Aún en shock, el oeste de Europa se moviliza por el desastre: hay 170 muertos
Las autoridades iniciaron este sábado las tareas de limpieza y remoción de escombros; solo en Alemania fueron confirmados 143 muertos y esperan que el número aumente en las próximas horas
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PARÍS.– Incrédulos, los europeos miraban con estupor las consecuencias que las lluvias torrenciales de esta semana provocaron en Alemania, donde el devastador balance alcanzó por lo menos 143 muertos, lo que elevó a 170 el número de víctimas mortales en Europa. Pero esa luctuosa cifra es provisoria, ya que decenas de personas siguen desaparecidas en Alemania y en Bélgica, donde hay 27 muertos. Las fatales inundaciones también provocaron considerables daños en Luxemburgo, Holanda y Suiza.
En el land de Renania-Palatinado (oeste), uno de los más afectados, “90 personas murieron durante la catástrofe”, dijo la policía alemana, que también anunció 618 heridos. Esa cifra se suma a los 43 muertos de Renania-del-Norte-Westfalia, donde las autoridades esperan un aumento considerable de víctimas fatales.
Cerca de Colonia, en Erftsadt, una parte del pueblo quedó totalmente destruida debido a un enorme deslizamiento del terreno. Las espectaculares imágenes de la zona muestran un inmenso cráter recibiendo toneladas de agua oscura, tierra y desechos.
Ayer, mientras todas las fuerzas de emergencia del país comenzaban los trabajos de remoción de escombros y limpieza, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, visitó Erftsadt en compañía de Armin Laschet, presidente de ese land y candidato a la sucesión de Angela Merkel a la cancillería.
“El destino de esta gente nos parte el corazón”, dijo el presidente federal. Merkel, por su parte, debe visitar hoy el pueblo de Schuld, en Renania-Palatina, calificado de “mártir”, porque se cree que todo resultó destruido.
Alemania sufrió dos días de lluvias torrenciales de una violencia nunca vista, lo que causó crecidas súbitas de todos los cursos de agua, que invadieron zonas urbanas y destruyeron todo a su paso. “Nadie tuvo tiempo de reaccionar o de evacuar”, reconoció un responsable del servicio de bomberos de Erftsadt.
Aquellos que tuvieron la suerte de ponerse a salvo el miércoles por la noche comenzaron ayer a regresar a sus hogares. Pero las escenas de desolación que los esperan son desgarradoras: casas derrumbadas, árboles arrancados de cuajo, autos apilados y rutas y puentes destruidos. En las localidades devastadas, bomberos, protección civil, responsables comunales y militares con tanques comenzaron ayer el colosal trabajo de remoción de escombros y limpieza de las toneladas de desechos y barro que obstruyen las calles.
En Renania-del-Norte-Westfalia fueron movilizados unos 22.000 miembros de los servicios de emergencia. La tarea es inmensa. Hay que desagotar el agua, evaluar la solidez de los edificios dañados –muchos tendrán que ser demolidos–, restablecer la electricidad, el gas, el teléfono, el agua corriente, alojar a la gente que perdió todo… Las fallas de las redes de comunicación contribuyen a la imposibilidad de ubicar a decenas de personas que figuran como desaparecidas.
Mientras los expertos estiman los daños sufridos en miles de millones de euros, el gobierno alemán informó que trabaja en la creación de un fondo de ayuda especial. Simultáneamente, la solidaridad civil se organiza, llamados a donación son lanzados en todo el país y las grandes empresas prometen importantes ayudas financieras.
Desastres climáticos en la agenda electoral
En todo caso, el desastre de esta semana colocó la cuestión del clima en el corazón de la actual campaña electoral alemana, que debe definir el 26 de septiembre quién sucederá a Merkel. El jefe del partido conservador de la canciller (CDU), Armin Laschet, reclamó “acelerar el ritmo” de la lucha contra el calentamiento climático, al igual que toda la clase política.
En Holanda, las inundaciones también dejaron serios daños, aunque sin provocar víctimas. También en ese país vecino de Alemania el primer ministro Mark Rutte acusó al cambio climático, estimando que las intemperies fueron “sin ninguna duda”, una de sus consecuencias.
Como Alemania, Bélgica pagó un alto tributo a las intemperies, con al menos 27 muertos, según un balance provisorio. A medida que el agua se retire, “probablemente seremos testigos de nuevas situaciones catastróficas”, advirtió la burgomaestra de la ciudad de Lieja, Christine Defraigne.
El centro de crisis belga, que centraliza los datos a nivel nacional, ha dejado de comunicar sobre el número de desaparecidos, hasta que se restablezcan los servicios de comunicación.
El gobierno belga también desplegó el ejército en cuatro de las diez provincias del país para participar en las tareas de socorro y las evacuaciones.
“Es probable que se trate de las inundaciones más catastróficas de la historia de nuestro país”, declaró el primer ministro Alexander De Croo, decretando un día de duelo nacional.
De Croo y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, visitaron ayer Rochefort, una de las comunas más golpeadas por la catástrofe.
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