Hay dos teorías sobre cómo el animal llegó hasta el lugar que luego quedó tapado por una erupción; los arqueólogos no salen de su asombro
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Cuando el Monte Vesubio entró en erupción hace casi 2.000 años, las cenizas petrificaron a los residentes de la ciudad de Pompeya. Y no solo le ocurrió a los humanos, también la flora y la fauna quedaron cubiertas por una gruesa capa de cenizas y escombros, incluyendo una tortuga embarazada.
Los arqueólogos que trabajan en Pompeya encontraron los restos del reptil enterrados bajo rocas, donde había permanecido sin ser descubierto desde el año 79 d.C. La tortuga estaba resguardada debajo de un edificio en ruinas cuando ocurrió la erupción.
Los investigadores encontraron los restos mientras excavaban un área de la ciudad que sus antiguos habitantes habían estado reconstruyendo después de que un terremoto devastara Pompeya en el año 62 d.C., 17 años antes de la erupción del Vesubio.
La tortuga de 14 centímetros se había metido en una pequeña guarida subterránea debajo de una tienda destruida en ese terremoto. Los expertos dicen que el hecho de que se encontrara con un huevo sugiere que murió mientras buscaba un lugar tranquilo para poner sus crías.
Mark Robinson, arqueólogo de la Universidad de Oxford que descubrió los restos de otra tortuga en un sitio cercano en Pompeya en 2002, le dijo a la BBC que hay dos explicaciones de cómo el reptil llegó ahí. “Una es que es fuera una tortuga mascota que posiblemente escapó y se dirigió a las ruinas del gran terremoto”, dijo el experto.
Otra posibilidad más probable es que fuera una tortuga del campo que vagaba por la antigua ciudad, explica el experto. “Pompeya quedó sustancialmente destruida y no se pudo reconstruir completamente después del terremoto. La flora y la fauna del campo circundante se habían mudado a la ciudad”. Los expertos dicen que el hallazgo de la tortuga ilustra la riqueza del ecosistema natural de Pompeya en el período posterior al terremoto.
“Toda la ciudad era un sitio en obra y algunos espacios estaban tan desocupados que los animales salvajes podían deambular, entrar e intentar poner sus huevos”, dijo Gabriel Zuchtriegel, director general del Parque Arqueológico de Pompeya.
Joonas Vanhala, un visitante de Pompeya finlandés que pasaba por el sitio al momento del descubrimiento, describió lo que vio a la BBC como “espectacular”. “Acababan de quitarle el caparazón al animal, así que lo que se veía era el esqueleto y el huevo”, dijo Vanhala. “Era un color marrón claro, arenoso”. “Si no me lo hubieran dicho, no habría reconocido que eso era un huevo”, cerró.
El hallazgo que no deja de asombrar a los arqueólogos
Zuchtriegel expresó en declaraciones a medios locales que el hallazgo “abre una ventana a los últimos años de la ciudad”, los que siguieron al terremoto, “en los que toda Pompeya se transformó en un gran y palpitante sitio de construcción”.
Por su parte, para la antropóloga Valeria Amoretti, el ecosistema del pueblo cambió, con animales salvajes que encontraban su espacio en las construcciones en marcha o en viviendas. Todo indica que la tortuga encontró el lugar “y allí, en un rincón protegido, cavó una cueva para poner su huevo, pero no lo logró y eso pudo haberle causado la muerte”.
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