Homenaje a las víctimas de Holocausto en Auschwitz, con alertas por el brote de antisemitismo
AUSCHWITZ.-Con el objetivo de "eliminar el antisemitismo y el odio", cerca de once mil jóvenes y adultos de 28 países recorrieron a pie los tres kilómetros que separan el campo de concentración, símbolo del horror nazi, con el de Birkenau.
Honraron a las seis millones de víctimas y a los sobrevivientes de aquella masacre y escucharon luego a dirigentes de las organizaciones judías, representantes religiosos y políticos de Israel, Polonia y Estados Unidos, que coincidieron en manifestar su preocupación por los recientes atentados en sinagogas de Estados Unidos, que varios de ellos calificaron de "resurgimiento" de los ataque antisemitas en todo el mundo.
La organización internacional "Marcha por la Vida", organizadora del acto anual de recordación de la Shoá (Holocausto), planeó un acto sin estridencias ni conflictos abiertos, lejos del contrapunto verbal que sostuvieron en la edición del año pasado, el presidente de Israel, Reuven Rivlin, y su par polaco, Andrzej Duda, en torno del rol de Polonia durante la ocupación nazi, período en el que murieron tres millones de judíos polacos en las cámaras de gas.
Luego de aquel acto, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en Jerusalén, reiteró públicamente su postura sobre la "cooperación" de Polonia durante el Holocausto, lo que se tradujo en frialdad diplomática y la ausencia de funcionarios de primer nivel del gobierno de Varsovia en el acto conmemorativo.
En el escenario, ubicado a 500 metros de la entrada a Birkenau, el ex gran rabino de Israel, Meir Lau, él mismo sobreviviente de Auschwitz, calificó de "irracional" al antisemitismo, y propuso "enviar al psicólogo" a los simpatizantes de los perpetradores del genocidio. "Hace 80 años, los polacos nos decían a los judíos que teníamos que ser como ellos, que así nos iban a querer. Pero los judíos alemanes eran como la sociedad alemana, y tampoco los querían", dijo el rabino, quien alertó sobre el antisemitismo actual, porque "no tiene explicación, puede ser un joven de San Diego, California, alguien en Nueva Zelanda, la Argentina o en cualquier lugar", advirtió.
El embajador de Estados Unidos en Israel , David Friedman, dio el discurso "más político", en nombre del gobierno de Donald Trump. "Las atrocidades nazis nunca volverán a este mundo", dijo el embajador, que por decisión de Trump mudó sus oficinas de Tel Aviv a Jerusalén el año pasado. "Israel debe ser defendido de los tiranos regímenes que lo circundan", dijo Friedman, en referencia elíptica a Irán.
El Patriarca Bartolomé I, líder del cristianismo ortodoxo, definió al nazismo como una "máquina perfecta de degradación y exterminio". Abogó por el diálogo interreligioso, "que es siempre fuente de solidaridad", y coincidió en que "no alcanza con recordar a las víctimas, porque la violencia nos sigue mostrando su rostro más desagradable". El titular de la Agencia Judía y ex parlamentario laborista israelí, Itzjak Herzog, pidió tener "tolerancia cero" frente a los ataques contra sinagogas y centros judíos de Europa, Estados Unidos y América latina. Estuvieron, entre otros, la primera ministra de Rumania, Viorica Dancila, el presidente del parlamento griego, Yanis Botaris, y la embajadora argentina en Polonia, Ana María Ramírez.
Antes y después de los discursos, hubo tiempo para la emoción. Con las canciones del cantante israelí Iehuda Poliker, hijo de un sobreviviente de la comunidad judía de Salónica; con la oración de duelo El Malé Rajamim (Dios lleno de misericordia) y el encendido de seis antorchas en memoria de los seis millones de judíos asesinados. Nadie habló durante las palabras de Edward Mosberg, que a sus 93 años se paró en el escenario vestido con el pijama a rayas que usaban los detenidos en Auschwitz. "No pueden decir que no tienen nada que ver (…) me hubiera gustado escuchar que el gobierno polaco condenara todo acto de antisemitismo", dijo Mosberg, que al bajar del acto se fotografió con quien quisiera acercarse a saludarlo, aunque se quedó con las ganas de alguna disculpa de funcionarios del país anfitrión.
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