Investigadores holandeses estudian la vacuna de la tuberculosis para tratar el coronavirus
PARIS - ¿Y si la vacuna contra la tuberculosis protegiera contra el coronavirus? Esa es la pista que sigue un equipo de investigadores holandeses, para quienes la célebre BCG permitiría fortalecer el sistema inmunitario gracias a sus efectos secundarios positivos.
Nacida de la tenacidad de dos científicos del instituto Pasteur, la BCG festejará su primer siglo de vida en 2021, cien años durante los cuales cambió el curso de una enfermedad que aún hoy hace estragos en el mundo: la tuberculosis. A comienzos de los años 1980, la BCG conoció una segunda existencia contra el cáncer de vejiga y, según muchos especialistas, podría ahora asumir un nuevo papel: combatir el Covid-19.
Con sus trabajos, el equipo de científicos holandeses intenta fortalecer el sistema inmunitario utilizando la BCG. Poco ortodoxa, la idea consiste en luchar contra un virus con una vacuna pensada para actuar contra una bacteria. Sin embargo, no es nueva.
Cuando el doctor sueco Carl Näslund introdujo la vacuna en el norte de su país a fines de los años 1920, tuvo la sorpresa de que los niños vacunados morían dos y tres veces menos que los otros. Su hipótesis: la BCG tendría efectos "no específicos". "Son efectos secundarios positivos", explica el profesor Camille Locht, director de investigación Inserm en el instituto Pasteur de la ciudad francesa de Lille.
Science: cuatro países iniciarán un ensayo con una vacuna centenaria, la BCG, para ver si puede estimular al sistema inmune contra el #coronavirushttps://t.co/nlMIblXtWB&— Nora Bär (@norabar) March 23, 2020
Estudios epidemiológicos demostraron que la BCG podría, en el año subsiguiente a su inoculación, prevenir hasta 30% de todas las infecciones provocadas por patógenos conocidos, sobre todo con muchas menos infecciones respiratorias y neonatales. "Además de enseñarle al sistema inmunitario a reconocer y atacar un patógeno específico, las vacunas vivas atenuadas estimularían la inmunidad innata", precisa Locht.
"Al comienzo, esos estudios no fueron tomados muy en serio", agrega el científico. Pero un nuevo concepto está emergiendo desde hace algunos años en inmunología, "el de inmunidad innata entrenada". Además de educar el sistema inmunitario a reconocer y atacar un patógeno (en este caso el bacilo de la tuberculosis), las vacunas vivas estimularían la inmunidad innata. "Contrariamente a lo que se creía, esa inmunidad también tiene una memoria. Y toda una reprogramación se produce después de la inyección de vacunas vivas (BCG, rubeola, vacuna oral contra la polio, etc.)", precisa Locht.
En la rata, la BCG provocaría una reducción de la carga viral y estimularía la secreción de proteínas que regulan la actividad del sistema inmunitario. La vacuna permitiría así controlar mejor la inflamación que, con el Covid-19, se manifiesta de manera brutal en los pulmones.
The #BCGcorona study investigates if healthcare workers are better protected against coronavirus after vaccination against tuberculosis (BCG vaccine). It provides a boost to the immune system, which may lead to improved protection and/or milder infection https://t.co/h3wZdg5EF0https://t.co/XUxV4cOTZRpic.twitter.com/yPh86MTHGk&— Infectie & Immuniteit (@IenI_UMCUtrecht) March 27, 2020
Según el profesor Locht, aún se ignora durante cuánto tiempo la vacuna podría mejorar la inmunidad. "En laboratorio, las ratas vacunadas contra la tos convulsa tienen una inmunidad de por lo menos 12 semanas contra la gripe. La inmunidad aportada por la BCG desaparecería probablemente al cabo de cinco a 10 años", detalla. Bien suficiente en el caso de una epidemia.
Otra ventaja de la BCG es que prácticamente carece de efectos secundarios. ¿Podría entonces convertirse en un arma eficaz contra el coronavirus? Es la hipótesis de Mihai Netea, especialista de enfermedades infecciosas en el Centro Médico de la Universidad de Radboud, en Holanda. "Dos estudios realizados en adultos muestran una reducción de 70% de infecciones respiratorias", indica. Su equipo también demostró que la BCG protege contra una forma atenuada de fiebre amarilla.
Junto a la universidad holandesa de Utrecht y a la universidad de Melbourne, en Australia, el doctor Netea está lanzando un ensayo con personal médico en contacto con pacientes infectados, y otro con seniors en Grecia y Gran Bretaña. Por su parte, el instituto Max-Planck en Alemania se apresta a iniciar un estudio con una versión modificada de BCG, mientras que el profesor Camille Locht se esfuerza, a su vez, en organizar el mismo tipo de ensayo en Francia.
Los resultados deberían ser conocidos en tres o cuatro meses: "Y si la BCG es útil, vacunaremos a todos los participantes en el ensayo", dice Mihai Netea. Pero hasta ese momento, el científico insiste: "¡Aún no tenemos pruebas de la eficacia de la BCG contra el Covid-19!". Y precisa: "En Holanda, la gente intentó hacerse vacunar después de haber oído sobre nuestros trabajos. Es absolutamente injustificado".
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