Inusual homenaje del Vaticano a Casaroli
ROMA.- La tan cuestionada Ostpolitik vaticana hacia los países comunistas, esa política de acercamiento a los países del Este cuando el mundo estaba dividido en dos bloques antagónicos, volvió ayer a primer plano.
El Vaticano rindió un homenaje póstumo y solemne al cardenal Agostino Casaroli, artífice de la Ostpolitik, a dos años de su muerte. Además de sus cargos diplomáticos bajo los pontificados de Juan XXIII y Pablo VI, Casaroli fue secretario de Estado de Juan Pablo II, entre 1979 y 1990.
El homenaje tuvo lugar en el aula de prensa de la Santa Sede en ocasión de la presentación de "El martirio de la paciencia", las memorias de Casaroli, en las que el cardenal detalla las relaciones del Vaticano con los regímenes comunistas entre 1963 y 1989.
En un acto que el vocero del Papa, Joaquín Navarro Valls, calificó como "inusual", la Santa Sede movilizó a grandes personajes de la política mundial: el cardenal Angelo Sodano, sucesor de Casaroli en la Secretaría de Estado; el ex presidente de la Unión Soviética Mikhail Gorbachov, y el titular de la Unión Europea y ex premier Romano Prodi.
Todos ellos homenajearon con discursos al protagonista de la Ostpolitik, que fue recordado sobre todo por sus dotes diplomáticas y la gran paciencia que demostró al tejer relaciones con los difíciles e impenetrables gobiernos comunistas.
Misiones imposibles
En su tiempo, Casaroli soportó la incomprensión de sectores conservadores de la Iglesia, que se oponían al diálogo con el comunismo ateo. Después de 1945, cuando los regímenes del Este rompieron relaciones con el Vaticano y pasaron a controlar a obispos y fieles, la Santa Sede enfrentó un dilema: oponerse a toda costa o intentar con ellos un "modus vivendi", apostando a los cambios históricos que entonces nadie podía prever. En una decisión difícil pero acertada, se optó por lo segundo.
"La Iglesia puede tener enemigos, pero no es enemiga de nadie", le dijo el papa Juan XXIII a Casaroli, cuando en 1963 le confió la misión de abrir el diálogo con los gobiernos comunistas.
En su libro, Casaroli cuenta su experiencia en esa misión "imposible" del Vaticano en los gobiernos del Este y revela que consideraba el comunismo como una "abominatio desolationis": una palabra bíblica del Antiguo Testamento que designa a la más tremenda crueldad destructiva.
Por su parte, Sodano recordó los grandes logros que Casaroli obtuvo "en sus 25 años de trabajo silencioso y paciente" y aludió a su gran conocimiento sobre América latina y al importante papel que tuvo junto al cardenal Antonio Samoré en la firma del tratado de paz entre la Argentina y Chile (1985), por el conflicto del canal de Beagle.