Israel sopesa la ofensiva terrestre en el Líbano a la luz de las lecciones de las invasiones pasadas
Tel Aviv recuerda la guerra de 2006 contra Hezbollah como una derrota; pero esta vez, el Ejército israelí tuvo muchos años para prepararse
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TEL AVIV.- En 2006, cuando invadió el Líbano, Israel tuvo problemas desde un principio: apenas un kilómetro dentro de territorio libanés, sus tropas quedaron trabadas durante semanas en enfrentamientos con combatientes de Hezbollah, y sus tanques detonaban explosivos plantados o eran incendiados por misiles portátiles. Murieron 121 soldados israelíes.
Ese conflicto de 34 días comenzó el 12 de julio de 2006, cuando Hezbollah realizó una incursión transfronteriza donde capturó a dos soldados israelíes, y terminó con ambos bandos adjudicándose la victoria, a pesar de sus dolorosas pérdidas.
“El ejército israelí no estaba preparado para una operación terrestre integral”, dice quien entonces era primer ministro israelí, Ehud Olmert, en una entrevista con The Washington Post. En una dura evaluación de la campaña militar de Israel, la Comisión Winograd designada por el gobierno israelí dijo que la decisión de ir a la guerra fue apresurada y la operación mal planificada. La comisión apuntó a “lagunas en la inteligencia” y habló de la “grave oportunidad perdida” de asestarle un golpe mucho más duro a Hezbollah.
Ahora, mientras Israel se prepara para otra posible invasión terrestre, su aparato militar y de seguridad parece haber asimilado las lecciones del pasado. En los últimos 10 días, Israel ha atacado y paralizado la infraestructura logística y de comunicaciones de Hezbollah, ha destruido depósitos de armas claves y ha eliminado a sus altos comandantes, incluido el histórico líder del movimiento, Hasan Nasrallah.
Esos flagrantes ataques han dejado atónito a Hezbollah: una verdadera humillación para un grupo cuya razón de ser es luchar contra Israel. Pero la actual embestida también evidencia los años de preparación de Israel, con recopilación de inteligencia, ejercicios militares, sofisticados planes de batalla y un sistema de defensa aérea de múltiples capas.
A lo largo de los años, Hezbollah también había reunido su propio arsenal de unos 150.000 cohetes y misiles, pero ahora, con su liderazgo aniquilado y miles de combatientes muertos o heridos, no está claro si podrá utilizarlos.
Sin embargo, a pesar de su ofensiva, Israel sigue atormentado por sus errores pasados en el Líbano. Olmert dice que en el actual conflicto no es necesaria una ofensiva terrestre, ya que Hezbollah está tan paralizado que probablemente capitularía y aceptaría un acuerdo de alto el fuego favorable a Israel.
“Sería duro, difícil y sangriento para todas las partes”, dice Olmert sobre la perspectiva de una operación terrestre. El Post entrevistó a Olmert antes de que mataran a Nasrallah. “Ellos tienen más armas, tienen más misiles. Y nosotros tenemos la capacidad y las armas para igualarlos”.
Sin embargo, a los riesgos se suma la coordinación regional entre las milicias delegadas de Irán en países como Irak, Siria y Yemen, una alianza que desde 2006 se ha fortalecido.
El conflicto podría “extenderse rápidamente” y convertirse en una guerra regional a todo o nada, con misiles más precisos y pesados disparados contra ciudades israelíes, dice Olmert.
Pero el primer ministro Benjamin Netanyahu ha prometido seguir atacando a Hezbollah con “toda su fuerza”, como parte de la misión de Israel para frenar el lanzamiento de los cohetes que Hezbollah ya le ha disparado en solidaridad con Hamas en la Franja de Gaza.
“Estamos ante lo que parece un punto de inflexión histórico. Estamos ganando. Estamos determinados a atacar a nuestros enemigos”, dijo Netanyahu el sábado en su discurso al país.
