Impacto bélico: el mundo sufre el tercer año más violento desde el final de la Segunda Guerra Mundial
Con la invasión rusa a Ucrania como principal factor, 2023 termina como uno de los años con más muertes por conflictos desde 1945, superado solo por 1950, por la Guerra de Corea, y 1994, por el genocidio en Ruanda
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PARÍS.- ¿Acaso la humanidad debería olvidar la esperanza de vivir en un mundo de paz? La actualidad parece confirmarlo. La combinación de conflictos, enfrentamientos y muertes relacionados con la multiplicación de las guerras hizo que 2023 sea el tercer año de mayor violencia que conoció el planeta desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, según reveló un reciente informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés).
“Las muertes están en su punto más alto desde entonces, con excepción de 1950, cuando estalló la Guerra de Corea y murieron 550.000 personas, y 1994, cuando el genocidio de los tutsis en Ruanda creó una desviación sangrienta en la curva, con 800.000 muertos”, anota el reconocido organismo con sede en el Reino Unido .
En efecto, durante los últimos 30 años el número anual de muertos provocados por las guerras se mantuvo por debajo de los 100.000. Pero un neto recrudecimiento se registró a partir de 2010 debido a los conflictos armados en Medio Oriente y en Asia Central, sobre todo en Siria, Irak y Afganistán.
En 2021, el Programa de Datos sobre Conflictos de Uppsala (UCDP, por sus siglas en inglés) registró unas 84.000 muertes directamente causadas por conflictos implicando a por lo menos un Estado. En su mayoría, esos decesos se produjeron en Yemen y en Afganistán. Pero con el surgimiento de nuevos conflictos armados particularmente sangrientos al año siguiente, entre ellos la guerra ruso-ucraniana, los combates en República Democrática del Congo (RDC) y el conflicto armenio-azerí, la cifra de pérdidas humanas superó en 2022 las 100.000.
Y este año fue peor. Los incidentes violentos relacionados con los enfrentamientos aumentaron 28% en comparación con el período anterior, llegando a 137.800. Respecto de las muertes, en 2023 la cifra alcanzó los 267.700, un 14% más que el año anterior. Esa cifra no incluye, sin embargo, los cerca de 23.000 fallecidos causados por la feroz guerra entre Israel y el grupo terrorista Hamas, que gobierna la Franja de Gaza, en unas diez semanas de conflicto. Esto, debido a que el IISS mide los datos desde mayo de 2022 hasta junio de 2023, lo que dejó medio año de violencia fuera de la cuenta.
Según el respetado instituto, el incremento de muertes supera con creces el crecimiento demográfico, ya que la población mundial aumentó aproximadamente 1% en 2023, llegando a cerca de 8100 millones de habitantes.
En ese sentido, 1950, con 2500 millones de habitantes, y 1994, con 5600 millones, fueron años proporcionalmente más brutales en términos de víctimas mortales. Pero de forma concentrada en dos eventos únicos.
Otros conflictos posteriores a la Segunda Guerra, como la Guerra de Vietnam, resultaron en aproximadamente 1,3 millones de muertes, pero en un periodo de 20 años de combates. En el caso de la masacre de los tutsis en Ruanda, la matanza ocurrió en apenas tres meses.
El IISS utiliza sus propias cuentas y se basa en reconocidas bases de datos, como las del UCDP (elaborado por la universidad sueca de Uppsala), del Acled (Proyectos de Ubicación de Conflictos Armados y Datos de Eventos, una ONG estadounidense) y de organizaciones como la Cruz Roja. Pero, a pesar de algunas diferencias estadísticas, el panorama es sombrío: la guerra en Ucrania, el conflicto en Medio Oriente, las tensiones desde la península de Corea hasta Guyana, pasando por Taiwán, bajo constante amenaza de China.
