El médico latinoamericano tuvo un viraje conceptual que lo alejó del referente
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Se llevaban 36 años de diferencia pero eso no impidió que el entonces joven peruano Honorio Delgado se convirtiera en el “primer amigo extranjero” de Sigmund Freud.
Entre los años 1919 y 1936, ambos intercambiaron cartas, investigaciones y regalos. Freud, desde Viena, y Delgado, desde la ciudad de Arequipa, en Perú.
El médico latinoamericano incluso visitó dos veces al padre del psicoanálisis en su casa en Austria, junto a su esposa, Helene Rehe, quien era alemana.
La fascinación de Honorio Delgado por el prominente psiquiatra e intelectual europeo lo llevó a escribir la primera biografía de él en español. Y a convertirse en uno de los más grandes difusores de su pensamiento en la región.
Pero con los años, el peruano experimentó una suerte de viraje conceptual que lo alejó gradualmente de las ideas de quien consideraba un verdadero mentor.
Lo anterior, sin embargo, no impidió que se le reconociera hasta el día de hoy como uno de los psiquiatras y pensadores más importantes de la historia latinoamericana.
Pero quién fue realmente Honorio Delgado, cómo llegó a entablar una relación tan cercana con Freud y por qué se terminó divorciando del psicoanálisis.
Primeros pasos
Proveniente de una familia de clase alta, Honorio Delgado transcurrió su niñez y adolescencia en la ciudad de Arequipa donde nació en septiembre de 1892.
Tras obtener un bachiller en Ciencias Naturales en la Universidad Nacional del Gran Padre San Agustín, se trasladó a Lima para estudiar Medicina en la universidad de San Marcos.
Cursó con éxito sus estudios y se graduó en 1918.
Según el libro “Honorio Delgado, un pionero de la psicología en América Latina”, escrito por Ramón León y Alfredo Zambrano Mora en 1992, la influencia de Hermilio Valdizán Medrano, destacado médico, psiquiatra y escritor peruano, fue muy importante para Delgado.
Así es cómo, a pesar de que la psiquiatría no gozaba de mucho prestigio académico y social en el siglo XX en Perú, Delgado decidió hacer su doctorado en aquella especialidad.
Su interés por el psicoanálisis comenzó inmediatamente.
Cuando tenía sólo 23 años y todavía era un estudiante, publicó en 1915 en el diario limeño “El Comercio” un artículo titulado “El Psicoanálisis” que exponía la teoría de Sigmund Freud en un momento donde se sabía poco o nada sobre este intelectual en América Latina.
Los expertos creen que este es el primer trabajo en la región sobre la doctrina de Freud.
Tiempo después, siguió profundizando en el campo, realizando su tesis de graduación sobre el psicoanálisis.
Relación íntima con Sigmund Freud
Todos estos trabajos lo llevaron a establecer una relación con el propio Freud.
Existe evidencia que demuestra cómo ambos se intercambiaron cartas, artículos e incluso regalos entre 1919 y 1936.
En una exhibición sobre la relación de Sigmund Freud con América Latina -que está presentándose en Londres-, hay una fotografía de Honorio Delgado que, según los registros, fue enviada por el peruano al médico austríaco en 1920.
Freud, tras recibir la imagen, le respondió:
“Acepte mi más sincero agradecimiento por la fotografía que llegó aquí hace unos días. Fue una agradable sorpresa para mí y la aprecio. Realmente lo describe como muy joven y estoy encantado de que haya logrado tal dominio del material científico a una edad tan temprana y, como supongo desde lejos, también haya alcanzado una posición respetada en su profesión.
Ahora tiene muchos años más por delante; deseo que durante todo este tiempo siga fiel al psicoanálisis y siga contribuyendo a su avance”.
Mariano Ben Plotkin, experto en historia del psicoanálisis, le explica a BBC Mundo que la fotografía revela un grado de intimidad que pocos latinoamericanos alcanzaron con Freud.
“En general, con otros investigadores de la región, Freud entabló un intercambio de bienes simbólicos en un sentido asimétrico. Él les mandaba fotos suyas a latinoamericanos que lo tenían en un altar y ellos le respondían con libros o artículos”.