De hecho, se mostró desafiante a pesar de la desesperada presión de Estados Unidos y otros aliados para lograr un alto el fuego de 21 días. En las últimas dos semanas, los ataques israelíes sobre territorio libanés han matado a más de 1000 personas, informó el sábado el Ministerio de Salud Pública del Líbano, y cientos de miles de personas han sido desplazadas, incluso en Beirut, donde los residentes terminan durmiendo en las calles.
Las lecciones para ambos bandos de la invasión de 2006
Si las tropas terrestres israelíes entran en el Líbano, sería la cuarta invasión israelí en los últimos 50 años. En cada ocasión, Israel ha tratado de expulsar a los militantes hostiles de su frontera.
“Todos los israelíes odian la idea de una operación terrestre en el Líbano”, dice Sarit Zehavi, fundadora del Centro de Investigación y Educación Alma, una fundación centrada en la amenaza a la seguridad en la frontera norte de Israel. “No solo por lo que pasó en 2006, sino por todos esos años que pasamos en el Líbano desde 1982″, dijo. “Pero si no hay otra opción, tenemos que hacerlo”.
En los años transcurridos desde 2006, Israel adaptó su doctrina militar con la esperanza de que produzca cambios reales en el statu quo. Su práctica conocida como “cortar el césped”, una estrategia de desgaste que implica repetidos conflictos con las fuerzas enemigas para restablecer la disuasión temporal, ha recibido numerosos cuestionamientos. En 2020, el teniente general Aviv Kohavi, entonces jefe del Estado Mayor de Israel, apeló a un cambio a una estrategia al que llamó “victoria decisiva”.
La semana pasada, el actual jefe del Estado Mayor, el teniente general Herzi Halevi, les dijo a las tropas israelíes que operan en el norte que debían prepararse para una maniobra terrestre en el sur del Líbano, donde “destruirían decisivamente” al enemigo.
La guerra en 2006 fue “un juego totalmente diferente” de los planes de batalla bien ensayados que hoy están en marcha, dice Oded Eilam, exoficial de alto rango del Mossad, la agencia de inteligencia israelí.
En aquella ocasión, el primer tanque israelí cruzó la frontera apenas horas después de que Hezbollah secuestrara a dos soldados de una patrulla y matara a otros tres. Ya ese primer tanque israelí se topó con una mina terrestre, que estalló y mató a otros cuatro soldados.
En el bombardeo aéreo inicial, que duró apenas 34 minutos, dice Eilam, los aviones israelíes lograron destruir 75 lanzamisiles de largo alcance, alrededor de dos tercios de las capacidades de misiles de largo alcance de Hezbollah.
Pero la lista de objetivos estratégicos que tenían preparada, crucial para mantener la presión, se agotó en cuestión de días. “Nos faltaba información de inteligencia”, dijo. “Estábamos a ciegas”.
La guerra recién dio un giro cuando Israel lanzó un contundente ataque contra los suburbios del sur de Beirut, bastión de Hezbollah. “Eso cambió el curso del conflicto”, dice Eilam. “Empezamos a destruir edificios de 20 a 30 pisos. Fue una onda expansiva para Hezbollah”.
Desde entonces, Israel ha mejorado drásticamente su inteligencia, creando un banco de miles de objetivos para atacar en cualquier guerra, dijo. En 2011, la inteligencia israelí ya había trazado 1000 objetivos en el sur, informó The Post en ese momento.
La semana pasada, el ejército informó que sus aviones de guerra atacaron 1500 objetivos en sólo 36 horas. En las primeras seis horas de la actual campaña aérea, las Fuerzas de Defensa de Israel le causaron más daño a Hezbollah que durante los 34 días de la guerra de 2006, señala el mayor Doron Spielman, portavoz militar israelí.
“Lo que estamos viendo en las últimas dos semanas es resultado directo de un plan de inteligencia cuidadosamente estudiado sobre los lugares desde donde Hezbollah planea atacar a Israel”, dice Spielman.
La inteligencia israelí ha penetrado “en los sectores más recónditos de Hezbollah”, apunta Eilam. “Lo vemos con la selección precisa de los miembros de Hezbollah, a pesar de que ya no usaban sus celulares”, agrega. “No entienden cómo Israel lo ha logrado”.
Por Loveday Morris
Traducción de Jaime Arrambide
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