Según datos de Acled, la situación de la violencia –posterior a 1945– solo es comparable a 1950 y 1994, años de excepción. Por su parte, el UCDP, que ha medido el número de conflictos desde 1975, nunca había visto tantos: 183 en comparación con un pico anterior de 176 en 2016.
Implicancia regional
Un motivo de esto implica países de América Latina, como Brasil y México.
“Vemos una gran proliferación de conflictos con actores no estatales”, estima Irene Mia, editora de publicaciones del IISS. Según afirma, hay 459 grupos armados que controlan la vida de 195 millones de personas, la gran mayoría en África.
América Latina llama la atención debido a la espiral de violencia asociada al narcotráfico y al crimen organizado.
Para el IISS la “reconfiguración de las rutas de la droga y las redes criminales siguió incrementándose, con estallidos de violencia y escalada en países que, hasta hace poco tiempo, eran considerados relativamente apacibles, incluyendo la Argentina, Ecuador y Paraguay”.
Si bien es normal que conflictos como los de Ucrania y Rusia, Israel y Hamas, y ahora la amenaza de una escalada entre Venezuela y Guyana llamen más la atención, al mismo tiempo contribuyen a ocultar las muertes por homicidio que, según Naciones Unidas, este año resultó ser cinco veces mayor que las provocadas por las guerras y 20 veces mayor que los atentados terroristas.
La invasión ordenada por el presidente ruso, Vladimir Putin, en Ucrania, que cumplirá dos años el 24 de febrero próximo, también confirma el regreso de la guerra entre Estados como fuente de violencia. Según el IISS, la crisis europea es líder tanto en muertes como en eventos violentos, después de pasar años en la categoría “conflicto congelado”.
Así se llama a los enfrentamientos que mantienen algún grado de violencia, pero sin un avance significativo, como fue el caso de la guerra civil en el este de Ucrania, financiada por Rusia desde 2014. Entonces quizás murieron unas 14.000 personas, la mayoría en el primer año de combates. Sin embargo, la tensión nunca cesó, culminando en febrero de 2022 con la invasión.
Esto demuestra que “los conflictos congelados siempre terminan por estallar”, señala el analista de seguridad en Medio Oriente del IISS, Emile Hoyakem.
Otra prueba de esto es el caso de Nagorno-Karabaj, un enclave histórico de Armenia, que quedó en Azerbaiyán después del fin de la Unión Soviética en 1991.
Durante tres décadas, Bakú y Ereván libraron dos guerras y varios enfrentamientos. Al final, en una campaña sorpresa de 24 horas el pasado septiembre, los azeríes se apoderaron de la región causando un éxodo de 120.000 personas causando, pero no obstante, pocas muertes.
Intervenciones
Otro factor de complejidad señalado por el IISS es la creciente internacionalización de las guerras civiles a través de la intervención de un número cada vez mayor de potencias regionales y globales, fenómeno que se asemeja a las guerras por el poder al estilo de la Guerra Fría. A juicio de la organización, “la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022 ha llevado ese fenómeno a un nuevo nivel”.
“La invasión no solo ha desatado lo que posiblemente sea el conflicto entre Estados más importante desde la Segunda Guerra Mundial, sino que también exacerbó las divisiones geopolíticas entre las potencias occidentales y aquellas que no suscriben completamente a los principios democráticos y el orden internacional basado en reglas predominantes”, apunta el informe.
Para el IISS –así como para la mayoría de los centros de reflexión democráticos en Occidente–, el ascenso de esas potencias (como China y Rusia, pero también países del Golfo, Irán y Turquía, entre otros) tiene grandes repercusiones para la estabilidad y la seguridad a nivel mundial.
“Su mayor asertividad en la política exterior es una de las principales causas de la decadencia de los procesos tradicionales de resolución de conflictos y construcción de paz, dado que son esas mismas potencias quienes a menudo socavan o pasan por alto las instituciones y los foros existentes [incluida la ONU]”, concluye el informe del instituto.
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