Inspirada en los catalanes, la Isla de Pascua se anima a soñar con autonomía
Su alcalde dijo que aspira a un referéndum y que buscarán ayuda en la ONU; así, reabrió un conflicto con el gobierno de Chile
SANTIAGO, Chile.- La Isla de Pascua está en Oceanía, a 3760 kilómetros de Santiago, tres veces más lejos que Buenos Aires de la capital chilena. Entre turistas, volcanes y moáis, en ella viven cerca de 8000 personas. Los rapanui tienen idioma propio, su cultura es única en el mundo y no hablan de Chile, sino del "conti", el continente. Fueron anexados hace 129 años como territorio chileno y cedieron a ese país su soberanía.
Desde ahí, en el centro del Pacífico, el alcalde Pedro Edmunds Paoa levantó una proclama autonomista que molestó al gobierno central. "Lo que hemos visto de lo que está pasando en Cataluña nos identifica. [...] Es lo mismo que nos va a pasar a nosotros si Chile y sus gobiernos no toman en serio la petición de hace décadas de sentarse a conversar en igualdad de condiciones", dijo al diario El Mercurio de Valparaíso.
Mientras el Ejecutivo busca manejar el rebrote del conflicto y proyecta una visita de Michelle Bachelet a la isla para fines de noviembre, el pueblo rapanui prepara una demanda ante el Comité Especial de Descolonización de la ONU. Con ella, quieren abrir un capítulo que les permita dialogar con el gobierno y, en caso de fracasar el diálogo, dejar en manos de un referéndum la relación que los pascuenses quieran mantener con Chile.
Cualquiera que sea la decisión, los puntos básicos de los isleños son la autonomía (puede ser total, administrativa o con relación de amistad, entre otros) y la devolución de tierras en poder del Estado chileno a los rapanui.
"Pienso que la isla va a tener que llegar a autoconsultarse como lo hicieron los catalanes, o a consultarse con la mediación de las Naciones Unidas, para buscar un entendimiento con nuestro país", explicó Edmunds Paoa a LA NACION. "Ambas situaciones son el final de un camino que estamos recién iniciando. A los catalanes les llevó 40 años, primero con diálogo, luego con abogados. Nosotros llevamos 30 años de diálogo y ya agotamos el camino jurídico interno, por eso vamos al Comité", agregó.
Los pascuenses reclaman además que no se ha respetado el Acuerdo de Voluntades de 1888, cuando se anexó la isla, y los compromisos de distintos gobernantes chilenos. El tercer punto, por ejemplo, indicaba que Chile respetaría la propiedad privada, que es toda la isla y, según Edmunds, en la actualidad no hay más del 8% de las tierras bajo propiedad rapanui.
Apenas el alcalde comparó la situación con Cataluña, Paula Narváez, la vocera del gobierno, dijo que no comparten que los pascuenses acudan a la ONU, porque "ha sido este gobierno de la presidenta Bachelet el que más diálogo ha mantenido con la comunidad rapanui". Edmunds negó que el diálogo sea real y efectivo, y lo avalan otras voces autonomistas, como el Honui, una asamblea que convoca a los 36 clanes rapanui, en el Consejo de Ancianos y en el Parlamento Rapa Nui.
El historiador rapanui Cristián Moreno Pakarati sostuvo que "esto puede pasar a mayores, puede llegar a una corte superior, a La Haya", como en 2013, cuando los pascuenses evaluaron pasar a formar parte de la Polinesia ante la demanda no resuelta del turismo masivo en la isla y de la llegada sin regulación de habitantes chilenos que además controlan su economía.
Moreno Pakarati coincidió con Edmunds en que existe una situación "de abandono extremo" de la isla, que se hizo más evidente con los piquetes y las ocupaciones del aeropuerto y otras edificaciones en 2009. "Se han hecho avances migratorios, pero no se ha visto más en 16 años. La gente se aburrió, aparece el alcalde diciendo esto y obviamente genera una respuesta en el continente de apagar el fuego con nafta", dijo.
"Queremos seguir siendo chilenos, pero queremos que respeten nuestra autonomía en nuestros propios territorios", aclaró el alcalde. Para conseguirlo, hace cuatro años acudieron a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y ahora ni siquiera descartan la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
La falta de autonomía afecta, por ejemplo, para tomar decisiones. "Podríamos tener nuestra propia planificación, resolver el tema medioambiental grave que tenemos, administrar nuestros bienes y nuestro mar, que está siendo saqueado por pesqueros chinos y taiwaneses", explicó Edmunds.
Moreno Pakarati agregó que la falta de médicos en el hospital, la toma de decisiones excesivamente lenta, el "desabastecimiento severo, especialmente del gas este año, la sobrepoblación y la conectividad en manos de privados son problemas que están alimentando un movimiento independentista que está creciendo.
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