Israel navega en aguas desconocidas para tratar el trauma de los chicos que fueron rehenes de Hamas
El gobierno quería asegurarse de que los protocolos para su tratamiento estuvieran en marcha cuando volvieran al país tras su liberación
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JERUSALÉN.- Pocos días después de que Hamas secuestrara a más de 35 niños y adolescentes durante su ataque del 7 de octubre, psicólogos infantiles y especialistas en bienestar adolescente de Israel empezaron a prepararse con preocupación para el regreso de los prisioneros.
Eran los primeros momentos de la guerra en Gaza, y el destino de los rehenes era incierto, pero Israel quería asegurarse de que los protocolos para su tratamiento estuvieran en marcha cuando volvieran al país.
Sin embargo, era como navegar en aguas desconocidas: pocas veces en la historia reciente habían sido tomados prisioneros tantos niños o habrían sido testigos directos de semejantes niveles de violencia. Casos similares, como el secuestro masivo de alumnas perpetrado por militantes de Boko Haram en Nigeria en 2014, no habían derivado en la publicación de investigaciones sobre los tratamientos a seguir.
“Encontramos algunos diarios, objetos, videos y cosas por el estilo, pero no pudimos encontrar ningún material concreto sobre esas chicas”, dice Asher ben-Arieh, especialista en trauma infantil de la Universidad Hebrea de Jerusalén y del Instituto Haruv.
Ben-Arieh fue seleccionado por el Ministerio de Bienestar Social de Israel para ayudar a identificar los posibles traumas emocionales y presentar protocolos escritos para lidiar con ellos.
“Básicamente, se incorporaron nuevas formas de trauma nunca antes vistos en niños y sus familias. ¿Cómo se le explica a un niño que vio cómo mataban a sus padres en su casa y prendían fuego su habitación, su lugar de protección, que ya no tiene que tener miedo y está seguro?”, dice Ben-Arieh.
Hasta la liberación de los primeros prisioneros israelíes, durante la tregua humanitaria de fines de noviembre, pasaron siete semanas. Para entonces, Ben-Arieh y equipos compuestos por algunas decenas de expertos habían establecido nueve protocolos para escenarios nunca antes imaginados.
Uno era para los chicos secuestrados, otro para niños cuyos padres habían sido asesinados, y otro se enfocó en el trauma que se difundió a lo largo y ancho de la comunidad. Todos incluyen “recomendaciones prácticas sobre qué hacer en cada etapa”, dice Ben-Arieh.
“Fuimos a capacitar al Shin Bet [el servicio de inteligencia israelí] y a los soldados del ejército que fueron los primeros en encontrarse con los niños secuestrados en Egipto, antes de que volvieran a Israel”, añade.
A medida que se recaba más información, esas recomendaciones se van puliendo. Pueden ser simples, como preguntarle primero al niño si quiere que lo abracen o –más sorprendente aún– permitir que los niños utilicen las redes sociales como una forma de recobrar el control de sus vidas.
Hasta ahora, regresaron a Israel 33 prisioneros de entre 2 y 17 años.
Detalles del cautiverio
Poco a poco fueron saliendo a la luz detalles acerca de su cautiverio y las cicatrices emotivas que les dejó. Los familiares señalan que algunos niños se despiertan llorando en medio de la noche o no quieren despegarse de ellos durante todo el día. Algunos niños solo hablan en susurros.
Ben-Arieh dice que un niño que había pasado su detención a oscuras quiso dejarse puestos los anteojos de sol durante varios días. Y cuando una niña prefirió dormir debajo de su cama y no sobre el colchón, la trabajadora social que atendía su caso recibió la orden de no interferir, para evitar profundizar el trauma.
El Centro Médico Infantil Schneider, en el centro de Israel, recibió 26 prisioneros liberados: 19 niños, seis madres y una abuela.
“Lamentablemente, en Israel tenemos experiencia en el tratamiento del trauma y en ayudar a los niños a superar los síntomas del trastorno por estrés postraumático (TEPT)”, dice la psicóloga clínica Avigal Snir, que dirige la unidad de TEPT del hospital.
“Pero cuando recibimos a los niños que regresaban de su cautiverio en Gaza, nos encontramos ante una situación nueva. No hay ningún estudio clínico ni investigación publicada al respecto”, señala.
Los principios y recomendaciones desarrollados en Israel fueron de gran utilidad.
“Pasamos mucho tiempo leyendo, pensando en diferentes aspectos y también adaptando un protocolo específico para que nuestro centro esté disponible para nosotros en esta etapa específica inicial de darles la bienvenida a estos niños”, dice Snir.
“La próxima etapa, cuando los chicos dejen el hospital y vuelvan a la comunidad con la ayuda de terapeutas, será diferente. Allí tendrán otras necesidades, y pienso que estos protocolos serán muy beneficiosos”, dice Snir.
De hecho, el trabajo preparatorio ya ayudó a las familias. “Ese era uno de los factores terapéuticos importantes. Después de todo lo que tuvieron que pasar, los niños y sus familias se dieron cuenta de que los estábamos esperando, y tal vez por eso fueron capaces de empezar a reconstruir la confianza y sentirse seguros nuevamente”, dice Snir.
Ari Rabinovitch y Rami Amichay
Traducción de Jaime Arrambide
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