Coronavirus: la pandemia trastorna el papado de Francisco y opaca su protagonismo
ROMA.– Con las alas cortadas, "enjaulado", con menos visibilidad y protagonismo: es el efecto de la pandemia en el pontificado de Francisco . Si bien el miércoles pasado pudo volver a tener contacto con los fieles en una primera audiencia general presencial después de seis meses de "ayuno" –y no en la Plaza San Pedro, sino en el Patio de San Dámaso, un lugar mucho más pequeño y con medidas de prevención y distanciamiento–, Francisco seguirá confinado en el Vaticano mucho tiempo más.
En un mundo totalmente trastocado por el coronavirus, el Papa, que en sus siete años de pontificado hizo 32 viajes internacionales a 47 países de los cuatro continentes –superando incluso a san Juan Pablo II–, ya no podrá seguir recorriendo el mundo predicando el Evangelio y su visión de Iglesia abierta, en salida. "Hasta que no haya una vacuna es impensable cualquier viaje, porque las aglomeraciones de fieles son parte de las visitas apostólicas, sin contar que con la crisis económica provocada por el coronavirus en todos lados y especialmente en los países más pobres, que son los que suele visitar el Santo Padre, nadie podrá permitirse el lujo de una visita papal, que suele tener costos muy altos", dijo a LA NACION una fuente vaticana.
Fiel reflejo de esta nueva etapa sin viajes al exterior, el monseñor colombiano Mauricio Rueda, meticuloso organizador de los viajes papales en los últimos años, en julio pasado dejó su oficina del Vaticano para irse a trabajar como segundo de la nunciatura de Lisboa. Y su puesto quedó vacante.
Más allá de la imposibilidad de viajar al exterior –lo que significa menos reflectores, atención mediática, visibilidad y protagonismo–, el Covid-19 ha tenido para el Vaticano y para el pontificado de Francisco efectos devastadores en otros sentidos. La ausencia de fieles debido a las cuarentenas y restricciones en todo el mundo provocaron un golpe terrible a las arcas del pequeño Estado del mundo, con los Museos Vaticanos –la gallina de los huevos de oro–, con un 70% menos de visitantes y un déficit millonario.
Si bien el Papa creó una task force contra la pandemia y durante la cuarentena llegó a hogares de todo el mundo a través de misas por streaming desde la capilla de Santa Marta, otras reformas cruciales parecieron quedar en stand by. La última reunión del denominado C-9, el consejo de cardenales de diversos países que asesora al Papa, fue en febrero. Y aunque en todas las empresas del mundo el Zoom multiplicó adeptos, en el Vaticano, por miedo a infiltraciones y por cuestiones de seguridad, en los niveles más altos rehúyen de este tipo de reuniones virtuales. Sin contar que también hubo demoras en el frente de la lucha al flagelo de la pedofilia en el clero.
El arzobispo maltés, Charles Scicluna, el máximo experto del tema en el Vaticano, secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y prelado famoso por haber viajado a Chile en misión especial y por haber investigado a los Legionarios de Cristo en México, debió suspender una nueva misión a México y a Polonia. Cancelaciones que fueron sottovoce celebradas por los obispos de estos países y crearon dudas y malestar entre grupos de víctimas.
"Indudablemente esta pandemia ha sido una circunstancia desafortunada para Francisco: le cortó un poco las alas en el sentido de que es un hecho de que no va a poder viajar pronto, al menos en todo el año que viene y sabemos que su prioridad es el contacto humano, físico, con las personas, con los enfermos, con los más necesitados, con los migrantes, con los detenidos, donde más el Papa es él", dijo a LA NACION Valentina Alazraki, corresponsal de Televisa y decana de los vaticanistas, que ha participado de más de 150 vuelos papales. "Esta pandemia lo aisló, como nos ha aislado a muchos de nosotros, y esto evitó que él se haya podido dar, entregar a la gente, como lo ha hecho a lo largo de su pontificado", agregó.
Si bien los opositores de Francisco aprovechan de este momento de impasse debido al Covid-19 para hablar de "fin de pontificado", muchos observadores destacan que es normal que, después de siete años de un pontificado distinto y repleto de novedades como el del primer papa latinoamericano, Francisco tenga menos atención mediática. "Es como la crisis de los siete años en un matrimonio: el entusiasmo tiende a bajar", bromeó un monseñor.
Sorpresas
Aunque es verdad que sus opositores ya están pensando en su sucesor, Alazraki, biógrafa de san Juan Pablo II y autora de diversos libros, no comparte la lectura de aquellos grupos que relacionan la pandemia con un ocaso del pontificado. "Para mí estamos todavía en pleno pontificado. Evidentemente hay un parón en este aspecto de entrega a la gente, de cercanía a la gente, de poder viajar, pero espero que no dure mucho y sea solo una etapa poco afortunada y creo que Francisco todavía nos reservará muchas sorpresas", opinó. En ese sentido se inserta el anuncio de una nueva encíclica sobre fraternidad humana, que se publicará el mes próximo.
Alazraki destacó, por otro lado, el liderazgo que ostentó Francisco en estos tiempos sin precedente. "Me quedo con una imagen, la del 27 de marzo pasado, cuando vimos a Francisco solo, en la Plaza San Pedro, con una lluvia impresionante, pedirle a Dios que se acabara esta pandemia. Creo que es una de las imágenes más fuertes del pontificado, porque nos hablan también de la soledad del único líder mundial que nos hizo tomar conciencia a lo largo de toda esta pandemia de que hay consecuencias no sólo sanitarias, sino también morales, éticas", subrayó.
"Desde el primer momento intentó hacernos conscientes de que de esta pandemia no podremos salir solos, de que solo saldremos si estamos todos juntos y sobre todo si cambiamos nuestra mentalidad enfocada en el egoísmo y el individualismo, tanto nacional, como social. Esta pandemia nos demuestra que de alguna manera estamos todos unidos, hay una interrelación global, por lo que tendremos que modificar todos nuestra actitud, no solo a nivel personal, sino a nivel de sociedades, de gobierno, de naciones –añadió–. Por eso veo al papa Francisco en esta pandemia como a un gran líder, muchas veces predicando en el desierto, pero que nos hace tomar conciencia de que no saldremos iguales, saldremos mejores o peores. Y hay que salir mejores, todos".
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