Huber Matos: el maestro rural y comandante revolucionario que se convirtió en enemigo de los Castro
De los cinco históricos comandantes de la revolución cubana que derrocó a Fulgencio Batista, en 1959, Huber Matos, que murió ayer, a los 95 años, en su exilio de Miami, tras una falla cardíaca masiva, fue el único que presentó su renuncia e intentó volver a su vida de maestro rural una vez que su batalla triunfó.
Lo hizo después de advertir el giro autoritario que iba a tomar el nuevo gobierno; el régimen no tardó entonces en mandarlo a prisión durante 20 años, lo que lo transformó en uno de los símbolos de la lucha contra los hermanos Castro.
Hombre de principios éticos, formado, valiente y austero, Matos, nacido en Yara en 1918, ocupó cargos de máxima responsabilidad al lado de Fidel Castro, su hermano Raúl, Camilo Cienfuegos y Ernesto "Che" Guevara, los dos últimos muertos antes de que la revolución cumpliera una década. Para entonces, los Castro ya habían hecho de la isla su "finca grande" y Matos trataba de sobrevivir en la cárcel en condiciones inhumanas.
Matos, de familia humilde, se doctoró en Pedagogía en la Universidad de La Habana en 1944. Su trabajo como maestro rural lo hizo testigo de las penurias y la pobreza que vivía el campesinado cubano.
Luego del golpe de Estado de Batista, en 1952, se unió a la guerrilla de Fidel Castro y se convirtió en uno de sus líderes más carismáticos.
Una de las primeras tareas que encomendó Fidel, desesperado por la falta de recursos militares, fue la compra de armas y municiones. Matos cumplió esa misión en Costa Rica -que en 1979 sería el primer destino de su exilio- y luego envió el cargamento a los rebeldes de la Sierra Maestra, epicentro de las operaciones de las filas insurgentes.
En marzo de 1958, coordinó la logística de un importante cargamento aéreo con municiones y armas, cuya exitosa entrega terminó por afianzar su relación con Castro, que lo puso al mando de la Columna 9.
En la embestida final contra Batista, Matos comandó la toma de Santiago de Cuba y, luego, su imagen quedó en la historia al encabezar con Fidel y Cienfuegos el ingreso triunfal en La Habana, el 6 de enero de 1959. Días después, fue designado comandante del ejército en la provincia de Camagüey.
Asegurado el triunfo y luego el poder, no tardaron en aparecer los cortocircuitos en la cúpula de poder. La disputa estaba protagonizada entre los que buscaban radicalizar la revolución con el abrazo al comunismo, como el "Che" y Raúl, y quienes pretendían rápidas reformas democráticas, como Matos, que luego consignó esos cambios en sus memorias, Cómo llegó la noche , de 2002.
Tras insistirle a Castro que convocara a elecciones y ante las negativas del líder revolucionario, el 19 de octubre de 1959, Matos presentó sus renuncia a todos los cargos oficiales con la intención de volver a su vida civil. Dos días después, Fidel lo acusó de sedición y envió a Cienfuegos a arrestarlo; éste murió en un accidente cuando volvía a La Habana, incidente del que Matos luego acusó a los hermanos Castro. El 11 de diciembre, Matos comenzó a cumplir la condena de 20 años por traición y sedición hasta su liberación, en 1979.
"Quiero hacer mi viaje de regreso a Cuba desde la misma tierra cuyo pueblo siempre me demostró solidaridad y cariño, quiero descansar en suelo costarricense hasta que Cuba sea libre, y de allí a Yara", escribió en su testamento Matos.
Más allá de la falta de libertades civiles, a Matos lo obsesionaba lo que consideraba "la pérdida por completo de los valores morales en la isla" y "la mentira y el robo que se extienden como un cáncer".
"La lucha continúa, ¡Viva Cuba Libre!", fueron, ayer, en el hospital Kendall, las últimas palabras del comandante, que tardíamente advirtió que su coraje había sido usado por un nuevo autoritarismo.
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