Irán vs. EE.UU: ganadores y perdedores de una semana que tuvo en vilo al mundo
Irak fue el primero que respiró aliviado cuando quedó en claro que la respuesta iraní a la muerte del general Qassem Soleimani no había generado ni daños ni víctimas y que no habría más represalias contra Estados Unidos.
Después el alivio llegó a Medio Oriente y luego al resto del mundo. La calma, sin embargo, puede ser pasajera. Son tres las razones:
- La enemistad entre Estados Unidos e Irán es demasiado profunda como para haberse terminado porque un ataque no fue todo lo fuerte que se esperaba
- No hay aún indicios de diálogo entre el régimen de los ayatollahs y la Casa Blanca de Donald Trump
- La cercanía de Soleimani a grupos extremistas regionales era tal que no son pocos los que hoy creen que su sed de venganza se transformará en un atentado capaz de volver a poner a Medio Oriente al borde de una guerra regional de alcance global.
Por ahora la desescalada persiste y ya se insinúan ganadores y perdedores de una situación que tuvo al mundo en vilo durante una semana.
Perdedores:
Irak: si bien la tensión enfrenta a Irán y Estados Unidos, el campo de batalla es Irak; allí fue asesinado Qassem Soleimani y sus bases militares fueron el blanco de los misiles de la represalia iraní. Por ahora la tensión parece contenida, pero un paso en falso de cualquiera de los dos protagonistas centrales pondrá a la región nuevamente al borde de la contienda bélica y dejará a Bagdad conteniendo el aliento. Irak es un país castigado por permanentes guerras civiles o externas, invasiones, ofensivas terroristas en los últimos años. A ese cuadro dramático se le suma la lucha entre Washington y Teherán por la influencia sobre su gobierno, que ahora recrudecerá.
Irán: la represalia de Teherán fue limitada no porque su gobierno haya tenido un rapto de moderación si no porque el régimen sabe que una guerra abierta con Estados Unidos puede ser un gran error; aunque grande, su poderío militar ni se compara con el norteamericano. Evitada esa posibilidad ahora el régimen se enfrenta a tres situaciones poco ventajosas en un escenario de fuerte descontento interno entre los iraníes: las nuevas sanciones norteamericanas llevarán a su economía un poco más cerca del abismo; perdió a su mayor cerebro militar y estratégico; y su política expansionista de "resistencia regional" en varios países, desde Siria a Yemén y El Líbano, quedó expuesta y bajo la lupa.
Unión Europea: la tensión y la amenaza de una guerra nuevamente se desarrollan a unos pocos miles de kilómetros de las grandes capitales de Europa, por eso los más sonoros llamados a la prudencia esta semana llegaron desde los gobiernos europeos. No solo la geografía si no también la diplomacia dejan a la Unión Europea en una posición incómoda. Ahora se enfrenta al dilema de cómo salvar el acuerdo nuclear –pese a que Donald Trump la exhorta a seguir su camino y abandonar el tratado– pero a la vez sancionar a Irán por sus actividades paralelas en Medio Oriente, que van desde el intervencionismo político y la participación militar hasta la financiación de milicias extremistas.
Ucrania: otra vez Kiev y su presidente, Voledymir Zelenski, quedan como el protagonista involuntario en un conflicto de alcance global. La tragedia del Boeing de la empresa de aviación involucra al gobierno de lleno y sume a los ucranianos en el drama de una segunda tragedia aérea civil provocada por misiles.
Impacto neutral:
Estados Unidos: en el corto plazo, Washington no sufrió mayores consecuencias por el asesinato de Qassem Soleimani; la reacción de Irán, que se anticipaba furiosa, terminó siendo prácticamente simbólica. Eso no quiere decir que las respuestas hayan acabado; muchos especialistas advierten que la verdadera represalia puede llegar a través de los grupos extremistas financiados por Teherán.
Por otro lado, la Casa Blanca se enfrenta ahora a la presión de Bagdad para que retire sus tropas; es una exigencia de la que será complejo zafar pero que, de ser aceptada, podría disminuir significativamente la influencia de Washington en la región. Eso aumentaría además el peso de los rivales de Estados Unidos y los intereses norteamericanos quedarían más desprotegidos en Medio Oriente.
La imagen de Trump, por su parte, podría fortalecerse entre sus votantes republicanos, pero perderá aún más apoyo entre demócratas e independientes, según anticipan los sondeos hechos esta semana.
Israel: es el gran aliado de Estados Unidos y mayor enemigo de Irán en la región. La muerte de Soleimani representa el fin de uno de sus adversarios más temidos. Sin embargo también abre un escenario incierto: ¿será Israel el blanco de la represalia de los grupos extremistas respaldados y financiados por el poderoso jefe militar iraní?
La Argentina: en un momento en el que resurge el debate por el atentado a la AMIA y la muerte de Alberto Nisman, la desescalada entre Irán y Estados Unidos ayuda al gobierno de Alberto Fernández a no tomar una posición fuerte. Sin embargo, eventualmente esa neutralidad puede transformarse en un arma de doble filo cuando la Argentina busque el apoyo de la Casa Blanca en la negociación con el FMI.
Ganadores
Estado Islámico: la única vez en la que Irán y Estados Unidos se acercaron fue para combatir un enemigo común, el terrorismo de Estado Islámico y su creciente poder en Medio Oriente. Esa alianza pasajera fue exitosa y el grupo fue derrotado y reducido. Sin embargo, EI fue vencido pero no está muerto. Y lo que queda del grupo seguramente festeja hoy la tensión por dos razones: primero porque distrae a Teherán y Washington y le da margen para recuperar aliento; segundo, porque si eventualmente el conflicto termina con la salida de Estados Unidos de Irak, EI se librará así de su mayor amenaza militar.
China: varias empresas chinas están afectadas por las sanciones de Estados Unidos a Irán. Sin embargo, la tensión de esta semana es para el gobierno de Xi Jinping una oportunidad estratégica. En la competencia entre las dos superpotencias de hoy (China y Estados Unidos), Pekín queda como el protagonista moderado, que no apela al belicismo para relacionarse con el mundo. Además, también como efecto colateral del renovado enfrentamiento de Washington y Teherán, China sale un poco de la mira como la mayor obsesión de Trump.
Rusia: cada vez que Washington da un paso atrás en Medio Oriente, Vladimir Putin da un paso adelante. Eso puede suceder en Irak, lo que definitivamente posicionaría a Moscú como el actor central de Medio Oriente.
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