Isabel II cumple 95 años y encara el ocaso de su reinado tras la muerte de Felipe
Isabel se mantiene todo lo activa que le permite su edad pero crecen las especulaciones sobre cuál será el rumbo de la monarquía en esta nueva fase
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LONDRES.- Ahora que la familia real británica despidió al príncipe Felipe, la atención estará puesta en el cumpleaños de la reina Isabel II, que el miércoles cumplirá 95 años, y en los preparativos para celebrar sus 70 años en el trono, durante los próximos meses.
Esa combinatoria de eventos les ha recordado súbitamente a los británicos que el reinado de Isabel es finito, desatando todo tipo de especulaciones sobre cuánto tiempo más permanecerá en el trono, qué forma tomará la monarquía en el futuro, y para algunos, incluso sobre la necesidad de que siga existiendo.
“Ciertamente la reina ingresa ahora en el ocaso de su reinado, una nueva fase”, dice Anna Whitelock, directora del Centro para el Estudio de la Monarquía Moderna de Royal Halloway, de la Universidad de Londres. “Quedó viuda, y hay que ver cómo la afecta.”
Aunque la mayoría de los analistas dice que difícilmente abdique, dada su vitalicia dedicación al servicio público, la reina ya empezó a delegar más responsabilidades en su hijo mayor, el príncipe Carlos, de 72 años, y es probable que ese proceso se acelere tras la muerte de Felipe.
El rol de Carlos ha ido cobrando importancia gradualmente, desde que la reina empezó a acotar los viajes largos en avión, y así fue que Carlos la reemplazó en la cumbre de jefes de gobierno del Commonwealth que se realizó en 2013 en Sri Lanka.
Después, en 2017, representó a la reina en la ceremonia anual del Día del Recuerdo que conmemora la firma del armisticio de la Primera Guerra Mundial, y fue Carlos el encargado de dejar una ofrenda floral al pie del cenotafio de Londres: era la primera vez que la reina no cumplía con ese solemne ritual que recuerda desde su infancia, salvo estando embarazada o fuera del país.
A partir de allí, Carlos absorbió más compromisos públicos y fue designado sucesor de la reina como cabeza del Commonwealth, la mancomunidad voluntaria de 54 naciones que estuvieron vinculadas con el Imperio Británico.
“Simbólicamente, la transición hacia la sucesión ya está en marcha”, dice Ed Owens, historiador y autor de un libro sobre las relaciones de la familia real, los medios masivos y la opinión pública británica. “Es previsible que al príncipe Carlos se lo veo mucho más en los próximos años, para que nosotros, la opinión pública, nos vayamos acostumbrando a verlo en su futuro rol de rey”.
Por el momento, la persona que más tiempo ha ocupado el trono británico sigue viva. Pero tendrá que arreglárselas sin su esposo Felipe, el hombre al que la reina llamó “mi fuerza y mi sostén”, su gran fuente de apoyo emocional en un trabajo marcado por la soledad de poder.
La dimensión de su pérdida quedó clara el sábado, durante los funerales de Felipe en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor, donde la imagen de una viuda de luto, sentada sola, sirvió de anticipo de la próxima y solitaria del reinado de Isabel.
“Desde el punto de vista constitucional, la muerte del príncipe Felipe no cambia nada, pero hay que entender que la reina se acerca a los 95 años y está más frágil y vulnerable”, dice Whitelock. “Claramente, con la muerte de Felipe empieza la transición hacia el futuro y el inicio del fin de esta etapa de la monarquía”.
Vientos de cambio
Los interrogantes sobre el final del reinado de Isabel II también fogoneará el debate sobre el futuro a largo plazo de la monarquía, para muchos británicos un símbolo de la unidad nacional, y para otros un vestigio fósil del pasado feudal del país.
La BBC recibió más de 100.000 quejas por haber decidido levantar los populares programas del sábado pasado para permitir exclusivamente una cobertura continua de la muerte de Felipe y su posterior funeral. La tradicional emisora británica nunca había recibido tantas quejas por una sola decisión de programación.
Y aunque el respeto de la población por la reina es enorme, eso no necesariamente se repite con el príncipe Carlos y otros miembros de la familia real, dice Graham Smith, director ejecutivo de Republic, una agrupación que hace campaña para reemplazar la monarquía por la elección de un jefe de Estado.
“Para muchos que no suelen pensar demasiado en el destino de la monarquía, la muerte de Felipe es un recordatorio de que el cambio puede llegar en cualquier momento”, dice Smith.
El reinado de Isabel se inició el 6 de febrero de 1952 con la muerte de su padre, el rey Jorge VI. Fue coronada formalmente el 2 de junio de 1953. Durante su ceremonia de coronación, que fue televisada a todo el mundo, la reina se comprometió a gobernar el Reino Unido y sus otros territorios. Seis años antes, en un discurso en Sudáfrica, la entonces princesa Isabel había dejado en claro que su compromiso era de por vida.
“Declaro ante ustedes que toda mi vida, sea larga o corta, estará dedicada a su servicio y al servicio de nuestra gran familia imperial a la que todos pertenecemos”, dijo entonces Isabel. Y es una promesa que tiene la intención de cumplir, dice Robert Hardman, autor de Queen of the World, que narra la influencia y la estatura de la monarca alrededor del mundo.
Incluso de luto, la semana pasada, la reina asistió a la ceremonia de retiro de su lord chambelán, a cargo de organizar todos los eventos formales de palacio, y siguió en diálogo con diversos líderes del Commonwealth. Con eso deja en claro que no tiene la menor intención de seguir los pasos de la reina Victoria, quien se retiró de la vida pública tras la inesperada muerte de su esposo, el príncipe Alberto, a la edad de 42 años, dice Hardman.
“La señales que ha dado esta última semana hacen pensar que todo seguirá como de costumbre, y que el deber viene antes que uno mismo”, dice Hardman. “Seguirá con todos sus deberes porque hizo un juramento de coronación y lo está cumpliendo”. Pero ella no estará sola.
Aunque su nieto más popular, el príncipe Harry, abandonó sus deberes reales, es probable que el resto de la familia, con la ayuda de profesionales y asesores, apoyen a la reina y asuman más tareas. El sostenimiento de la institución dará sustento a la popularidad del duque y la duquesa de Cambridge, que tienen una reconocida capacidad para conectarse con la gente.
La reina también podrá servirse de la ayuda de la tecnología. Durante la pandemia, Isabel se conectó con los británicos a través de una serie de llamadas de Zoom. Las apariciones, difundidas por Buckingham y subidas a las redes, hicieron posible que la gente vea a la reina hablando con escolares, voluntarios y profesionales de la salud, sonriente, haciendo bromas y comentarios agudos más personales que los discursos escritos que predominaron en su vida pública.
El mes pasado, por ejemplo, mantuvo una llamada por Zoom con un grupo de chicos y científicos, y le preguntaron sobre su encuentro con el primer hombre que fue al espacio, el cosmonauta ruso Yuri Gagarin, a quien Isabel recibió en el Palacio de Buckingham poco después de su histórico vuelo en 1961.
“Ruso”, dijo la reina con una sonrisa, cuando le preguntaron cómo era aquel pionero del espacio, y la audiencia rio entre dientes.
(Traducción de Jaime Arrambide)
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