Hong Kong: la protesta se radicaliza y lanzan un ultimátum
Los estudiantes dijeron que tomarán edificios públicos si no renuncia el jefe de gobierno; Pekín endurece la censura
HONG KONG.- La "revolución de los paraguas" de Hong Kong eclipsó ayer el Día Nacional de China con protestas multitudinarias que se extendieron por toda la ciudad y que congregaron a su mayor número de participantes desde que comenzó la ocupación en reclamo de más libertades civiles.
El movimiento, además, se radicalizó con un ultimátum de la Federación de Estudiantes, voz de los universitarios en las protestas, que advirtieron que si el jefe del gobierno local, Leung Chung-ying, no renuncia hoy, comenzarán a ocupar sedes gubernamentales.
Mientras los manifestantes mantenían bloqueadas las calles del centro de la isla, en la mayor rebelión contra el régimen desde las protestas de Tiananmen, Pekín endureció la censura y procedió al arresto en varias ciudades de cerca de 20 activistas solidarizados públicamente con las demandas de los isleños.
También interrogaron a otras 60 personas, según denunció Amnistía Internacional. Todo un cuadro de cuarentena informativa y represión selectiva para evitar el contagio democrático a tierra firme, el mayor temor de los dirigentes chinos.
El Diario del Pueblo, órgano oficial del Partido Comunista Chino, exigió que no se permita la continuidad de las protestas que tienen alfombrado de manifestantes el centro administrativo y financiero de Hong Kong, a las que calificó de "ilegales". Y subrayó que, de lo contrario, las consecuencias serán "inimaginables".
Pero nadie se retractó. El líder estudiantil Joshua Wong, de 17 años, junto con otros activistas, dio la espalda a las banderas de China y Hong Kong, cuando eran izadas como es tradición por el Día Nacional de China. Los manifestantes mantuvieron las manos unidas entre ellos en un minuto de silencio y luego reiteraron su ultimátum a las autoridades.
"Como el gobierno ordenó lanzar gases lacrimógenos contra los manifestantes, no hay espacio para el diálogo", dijo Lester Shum, subsecretario de la Federación de Estudiantes de Hong Kong, en referencia a la represión lanzada durante las primeras horas de la protesta, el fin de semana pasado. Allí volaron cartuchos de gas pimienta y gases lacrimógenos, contenidos a duras penas por los famosos paraguas que dieron nombre al levantamiento como "revolución de los paraguas".
Shum reiteró el llamado a la renuncia del jefe de gobierno, la exigencia más inmediata de los manifestantes, y advirtió que el siguiente paso de la protesta será la ocupación de edificios del gobierno, una medida anticipada anteayer y que entraría en vigor en los próximos días.
Los dirigentes de la protesta -liderada por el movimiento Occupy Central y la Federación de Estudiantes- anunciaron desde una improvisada plataforma y en medio de un mar de gente la intención de proceder a las tomas de edificios, precisando que las ocupaciones eludirán hospitales y cuarteles de bomberos.
El objetivo final de las protestas es que se permita elecciones abiertas para la jefatura de gobierno, en vez de tener que optar entre un puñado de candidatos seleccionados por Pekín. Se trata a la vez de un desafío de primer orden al rígido control del Partido Comunista sobre la vida política y, al mismo tiempo, de otro paso hacia la plena democratización de esta ex colonia británica, próspera y relativamente libre, que Londres devolvió en 1997 y que goza desde entonces de más derechos que el resto de las regiones chinas.
Calma
Ayer reinaba la calma entre la multitud, que era incluso más numerosa que en días anteriores debido al feriado del Día Nacional de China, que se desarrolla a lo largo de dos días e incluye la jornada de hoy.
Las protestas se extendieron por numerosos puntos de la ciudad y el perfil de los integrantes se diversificó durante la mañana y la tarde, con adultos, ancianos y chicos. No obstante, la noche recayó en los jóvenes, que seguían aguantando al raso para tratar de presionar los cambios.
La protesta tuvo eco también en Taiwan, que mantiene un pleito particular en materia diplomática con Pekín desde hace más de seis décadas, y donde miles de personas salieron en apoyo de los rebeldes.
Una de las notas del día fue una contramarcha de 200 fervientes partidarios de Pekín, que desafiaron a los manifestantes expresando su amor incondicional a China. "¡Hong Kong es mi casa, no la destrocen! ¡Amen a la madre patria! ¡Devuélvannos nuestras calles!", gritaban algunos de ellos.
El canciller chino, Wang Yi, advirtió de visita en Washington que las protestas son "asuntos internos", y dijo que ningún país "toleraría actos ilegales que violan el orden público". Fue en respuesta al secretario de Estado norteamericano, John Kerry, que expresó su respaldo al "sufragio universal en Hong Kong".
Agencias DPA, AFP, AP, EFE y ANSA
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