Indignación en Francia por el espionaje de EE.UU.
El gobierno mostró su malestar por las escuchas a Hollande, Sarkozy y Chirac reveladas por WikiLeaks
PARÍS.- Francia reaccionó con indignación ante las nuevas revelaciones de WikiLeaks según las cuales, entre 2006 y 2012, Estados Unidos espió a los ex presidentes Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy, al actual jefe del Estado, François Hollande, y a numerosos ministros y políticos de primer orden.
Los documentos entregados por la organización que dirige Julian Assange al periódico digital Mediapart y al diario Libération contienen al menos cinco informes de síntesis de comunicaciones telefónicas interceptadas por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) clasificados en la categoría "Top Secret".
Entre los teléfonos espiados figuraban los celulares de los presidentes e incluso los números de una célula del Palacio del Elíseo encargada de proteger las comunicaciones entre los miembros del gobierno y asegurar los enlaces a través del llamado "teléfono rojo".
En un gesto destinado a mostrar su irritación, Hollande reunió en la sede de la presidencia al Consejo de Defensa, integrado por el primer ministro, el canciller, los ministros de Defensa e Interior y los responsables de los organismos de inteligencia.
En una declaración difundida al término del cónclave, el gobierno condenó esos "hechos inaceptables" y recordó el compromiso asumido por Estados Unidos durante la visita de Hollande a Washington en 2014 de suspender el espionaje a países amigos y aliados. Esos compromisos deben ser "escrupulosamente respetados", precisó. Francia "reforzó recientemente su dispositivo de control y de protección" y "no tolerará ninguna acción que ponga en peligro su seguridad y la protección de sus intereses", agregó.
Para reforzar esa advertencia, el canciller, Laurent Fabius, convocó a la embajadora norteamericana, Jane D. Hartley, para pedirle explicaciones, que la diplomática se comprometió a transmitirle inmediatamente. La Casa Blanca, sin desmentir explícitamente la existencia de esas escuchas, también recordó el compromiso asumido por Estados Unidos [a fines de 2013] de no espiar a los presidentes de Francia y de mejorar las relaciones entre los servicios de inteligencia de ambos países.
Tras ese comunicado, Hollande se comunicó telefónicamente con el presidente norteamericano, Barack Obama, a fin de "recordarle los principios que deben prevalecer en las relaciones entre los aliados en materia de inteligencia", precisó un comunicado del Palacio del Elíseo. Obama, por su parte, reiteró los términos del comunicado difundido poco antes por sus servicios.
Ambos presidentes acordaron que una delegación francesa, dirigida por el coordinador de los servicios secretos franceses, Didier Le Bret, viajará en breve a Washington para analizar lo ocurrido y mejorar la cooperación entre los organismos de inteligencia de ambos países.
Las notas, a juicio de los expertos, no contienen ninguna revelación. En el caso de Chirac, relata las maniobras del ex presidente en 2006 para hacer designar al noruego Terje Roed-Larsen como subsecretario adjunto de la ONU. También señala que el canciller de esa época, Philippe Douste-Blazy, solía hacer declaraciones "inexactas e inoportunas".
Reticencias
Otro informe de 2008 afirma que Sarkozy se consideraba "el único hombre capaz de resolver la crisis financiera" mundial. Dos años después se quejaba de las reticencias norteamericanas para que ambos países pudieran acordar una mejor colaboración en materia de inteligencia. Su embajador en Estados Unidos, Pierre Vimont, y el consejero diplomático del presidente, Jean-David Levitte, atribuían esas dificultades "al deseo de Estados Unidos de seguir espiando a Francia".
En el caso de Hollande, el informe más reciente está fechado en mayo de 2012, exactamente después del acceso de Hollande al poder.
La nota de la NSA detalla la preocupación del flamante presidente por Grecia y su posible salida del euro, y revela la organización de reuniones "secretas" con la oposición socialdemócrata alemana.
Tanto Hollande como su primer ministro de la época, Jean-Marc Ayrault, deseaban actuar con extrema discreción para no irritar a la canciller Angela Merkel.
A pesar de la enérgica reacción formal de Francia, el tono de su protesta fue considerado una "gesticulación" destinada al consumo interno y a recordar a Estados Unidos el compromiso asumido en 2013. Pero, como dio a entender el vocero gubernamental, Stéphane Le Foll, "lo que ocurrió no es aceptable entre aliados, pero no por eso vamos a entrar en una crisis". La moderación del gobierno obedece al hecho de que los documentos conocidos conciernen -hasta ahora- sólo a las primeras semanas del mandato de Hollande y no incluyen ninguna prueba de espionaje posterior a la promesa de 2013.
La tensión, sin embargo, no está terminada. El creador de WikiLeaks, Julian Assange, prometió nuevas revelaciones, que serán "divulgadas en el momento adecuado". "Serán mucho más importantes", aseguró.
Los medios políticos se preguntaban anoche si Assange había actuado con imparcialidad o si esas revelaciones, que revisten escaso interés, estaban destinadas a beneficiar o perjudicar a algún dirigente o sector en particular.
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