Irak, una protesta que empieza a convertirse en una masacre
El Parlamento negocia la renuncia de Adel Abdel Mahdi, tras un mes de disturbios que dejó 257 muertos
BAGDAD.- La suerte del primer ministro iraquí, Adel Abdel Mahdi, estaba ayer en manos del Parlamento, que negocia su salida del poder, mientras manifestantes reclaman la "caída del régimen" tras una ola de protestas que dejaron 257 muertos desde que estalló el conflicto hace un mes.
Desde el 1º de octubre, las calles de Bagdad y otras ciudades del país se abarrotaron de manifestantes que protestan contra el "régimen", principalmente por la deficiencia de servicios públicos y las altas tasas de desempleo. Una situación similar a la acontecida en el Líbano, donde Saad Hariri tuvo que renunciar anteayer al cargo de primer ministro tras casi dos semanas de protestas.
Irak, uno de los tres principales países exportadores de petróleo del mundo, cuenta con una elevada tasa de desempleo juvenil, en una nación donde el 60% de la población es menor de 25 años.
"Queremos recuperar el país que nos han robado", dijo Hussein Nuri, un manifestante de 55 años, congregado en la Plaza Tahrir junto a otras miles de personas, que desafiaron ayer por segundo día consecutivo el toque de queda declarado el lunes por el gobierno.
Las protestas, que hasta ayer habían dejado 10.000 heridos desde el 1º de octubre, pusieron contra las cuerdas a Mahdi, un independiente sin base partidista ni popular de 78 años, que posiblemente tiene las horas contadas como primer ministro. Y aunque propuso reformas para aplacar el descontento -el establecimiento de un nuevo tribunal para juzgar a funcionarios involucrados en corrupción, una reducción progresiva, hasta llegar a la mitad, de los salarios de los más altos cargos en el gobierno y la creación de empleo para los jóvenes-, los manifestantes no creyeron sus promesas y mantuvieron la exigencia de su renuncia.
De hecho, ahora su futuro se encuentra a la merced del Parlamento, que negocia su dimisión, mientras crece la tensión en las calles.
El Parlamento lo llamó anteayer a comparecer "inmediatamente" para lo que podría convertirse en sesión de preguntas y luego en voto de desconfianza, según informaron varios diputados. Sin embargo, Mahdi no reaccionó hasta ahora a este llamado. El Parlamento tampoco indicó cuándo reanudará su sesión.
La renuncia o destitución de Mahdi sería "vista como un punto de inflexión por los manifestantes", afirmó María Fantappie, del centro Crisis Group (ICG). Pero eso podría marcar "una pausa en lugar de un fin del movimiento", advirtió.
Los iraquíes no dejaron de repetir que rechazan toda recuperación política. Para ellos, la caída del gobierno no es suficiente. Según sus reclamos, es necesario renovar la totalidad de la clase política que llegó al poder tras la caída del dictador Saddam Hussein en 2003 y que no ha cambiado desde entonces. Dicen querer acabar con el complicado sistema de repartición de puestos por confesión o etnia carcomido por el clientelismo, y aseguran que es necesaria una nueva Constitución.
Sin embargo, con el debilitamiento de Mahdi, se asoma nuevamente una figura clave en la política iraquí: el clérigo chiita del principal partido del Parlamento, Moqtada Sadr.
El versátil exjefe de milicia de los descendientes del profeta Mahoma se presenta ahora como el hombre de las reformas y el detractor de los políticos corruptos, en el duodécimo país más corrupto del mundo, según ránkings internacionales. A principios de este mes expresó su apoyo a las manifestaciones que reclaman la caída del gobierno que él mismo ayudó a formar hace un año.
"Agitador nacionalista antiestadounidense durante la guerra, se alineó luego con Arabia Saudita y súbitamente dio un giro radical y se acercó de nuevo a los iraníes, grandes enemigos de Riad", señaló Karim Bitar, especialista iraquí de la Universidad de Singapur Fanar Haddad.
Por su parte, el jefe de los paramilitares de Hachd al-Shaabi en el Parlamento, Hadi al-Ameri, que hasta entonces había apoyado a Mahdi, dijo que acepta "trabajar" con el influyente líder chiita.
Sadr instó ayer a Al-Ameri a actuar para evitar la transformación de Irak en Siria o en Yemen, donde las protestas contra el gobierno desencadenaron una guerra civil.
El líbano recobra la calma tras la dimisión de Hariri
La renuncia anteayer del primer ministro libanés, Saad Hariri, luego de 13 días de protestas hizo que ayer poco a poco desaparecieran las barricadas en Beirut, pero la victoria de los manifestantes no significa que sus reivindicaciones vayan a ser escuchadas, en momentos en que el país entra en un periodo de gran incertidumbre política y social.
La salida de Hariri fue aceptada ayer por el presidente, Michel Aoun, que decidió dejar al primer ministro temporalmente en el cargo hasta la formación de un nuevo gobierno. Tras dos semanas de una movilización inédita en las calles, los principales accesos a Beirut estaban abiertos ayer, lo cual permitía que la actividad cotidiana se reanudara poco a poco después de permanecer días paralizada.
El Ejército pudo reabrir sin problemas la entrada norte a la capital bajo la mirada atenta de decenas de manifestantes. En tanto, el gobierno de Estados Unidos pidió que se forme "urgentemente" un nuevo gobierno en el Líbano.
Agencias AFP y Reuters
Otras noticias de Conflicto en Medio Oriente
Más leídas de El Mundo
Euforia del Frente Amplio. Orsi celebró su triunfo y envió un mensaje al oficialismo: "Nos tendrán que ayudar a construir un país mejor"
El regreso de la "canciller de hierro". Angela Merkel: “El miedo no es buen consejero, pero estoy preocupada: tenemos que cuidar la libertad”
Balotaje en Uruguay. Ya votaron Lacalle Pou, Mujica y los candidatos y hay fuerte incertidumbre por el resultado
Sin extremos. Cómo Uruguay logra escapar a la trampa de la polarización que atormenta a la región