Inquieto, EE.UU. dice: "Yo no fui"
WASHINGTON.- Con demasiados frentes abiertos, lo último que estaba dispuesta a hacer la Casa Blanca ayer era abrir la boca con la crisis diplomática abierta a partir del "secuestro" del avión presidencial boliviano bajo sospecha de que allí viajaba el topo de la CIA.
"Pregúntenles a los países que tomaron las decisiones", fue una y otra vez la respuesta formal a la generalizada sensación de que el gobierno de Barack Obama estuvo detrás del coro de decisiones que en Francia, Italia, Portugal y España complicaron el pase del avión boliviano, sospechado de trasladar al joven que reveló los secretos del espionaje electrónico norteamericano, Edward Snowden.
"Cada país toma las decisiones por sí mismo. Yo los invitaría a que trasladen sus dudas a esos gobiernos", dijo, toda sonrisa, la vocera del Departamento de Estado, Jen Psaki, cada vez que se le preguntó ayer si era verdad que Estados Unidos estuvo detrás de esa maniobra.
Más que una sensación, para Bolivia es casi certeza que Washington estuvo detrás de la idea para detener el avión de Evo Morales.
"Este plan de sabotaje fue planificado por Estados Unidos, país que quebró el dilema entre libertad y seguridad", no dudó en proclamar ayer el ministro de la Presidencia boliviana, Juan Ramón Quintana.
Por lo pronto, la estrategia del Departamento de Estado no sorprende a nadie.
Si bien en los últimos días no ocultó que presiona para evitar que el "topo" Snowden encuentre cobijo en algún sitio, otra cosa muy diferente era poner pie de lleno en la disputa instalada entre el bloque europeo y América latina por el conflictivo vuelo del presidente Evo Morales.
De hecho, Washington admite que su prioridad en este asunto es lograr que Snowden vuelva a territorio estadounidense, donde lo esperan cargos por espionaje y robo de propiedad gubernamental. Y ya se lo hizo saber a todo gobierno tentado de ceder a la idea de otorgarle asilo, de Rusia a China, pasando por nuestra región.
Cualquier país que conceda asilo a Snowden deberá afrontar "repercusiones muy negativas", repite desde hace semanas la cartera que conduce John Kerry. Pero otra cosa era ayer meterse de lleno en la maniobra que todos sospechan que alentó.
"Los remito a los países que tomaron las decisiones", dijo la vocera del Departamento de Estado.
Un periodista quiso saber si era verdad que el avión presidencial fue registrado en su larga escala en Austria y si eso se hizo por pedido de Washington. "Una vez más, los derivo al país que tomó esa decisión", dijo Psaki.
"¿Puede confirmar si el gobierno estadounidense tuvo información sobre que Snowden pudiera estar en ese avión?", intentó de nuevo. En este caso, tampoco hubo sorpresas. "No me consta, pero es algo que aun en el caso de saberlo no lo comentaría", replicó la funcionaria.
Más allá de eso, en medios diplomáticos locales, si algo se agradecía ayer era que la crisis de Egipto y la torpe maniobra con el avión de Morales hubieran ocurrido en el mismo día. Por lo menos, una tapaba a la otra y ahorraba algún dolor de cabeza a los muchos que, a estas horas, padece el gobierno demócrata.
Al cierre de esta edición, la inquietud por el derrotero de Egipto había eclipsado gran parte del escándalo generado tras la convicción de La Paz -compartida por buena parte de las capitales de la región- de que el interés de Washington por recapturar a Snowden estuvo detrás de la humillación a que fue sometido el líder boliviano.
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