Hong Kong desafía a China con una masiva protesta
Más de un millón de personas marcharon contra un proyecto de ley que permitiría la extradición al gigante comunista; temen perder la independencia judicial
HONG KONG.- Hong Kong fue testigo ayer de la mayor manifestación desde que dejó de ser colonia británica, en 1997, cuando más de un millón de personas, según los organizadores, protestaron en contra del plan de permitir las extradiciones a China continental.
Los manifestantes marcharon bajo un calor veraniego abrasador a través de las estrechas calles de la isla principal de este centro financiero global, en una ruidosa y colorida manifestación en la que se pedía al gobierno que diera marcha atrás en sus planes.
La manifestación se produjo después de meses de agitación política y creciente preocupación sobre la disminución de las libertades. De hecho, la semana pasada unas 800.000 personas salieron a las calles en Hong Kong para recordar el 30° aniversario de la matanza de Tiananmen, cuando el Ejército chino aplastó una manifestación pacífica de estudiantes que pedía mayores libertades.
Ayer, la policía, que históricamente da cifras mucho más bajas que las de los organizadores, calculó que el número máximo de asistentes fue de 240.000, lo que sigue siendo su segunda estimación más alta desde el regreso de esa isla al paraguas soberano de China.
La protesta de ayer estuvo fácilmente a la par con la de 2003, cuando se calcula que medio millón de manifestantes obligaron al gobierno a dejar de lado una ley de seguridad nacional profundamente impopular.
"El gobierno no puede ignorar estas cifras", dijo el manifestante Peter Chan, de 21 años.
Una vez concluida la marcha, estallaron algunos incidentes entre un pequeño grupo de manifestantes, que querían permanecer toda la noche frente a la Asamblea local, y la policía, que intentaba desalojarlos recurriendo a sus bastones y gas pimienta.
El proyecto de las autoridades de Hong Kong pro-Pekín dejará a la población a merced de un sistema judicial chino opaco y politizado, argumentan sus detractores.
Las enmiendas, que en principio se votarán en el Legislativo autónomo pasado mañana y podrían convertirse en ley a finales de mes, han tocado como pocas cosas la fibra sensible de la ciudadanía. Alimentaron el temor, palpable ya desde hace años, a que la inexorable conversión de Hong Kong en una ciudad china más se lleve por delante y en breve la preciada independencia judicial y el resto de las garantías y libertades que Pekín prometió mantener durante 50 años tras la devolución británica de la colonia, en 1997.
Inflexibles
No está claro, sin embargo, que los dirigentes vayan a cambiar su postura. La líder de la ciudad, Carrie Lam, cimentó su carrera política sobre una reputación de sacar adelante las leyes.
Ignorar las protestas podría revivir los disturbios de 2014, cuando manifestantes a favor de la democracia ocuparon durante dos meses intersecciones callejeras claves de la ciudad.
Los organizadores advirtieron que "incrementarán" sus acciones si el gobierno no da marcha atrás, lo que enfurecería a Pekín, ya que la ley tiene el apoyo de varios altos dirigentes del Partido Comunista.
En un comunicado, ayer por la noche, el gobierno local describió las protestas como "un ejemplo del ejercicio de la libertad de expresión del pueblo de Hong Kong", sin dar signos de estar dispuesto a hacer cambios. La iniciativa suscitó críticas de juristas, de los círculos financieros y de los diplomáticos occidentales.
Marco Ng cerró su café para sumarse a la marcha. "Nuestra ciudad es más importante que mi comercio. Si no protestamos, el gobierno no tendrá en cuenta nuestras preocupaciones", añadió.
"No se escucha la voz del pueblo", denunció Ivan Wong, un estudiante de 18 años. "Esta ley no solo afectará la reputación de Hong Kong como centro financiero global, sino también a nuestro sistema judicial. Esto tiene consecuencias para mi futuro", subrayó.
Numerosos manifestantes admitieron que no creían más en los compromisos del Ejecutivo de Hong Kong de no enviar al continente a los críticos del poder chino. Según el gobierno de la región semiautónoma, la ley llenaría un vacío legal y es necesaria para permitir la extradición a Taiwán de un hongkonés acusado de asesinato. Para los detractores de la ley, este caso solo es un pretexto para satisfacer a Pekín.
La desconfianza hacia China fue en aumento desde que desaparecieron personalidades críticas con Pekín, entre ellas, un grupo de editores disidentes y un multimillonario, que reaparecieron luego detenidos en el continente.
La protesta de ayer es tan solo uno de los desafíos que tiene por delante el gobierno chino. En medio de la desaceleración de su economía, Pekín está inmerso en una guerra comercial con Estados Unido, que amenaza perpetuarse y alterar el orden mundial.
Agencias AFP, AP y Reuters
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