Intrigas vaticanas: una audiencia con gusto a revancha en medio del escándalo
ROMA.- Muchos, sobre todos sus enemigos -que no eran pocos- pensaron que el cardenal australiano George Pell, exzar de las finanzas del Vaticano, nunca más pisaría el Palacio Apostólico. Pero hoy volvió para ser recibido por el Papa en una audiencia con gusto a revancha en la que se descuenta que se habló del reciente escándalo financiero que sacude el Vaticano.
"Gracias por su testimonio", le dijo el Papa al cardenal australiano, según pudo oírse del audio de la filmación realizada por las cámaras del Vaticano al comienzo del encuentro. "Fue todo muy bien", comentó por su parte Pell a periodistas que lo esperaron a la salida, vista la enorme expectativa por este reencuentro después de tres años. Este ocurrió justo en medio del escándalo por corrupción y malversación de fondos de la secretaría de Estado que determinó la defenestración del cardenal Angelo Becciu, principal rival de Pell y hasta hace poco uno de los hombres más poderosos de la curia romana, que está haciendo temblar a muchos otros en el pequeño Estado, donde la jusitica vaticana prepara un juicio que se compara a la "Operación Manos Limpias".
Aunque siempre se proclamó inocente Pell, de 79 años y del ala conservadora de la Iglesia, en julio de 2017 sufrió una de sus peores humillaciones. Por voluntad del Papa y pese a la inmunidad que tenía gracias a su cardenalato, debió dejar su cargo –muy importante para la reforma y limpieza de las finanzas del Vaticano-, para volver a su país, donde la justicia lo reclamaba para juzgarlo por delitos terribles: el abuso sexual de dos monaguillos, supuestamente ocurrido en 1996 y 1997, cuando era arzobispo de Melbourne. Pell fue condenado a seis años de prisión, estuvo más de 400 días en una cárcel, en régimen de aislamiento, pero en abril de este eño, en un golpe de escena, en la última instancia judicial el Tribunal Superior de Australia lo absolvió por unanimidad.
Hace dos semanas su regreso a Roma, que ya tenía planeado desde hace tiempo porque como prefecto emérito de la Secretaría para la Economía sigue teniendo un departamento en el Vaticano con todas sus pertenencias, que debe mudar, coincidió con la explosiva renuncia de Becciu. Becciu fue sustituto de la Secretaría de Estado desde 2011 a 2018 y nunca se llevó bien con Pell, tal como reconoció en una conferencia de prensa que dio justo al día siguiente de ser despedido por el Papa, que lo obligó a renunciar a los derechos vinculados con el cardenalato y a su cargo en la Congregación para las Causas de los Santos.
En esa conferencia de prensa en la que rechazó haber cometido "actos de peculado" en favor de sus hermanos y clamó su inocencia, Becciu admitió haber tenido con Pell "contrastes profesionales". "Él veía las cosas de un modo, nosotros de otro", dijo, al contar, por otro lado, que Pell en una oportunidad lo tachó de "deshonesto" en una reunión en la que también estaba el Papa.
De hecho, es sabido que cuando Pell, estando al frente de el superministerio de Economía creado por Francisco en 2014 con el objetivo de limpieza y transparencia, quiso poner bajo su control los fondos reservados de la Secretaría de Estado, un "tesoro" que manejaba Becciu, en ese momento sustituto, se desencadenó una verdadera guerra. Una guerra que terminó ganando el partido de la curia romana liderado por Becciu, que prefería el statu quo, es decir, que nada cambiara para seguir manejando a discreción esos fondos reservados. Es con este dinero que se hizo en 2014 una inversión millonaria de un edificio en Londres, que fue tan desastrosa que obligó a fines de 2018 al arzobispo venezolano Edgar Peña Parra, sucesor de Becciu, a pedirle dinero al IOR (Instituto para las Obras de Religión). Fue justamente esto que hizo salir a la luz una miniobra de los más compleja y oscura, que involucra a brokers italianos y monseñores que fueron estrechos colaboradores de Becciu, que el Papa ordenó investigar a fondo y caiga quien caiga.
Seguramente Pell y el Papa –que en fotos aparecieron sonrientes-, al margen de conversar de la dura experiencia de la cárcel y el juicio en Australia, en la audiencia de hoy hablaron de este tema. También se cree que conversaron sobre las versiones salidas en la prensa italiana que indican que de la secretaría de Estado también salieron giros de dinero a Australia –por un total de 700.000 euros-, que habrían sido utilizados para "comprar" a testigos que inculparan a Pell. Una versión que el abogado de Becciu tildó de "falsedad absoluta", pero sobre la cual el abogado de Pell reclamó una investigación internacional.
Pese a que tiene una visión de Iglesia y una posición teológica distinta, el Papa siempre respaldó a Pell durante su larga odisea judicial e insistió en su derecho a la presunción de inocencia hasta que el proceso judicial concluyera.
Cuando fue absuelto, en abril pasado, pocas horas después de la noticia, durante la misa en Santa Marta transmitida en streaming a causa de la pandemia, sin mencionar el caso Pell, Francisco dijo: "En estos días de Cuaresma hemos visto la persecución que sufrió Jesús y cómo los doctores de la ley se ensañaron contra él: fue juzgado con saña, con ensañamiento, siendo inocente. Me gustaría rezar hoy por todas las personas que sufren un juicio injusto por el ensañamiento".
Por eso la audiencia de hoy, que cae en un momento de fuertes intrigas y clima enrarecido, aparece como una suerte de revancha o nemésis del cardenal australiano, apodado "the ranger" por sus modos bruscos, pero que ya no tiene funciones en ninguna congregación del Vaticano, es "emérito" y el 8 de junio próximo cumplirá 80 años, algo que determinará que no podrá votar en el próximo cónclave.
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