Fue el centro de la alguna vez millonaria industria del salitre, pero un cambio desatado por una guerra los convirtió en un pueblo fantasma
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Ir al pueblo fantasma de Humberstone, en el Norte Grande de Chile, es como viajar en el tiempo. Aunque nadie ha vivido ni trabajado aquí desde hace más de medio siglo, entre sus callejones desérticos todavía se puede apreciar parte de las fachadas de las oficinas, escuelas e incluso un gran teatro que le dieron vida a este sitio entre 1870 y 1960, cuando miles de obreros trabajaban para un fin común: la millonaria industria del salitre, también llamado “oro blanco”.
Eran tiempos felices para este país sudamericano. La enorme demanda por el material desde naciones industrializadas de Europa dio lugar a un período de gran enriquecimiento, al cual incluso se le denominó la “belle époque” chilena. Y es que al final del siglo XIX y principios del XX, casi todo el salitre del mundo provenía del desierto de Atacama. Y para Chile, su importancia era vital: representaba entre el 40% y el 60% de sus ingresos fiscales. “Chile vivía literalmente de un solo producto: el salitre”, explicó el historiador de la Universidad de Santiago, Julio Pinto, a BBC Mundo.
Sistema Shanks
Todo surgió en 1866, cuando el explorador chileno José Santos Ossa descubrió depósitos de salitre en el Salar del Carmen, cerca de la ciudad de Antofagasta. En ese entonces, estos terrenos pertenecían a Bolivia, pero Santos Ossa consiguió un permiso que lo autorizaba a extraer el mineral por 15 años. Tiempo después, en 1982, se construyó la principal y más conocida sede salitrera de la zona: la Oficina Salitrera Humberstone, llamada originalmente La Palma.
En su apogeo -entre 1900 y 1929-, este lugar ubicado a unos a 50 kilómetros de Iquique (Región de Tarapacá), fue hogar de alrededor de 3.500 personas, lo que significó una gran movilidad demográfica de los chilenos hacia el norte, que después fue enriquecida con diferentes olas migratorias, especialmente de Perú y Bolivia.
Aquí sus habitantes forjaron una cultura comunitaria específica de los “pampinos” -es decir, de quienes habitan la zona desértica del norte de Chile-, caracterizada por su expresión lingüística y su lucha precursora por la justicia social debido a las difíciles condiciones de trabajo en una de las zonas más áridas y hostiles del planeta.
El modelo de negocio detrás de la salitrera se basó en el sistema Shanks, desarrollado por James Humberstone (apodado como “don Santiago” por los trabajadores de la zona), un ingeniero químico británico que emigró a Sudamérica en 1875 y de donde viene el nombre de este pueblo fantasma.
El procedimiento consideraba disolver a alta temperatura el “caliche”, la corteza del desierto rica en nitrato, a fin de extraer el nitrato de sodio, un fertilizante que transformó la agricultura en América y en Europa, proporcionando a Chile una riqueza considerable.
De esta forma, el británico logró construir una fortuna con base en una de las mayores extractoras de “oro blanco” del mundo, empleando a miles de personas y montando un negocio que fue un motor de desarrollo para las regiones circundantes.
Un trabajo difícil
Pero no todo se trataba de sacar cuentas alegres. La excavación del salitre era un trabajo agotador. Los obreros tenían que pasar todo el día bajo un sol abrasador, con poca agua o sombra. En 1889, el conocido corresponsal del diario The Times, William Howard Russell, visitó Humberstone y las poblaciones salitreras circundantes, diciendo que le recordaban a las minas de hierro y carbón del norte de Inglaterra.
“El trabajo no cesa, cuadrilla tras cuadrilla, trituradoras de salitre, calderas para hervirlo y cocinarlo en sus propios jugos… y el nitrato de sodio saltando a los tanques día y noche para ser enviados por todo el mundo”, escribió Russell. “Hay un parecido general a una planta de gas, con las particularidades de una mina de carbón”, observó el periodista, destacando “los asentamientos miserables donde los obreros y sus familias viven”.
Guerra del Pacífico
El salitre era tan importante para los chilenos que estaban dispuestos a ir a la guerra por él. A pesar de que las independencias de los países de Chile, Perú y Bolivia se concretaron en 1810, 1821 y 1825, respectivamente, las fronteras no estaban del todo definidas.
En la década de 1870, muchos de los pueblos salitreros pertenecían al territorio boliviano a pesar de que la mayoría de las empresas que operaban en la zona eran chilenas respaldadas con inversión británica. El problema se desató cuando el Gobierno de Bolivia impuso un gravamen de 10 centavos por quintal de salitre exportado a un contrato privado de transacción. Chile, entonces, decidió invadir su territorio en señal de protesta y argumentando que violaba un tratado comercial firmado en 1874.
Este acuerdo establecía que los bolivianos no incrementarían los impuestos sobre el salitre por 25 años, es decir, hasta 1899. El conflicto que se desató y que involucró a Perú, aliado de Bolivia, es lo que se conoce hoy como la Guerra del Pacífico (o Guerra del Guano y el Salitre), que tuvo lugar entre 1879 y 1884, y es considerada como una de las más sangrientas de la historia de América Latina.
La victoria chilena movió su frontera hacia el norte, anexando una gran franja de territorio rica en nitrato. Esto dejó a Bolivia sin 120.000 kilómetros cuadrados de territorio y 400 kilómetros de costa, según las estimaciones de historiadores. “El salitre fue fundamental para la guerra”, afirmó el historiador Julio Pinto.
“Una vez que había comenzado, el objetivo principal del Gobierno chileno fue la ocupación permanente de la provincia boliviana de Antofagasta y la provincia peruana de Tarapacá”, dice.
El derrumbe de la industria
Una generación más tarde, en la década del 30 y 40, otra guerra pondría fin a la industria salitrera. Cuando la Primera Guerra Mundial estalló, los británicos bloquearon las exportaciones de salitre a Alemania. Eso llevó a los alemanes a buscar alternativas, así que inventaron sustitutos sintéticos que podrían ser utilizados para hacer abono. Y así, de repente, nadie necesitaba nitrato chileno y la industria se derrumbó. De a poco, las diferentes oficinas salitreras que operaban en el norte de Chile comenzaron a cerrar y desaparecer.
Finalmente, en 1958 la Compañía Salitrera de Tarapacá y Antofagasta entró en una aguda crisis y terminó por disolverse; mientras que Humberstone fue cerrada definitivamente y sus últimos habitantes la abandonaron entre 1960 y 1961.
A 60 años de su desaparición, el pueblo fantasma de Humberstone forma parte de la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco. Desde 2001 se encuentra bajo la protección de la Corporación Museo del Salitre de Chile.
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