izquierdo, porque está más cerca del corazón y yo le tengo miedo a la sangre”, relató el homicida en una escalofriante entrevista realizada por VICE.
Luego de darse cuenta que no podría devorar el cadáver solo con sus dientes ni cortarlo con los cuchillos que poseía, se dirigió a un comercio y compró un cuchillo curvo. Durante dos días se dedicó a consumir la carne de la joven.
Debido al calor que hacía en ese época, el asesino comenzó a temer que el cuerpo se descompusiera, por lo que decidió “deshacerse” de él. Para ocultarlo, lo cortó y colocó los pedazos en dos valijas.
En la tarde del 13 de junio, llamó a un taxi y, cuando ingresó los pesados bolsos en el auto, el taxista le preguntó, a modo de chiste, si adentro había un cadáver. Sagawa respondió que eran libros.
A las 20 horas llegó a Bois de Boulogne, un parque en las afueras de París. Como era verano, aún había luz natural y personas disfrutando del aire libre. A pesar de que la gente lo podía ver, el japonés tiró las valijas por una pendiente, para que cayeran al lago. Inmediatamente, un hombre se acercó a uno de los bolsos y, desconfiando de la situación, lo abrió. En su interior descubrió sábanas manchadas de sangre y empezó a gritar: “¡Asesino!”.
Sagawa huyó del lugar, pero a los tres días la policía logró arrestarlo. En su departamento encontraron pequeñas bolsas con restos del cuerpo de Hartevelt. El hombre no tardó en confesar que la había matado para comerla.
Los tres psiquiatras que lo examinaron llegaron a la misma conclusión: el hombre tenía una enfermedad mental. Pese a las pruebas y a su confesión, el juez lo sentenció a solo dos años de prisión y Sagawa fue enviado a un instituto criminal psiquiátrico.
Al poco tiempo, fue deportado a su tierra natal, donde los expertos consideraron que en vez de una enfermedad mental, el hombre tenía un trastorno de personalidad. No lo sometieron a ningún tratamiento y decidieron liberarlo. “No aprendí mi lección y seguí persiguiendo a las mujeres occidentales”, admitió el asesino años después.
El “ascenso de una estrella”
El 12 de agosto de 1986, tres años y dos meses después de haber cometido su crimen, Sagawa se marchó del Hospital Psiquiátrico de Matsuzawa, según informó CNN, y desde ese momento fue un hombre libre.
A pesar de haber matado a una persona, el hombre se transformó en una celebridad en Japón, impulsado por una perversa curiosidad del público. Fue protagonista de documentales, revistas y películas en las que se recreaba el crimen.
En varias de las publicidades en las que participó, se lo podía ver a Sagawa comiendo carne animal o realizando bromas sobre su canibalismo. Cada spot lo ayudaba a ser más popular, algo que le sirvió como “modo de vida”.
Además, se dedicó a pintar, especialmente, a mujeres, y sus obras llegaron a venderse en el mercado internacional. También escribió 20 libros y un cómic, donde trataba el tema de la antropofagia.
Según trascendió hace unos años, Sagawa se encuentra alejado de la mayor parte de su familia y vive fuera de Tokio. Está postrado en una silla de ruedas, depende de la asistencia pública y es atendido por su hermano Jun.
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