"¡Vuelva a bordo, carajo!", la nueva frase que causa furor en Italia
El capitán de la guardia costera, De Falco, quien ordenó a Schettino volver al barco, se convirtió en el nuevo ídolo
ROMA.- Si el hombre más denostado de Italia es ahora Francesco Schettino, el cobarde comandante del crucero Costa Concordia, el ídolo (y antítesis) es Gregorio De Falco, el capitán de la guardia costera de Livorno que durante la noche del naufragio le ordenó volver a subirse a la nave, su deber, en un llamado telefónico escalofriante, cuyo audio dio la vuelta al mundo.
"Vuelva a bordo, carajo!" (en italiano, "Vada a bordo, cazzo!") , el grito que le pegó durante ese diálogo tormentoso, que dejó alucinada a la opinión pública italiana -y de todo el mundo-, de hecho, se ha vuelto una suerte de mito en la web. El grito refleja un comportamiento ejemplar, ante otro, el de Schettino -bajo arresto domiciliario en su casa de Sorrento-, que es vergonzoso.
Desde que ayer se difundió el impactante audio, hace furor en la web una remera con la leyenda "Vada a bordo, cazzo!".
Asimismo, el hashtag #vadaabordocazzo, dominó Twitter, donde el capitán De Falco se convirtió en un héroe, frente al villano y vil comandante que provocó el trágico naufragio del Costa Concordia. "Gracias al cielo en Italia para cada Schettino también hay un De Falco", escribían los usuarios. En un dato para destacar, tanto Schettino, de 52 años, y De Falco, de 46, son napolitanos.
Lo cierto es que el "Vada a bordo, cazzo", que aún resuena hoy en noticieros de TV y radios, aparece ahora como un símbolo que en cierta forta intenta rescatar la imagen de Italia, tan dañada por el comportamiento fanfarrón y vil de Schettino.
Este causó la tragedia del Costa Concordia porque se acercó demasiado a la costa de la isla del Giglio para hacer la "reverencia" (un tradicional saludo marinero, que nunca llegó a hacer) en honor a un amigo oriundo de allí. Una vez causado el desastre, cuando el gigantesco crucero que chocó contra una piedra que estaba perfectamente señalada en los mapas náuticos, el hombre minimizó el asunto, lanzando tarde el SOS, y para peor, abandonó a miles de pasajeros, entre los cuales discapacitados, ancianos y niños.
De Falco, la antítesis de Schettino, pese a haberse convertido en el nuevo ídolo de los italianos, prefiere no figurar. "No soy un héroe... Traté de hacer mi deber, lo correcto. Podíamos haber salvado a todos los pasajeros del Concordia", aseguró manteniendo un bajísimo perfil, a sabiendas de que, en toda esta historia, no hay nada para celebrar.