Hong Kong le pierde el miedo a Pekín y toma las calles
La mayor ola de desobediencia civil desde Tiananmen se apoderó de la ex colonia, que reclama más libertad
HONG KONG.- Con un despliegue masivo y creciente, decenas de miles de manifestantes a favor de la democracia en Hong Kong mantuvieron ayer en las calles de este centro financiero global su desafío al gobierno de Pekín, al que reclaman mayores libertades políticas.
Lejos de amedrentarse por la brutal represión de anteayer, que con un saldo de 40 heridos y 78 arrestados se convirtió en el episodio de violencia urbana más grave desde que el ex territorio británico fue devuelto a China, en 1997, los manifestantes, en su mayoría jóvenes, extendieron su protesta por toda la ciudad a lo largo del día de ayer.
El movimiento representa una de las mayores amenazas para el liderazgo del Partido Comunista de Pekín desde su sangrienta represión en 1989 en la plaza Tiananmen. Según analistas, una represión demasiado severa podría sacudir la confianza de los inversores en Hong Kong, mientras que no responder con firmeza podría envalentonar a los disidentes en el continente.
Hasta altas horas de anteayer, la policía lanzó numerosas salvas de gases lacrimógenos (87 en nueve puntos diferentes, según precisó) y gas pimienta para dispersar a los manifestantes, lo que dio lugar a escenas de caos en las calles de Hong Kong.
Pero en un aparente gesto de apaciguamiento, el gobierno local retiró ayer a la policía antidisturbios y pidió a cambio a los manifestantes "que liberen las calles ocupadas lo antes posible, para dejar paso a los vehículos de emergencia y restablecer los servicios de transporte público".
Con el paso de las horas, sin embargo, el número de manifestantes no hizo más que aumentar en las calles, y en las últimas horas de la tarde miles de ellos estaban concentrados en el barrio de negocios de Admiralty, cerca de la sede del gobierno.
"No podíamos quedarnos en casa mirando la televisión. Queremos una democracia real, la que nos prometieron cuando pasamos a manos de China", señaló Chuck, un estudiante que pasó todo el día en una calle cercana a la sede del gobierno central y al que aún le quedaban fuerzas para asegurar que se quedaría toda la noche en vela.
"Las acciones dicen mucho más que las palabras y por eso estamos aquí. Nuestros políticos nos fallaron, ¡que dimitan!", gritaba, ya entrada la noche, un universitario con micrófono en mano, que protagonizó uno de los múltiples discursos que se produjeron de manera espontánea en numerosos puntos de la isla.
La protesta fue bautizada "la revolución de los paraguas", en honor al elemento que les permitió a los manifestantes defenderse tanto del sol y de las altas temperaturas como de los gases lacrimógenos de la policía.
Pancartas con lemas como "Por un Hong Kong libre" o "Por la lucha pacífica" decoraban ayer puentes y paseos de la capital, que contrastaban con los carteles que las autoridades comenzaron a colocar para la celebración el 1° de octubre, Día Nacional de China. Precisamente en esa efeméride estaba planificada la campaña impulsada por Occupy Central, un movimiento de desobediencia civil a favor de la democracia en Hong Kong que tuvo que adelantar su iniciativa para apoyar a los estudiantes que ocuparon el corazón de la ciudad, tras una semana de huelga en las aulas.
Todos ellos exigen que Pekín levante sus restricciones al sufragio universal en Hong Kong, un territorio que goza de más libertades políticas que el resto del país, como libertad de expresión y de manifestación.
Esto se debe a que en agosto el gobierno central anunció que la elección del líder del ejecutivo hongkonés en 2017 será por sufragio universal, pero sólo podrán presentarse dos o tres candidatos designados por un comité leal a Pekín. Para los activistas pro democracia, esta condición es inaceptable.
Las protestas, que no tienen un líder único identificable, reúnen un movimiento masivo formado principalmente por estudiantes hábiles con la tecnología, que crecieron con muchas más libertades que las de China continental.
Los manifestantes recibieron ayer el apoyo de Estados Unidos, donde en el sitio oficial de la Casa Blanca se subió un petitorio para que Hong Kong no se transforme en un "segundo Tiananmen". El vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest, además, declaró que "Estados Unidos apoya las aspiraciones de la población de Hong Kong y sigue desde muy cerca el desarrollo de la situación" al tiempo que les reclama "moderación" a las autoridades chinas.
El Ministerio de Exteriores chino llamó a Washington a no "inmiscuirse" en los asuntos de Hong Kong.
Del editor: por qué es importante.
Agencias AFP, AP, DPA, ANSA y EFE
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