Incitar al terror in situ, la truculenta estrategia de EI
PARÍS.- La noticia de que el hombre que abrió fuego en una disco gay de Orlando le había dedicado la matanza al grupo terrorista Estado Islámico (EI) vuelve a plantear una pregunta ya conocida: ¿el asesino realmente actuaba bajo las órdenes de EI o simplemente buscaba publicidad y la aprobación del grupo islamista para su acto de odio personal?
Para los estrategas del terror de EI, esa diferencia es irrelevante.
Convencer a distancia a los atacantes de que juren lealtad a EI y luego ejecuten asesinatos en masa se ha convertido en una parte central de la propaganda del grupo en los últimos dos años. Se trata de un deliberado borramiento de la línea que separa los ataques planeados y ejecutados por los combatientes que pertenecen al grupo, de los ataques perpetrados por simpatizantes.
El atacante, Omar Mateen, le dijo a la operadora del 911 que juraba lealtad a Estado Islámico. Ese juramento es crucial en el protocolo de EI. La masacre de Orlando es el tercer ataque en que se invoca ese juramento de lealtad en Estados Unidos. En diciembre, cuando una pareja de San Bernardino salió de su casa a matar con rifles de asalto, se aseguraron de juramentar su lealtad en Facebook. Y en mayo de 2015, en Texas, minutos antes de abrir fuego sobre una caricatura de Mahoma, Elton Simpson envió una serie de tuits para dejar en claro dónde tenía puesta su lealtad.
Ese compromiso público es prácticamente el único requisito que EI les pide a sus seguidores que deseen llevar a cabo actos de terror en su nombre. El mes pasado, en su discurso anual, el vocero del grupo terrorista, Abu Muhammad al-Adnani, incitó a los seguidores a salir a matar durante el mes sagrado de Ramadán.
Ningún ataque es pequeño, señaló, y nombró específicamente a Estados Unidos como blanco. "Por pequeña que sea la acción que realicen en el corazón de esa tierra, es más preciada para nosotros que cualquier acción nuestra, y más efectiva y perjudicial para ellos", dijo Al-Adnani. Ya en septiembre de 2014, había dejado en claro que cualquiera podía, o debería, llevar a cabo actos de terror en nombre del grupo. "No le pidan permiso a nadie", dijo, y sugirió que los simpatizantes que no pudieran comprar armas podían usar piedras, cuchillos o incluso autos para asesinar infieles.
Desde entonces, el grupo ha trabajado fuerte para crear un mecanismo de incitación al terror in situ. Inunda Internet de propaganda truculenta y emplea a un ejército de jihadistas de teclado que difunden día y noche ese mensaje letal por Twitter, Facebook y demás redes sociales. En este caso, hay una flagrante concordancia entre la propaganda de EI y el blanco elegido por el asesino. El grupo jihadista hace público su odio por los homosexuales y divulga incluso imágenes de milicianos arrojando a sospechosos de homosexualidad por la ventana de los edificios.
Cuando uno de esos reclutas es capturado o abatido, las fuerzas de la ley hacen lo imposible por conectar todas las piezas. Pero el hecho de que no suela haber un vínculo directo que conduzca al núcleo de la organización es un deliberado intento de proteger al grupo en la era de la vigilancia.
"Lo que hizo EI es muy inteligente. Generaron una situación en la que cualquiera puede atacar en nombre de ellos sin tener vinculación directa con la organización -dice Charlie Winter, investigador de la Universidad Estatal de Georgia-. Pueden jurar lealtad a Abu Bakr al-Baghdadi antes o durante y con eso catapultarse, dejar de ser un jihadista cuentapropista y pasar a ser un soldado de EI que puede ser idolatrado como un guerrero."
El domingo, cuando se supo que Mateen había invocado el nombre de EI, la agencia oficial de noticias de la agrupación emitió un comunicado citando "una fuente" que confirmaba que Mateen había actuado en nombre de EI. En Internet, los jihadistas estaban exultantes. A modo de tributo, varios cambiaron sus fotos de perfil en Twitter por una foto del atacante de Orlando.
Traducción de Jaime Arrambide
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