“Pero con Honorio Delgado se estableció una relación mucho más simétrica, a pesar de que era mucho más joven”, dice el historiador y autor del libro “Estimado doctor Freud: una historia cultural del psicoanálisis en América Latina”.
Tanto es así que Freud no sólo lo nombró en algunas de sus publicaciones sino que también lo describió como su “primer amigo extranjero”.
Los expertos creen que Delgado logró construir esta amistad con el llamado “padre del psicoanálisis”, en parte, gracias a que hablaba en alemán.
Divulgador de sus ideas en la región
Así, durante aproximadamente una década y media (entre 1915 y 1930), se convirtió en su más fiel representante en la región y en un entusiasta defensor de sus ideas. Llegó, incluso, a escribir la primera biografía en español del médico austríaco desde Perú, que luego fue traducida al portugués.
“Freud le hizo algunas correcciones a esa biografía y eso también le interesó porque Delgado se convirtió en una especie de misionero del psicoanálisis en América Latina”, señala Mariano Ben Plotkin.
El médico peruano también mantuvo una estrecha relación con Karl Abraham, a quien Sigmund Freud calificó como uno de “mis mejores alumnos”, convirtiéndose en su primer discípulo.
Los historiadores aseguran que Abraham no solo dio a conocer los trabajos de Delgado sino que también tradujo al alemán algunos de sus estudios.
Por otra parte, a mediados de la década de 1910, Honorio Delgado fundó la Revista de Psiquiatría Y Disciplinas Conexas.
De acuerdo con el libro “Honorio Delgado, un pionero de la psicología en América Latina”, en esta revista Delgado “desplegó una activa labor difusora del psicoanálisis”.
“Se convirtió en la vía de ingreso y difusión de la ya para ese entonces abultada literatura psicoanalítica (…). Delgado se preocupó de modo constante por resumir y recensionar libros y artículos psicoanalíticos publicados en Estados Unidos y Europa para los lectores de esta importante publicación limeña”, señala.
Pero por dificultades económicas, la revista dejó de publicarse en 1924.
Su término decepcionó al propio Freud que veía en esta publicación un modo de difundir su pensamiento en tierras que, según los historiadores, él consideraba “exóticas”.
Divorcio del psicoanálisis
Hacia 1930, Honorio Delgado comenzó a distanciarse cada vez más del psicoanálisis.
En artículos biográficos sobre él, se dice que le fue encontrando sentido a autores alejados de este pensamiento (e inclusos opuestos a él) y más cercanos a la psicología. Entre ellos, los filósofos alemanes William Stern, Max Scheler y Hennann von Keyserling.
“En estos autores debió encontrar respuestas y estímulos para algunos de sus intereses personales que no encontraban eco en el psicoanálisis”, dice el libro “Honorio Delgado, un pionero de la psicología en América Latina”.
En 1933, el médico peruano escribió “Psicología” en donde su alejamiento del pensamiento freudiano queda en evidencia.
“No se puede negar tampoco que el cuerpo de doctrina del psicoanálisis es, en su mayor parte, afirmación no demostrada”, dice.
Estas críticas severas las siguió haciendo desde la labor académica en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos y a través de otras publicaciones, como “La personalidad y el carácter” (1943), donde expuso distintas teorías sobre la personalidad (que tenían poco o nada que ver con la doctrina freudiana).
Durante el resto de su vida, el médico psiquiatra ocupó importantes cargos públicos en su país. Llegó, incluso, a ser ministro de Educación durante el gobierno de José Luis Bustamante y Rivero, en 1948.
Todo lo anterior llevó a que Honorio Delgado fuera reconocido como uno de los primeros psicólogos de “talla internacional” en Perú.
Algunos lo consideran el fundador de este campo en el país latinoamericano gracias a su larga labor docente y a su continua búsqueda intelectual sobre temas que, hasta entonces, estaban prácticamente ocultos.
Delgado murió en Lima el 27 de noviembre de 1962. En su homenaje, se han creado cátedras e instituciones que hasta el día de hoy llevan su nombre.
Y aunque no le fue “fiel” al pensamiento psicoanalítico, como le pidió Freud en una de las cartas que le envió, alcanzó una posición más que respetada en su profesión.
Por Fernanda Paúl
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