Hannelore Kraft, la mujer que sueña con desafiar a la canciller
Con su gran popularidad, se consolida como la figura ascendente entre los socialdemócratas
COLONIA, Alemania.- Aquí, en el estado más poblado de Alemania, los socialdemócratas se inspiran en la reciente victoria de François Hollande frente al presidente francés, Nicolas Sarkozy, y esperan que el triunfo que obtuvieron ayer en esta región sea la punta de lanza que empiece a marcar el fin del reinado de siete años de la canciller Angela Merkel.
Con el terremoto político que causaron las elecciones en Francia y Grecia hace apenas una semana aún presente, el estado más importante de Alemania tuvo ayer su propia contienda electoral, encabezada por Hannelore Kraft, la premier de Renania del Norte-Westfalia, cuyas habilidades para la negociación política y cuyo estilo pragmático son muchas veces comparados con los de la propia Merkel.
Kraft sabe que para consolidarse en su endeudado distrito tiene que empezar a sobreponerse a su imagen de gobernante dispendiosa. Si bien Hollande hizo campaña con la promesa de aflojar un poco el bolsillo, incluso muchos votantes alemanes de izquierda apoyan la regla de achicar el déficit.
"Tenemos que consolidar el presupuesto", dijo por ejemplo Kraft en uno de sus últimos actos de campaña, cuando uno de los presentes le preguntó sobre la subvención estatal para el alojamiento de estudiantes.
Es imposible exagerar la importancia que tiene Renania del Norte-Westfalia para la política alemana. Con una población de alrededor de 18 millones de habitantes, es hogar de más de uno de cada cinco alemanes. La propia Merkel no olvida que en 2005 los socialdemócratas sufrieron aquí una derrota resonante, que aceleró la salida de su predecesor Gerhard Schröder y su propio ascenso al poder de Alemania.
El profundo endeudamiento de las ciudades y los pueblos domina la mayor parte de la discusión política, se trate de acortar las horas de apertura de los museos y los centros deportivos, los aumentos de tarifas o el cierre de instituciones públicas.
Los votantes, que ven cómo les recortan los servicios en sus propios hogares, tienen poca paciencia para discutir sobre el rescate de otros países. Las comunidades siguen acumulando deuda, no sólo para sus propios gastos, sino para transferir fondos a la ex Alemania Oriental, más de dos décadas después de la caída del Muro de Berlín.
La popularidad personal de Kraft tal vez sea el mayor capital con que cuenta su partido. Hildegard Ocklenburg, de 59 años, que salió a la calle en Vingst para escucharla hablar, usó las mismas palabras que muchos otros votantes cuando se les pedía que describieran a la líder socialdemócrata: " Volksnah ", que se traduce como "con los pies en la tierra", aunque literalmente significa que "está cerca del pueblo".
En su recorrido de campaña, Kraft, oriunda de Mülheim -zona industrial de Renania-Westfalia junto al valle del Ruhr-, hacía chistes, discutía y se lamentaba junto con los votantes en ese dialecto cerrado de las regiones mineras e industriales del estado.
Se presenta a sí misma como "Hannelore del Ruhr", tal como la describe el semanario Der Spiegel , y sigue viviendo en Mülheim, donde tiene una máquina de pinball en el sótano. Pero su acento campechano desaparece de inmediato cuando se pone a negociar a puertas cerradas con otros políticos.
Kraft tal vez sea más conocida por su panegírico de las víctimas de una estampida en un festival de música en julio de 2010, donde murieron 21 personas, menos de dos semanas antes de que ella se convirtiera en premier del estado. Cuando tomó la palabra en la ceremonia en honor a las víctimas, relató las horas de angustia que pasó esperando noticias de su hijo, que había ido al festival, sin saber si estaba herido o ileso, vivo o muerto.
"Su discurso me puso la piel de gallina -dijo Renate Schnettker, una instructora de ergoterapia de 40 años, mientras paseaba con su hijo-. Después de eso, me quedó en la memoria como alguien cercano y amable."
Aunque no de manera tan pronunciada como en Grecia, el panorama político en Alemania también se está fragmentando, algo que dificulta que los partidos grandes logren gobiernos de coalición estables y que, una vez establecidos, se mantengan unidos. Al parecer ahora los socialdemócratas de Schleswig-Holstein podrían armar gobierno sólo con el apoyo de un minúsculo partido regional.
En el marco de la crisis de la deuda, las elecciones en los diferentes estados de Alemania tienen implicancias nacionales y hasta internacionales, pero la campaña sigue siendo interna. En Vingst, hace pocos días, Kraft estrechó manos, posó para las fotos que sus seguidores sacaban con celular y se agachó para charlar con una chica.
En un encuentro en una iglesia, le preguntaron cuáles eran sus conclusiones. "Una vez más, hoy aprendí muchas cosas", respondió. Pero en vez de zambullirse en uno de los autos que la esperaban para alejarla raudamente del lugar, Kraft decidió quedarse a charlar. Y no cerca de la gente, sino en medio de ella.
Traducción de Jaime Arrambide
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