Hamilton Mourão: "Si Moro hubiera sido parcial al juzgarlo, Lula estaría libre"
El vicepresidente de Bolsonaro defendió el accionar del exjuez del Lava Jato en la condena al exmandatario; mostró su deseo de que la "agenda conservadora" avance en el Mercosur
El vicepresidente brasileño, Hamilton Mourão, no hay quien lo calle. El propio presidente Jair Bolsonaro, un excapitán del Ejército, le pidió varias veces que disminuyera su exposición, pero Mourão, que tiene rango superior de general en la fuerza, insiste en expresar libremente sus opiniones, como hizo al recibir a LA NACION en Brasilia.
En los pasillos del Palacio del Planalto, este militar de 65 años, con sangre indígena y casado con una tenienta de reserva 22 años menor que él, es apodado el Pacificador. A diferencia de otros vicepresidentes, Mourão es una pieza de peso en esta administración. Con su tono pausado, dominio de la palabra –habla portugués, inglés y español–, y una mezcla de diplomacia y pragmatismo, intentó atemperar los polémicos comentarios del presidente, controlar las recurrentes crisis y darle un rumbo más claro al gobierno, que lleva siete meses.
Mourão defendió la actuación del ahora ministro Sergio Moro en el Lava Jato, y dijo que "si hubiera sido parcial al juzgar a Luiz Lula da Silva, en la segunda instancia ya se hubiese revertido la condena" al expresidente, preso desde 2018.
–¿Cuánto afectan al gobierno las polémicas de Jair Bolsonaro?
–Hay que entender que fuimos elegidos en medio de una ola de indignación.
La población brasileña estaba indignada por la situación del país, que se encontraba en una crisis seria, con la política involucrada en la corrupción, con los partidos políticos dejando de representar expresivamente a la sociedad, la situación económica fruto de incompetencia de una gestión y también de la corrupción... Bolsonaro fue elegido en ese contexto. El presidente es una persona sincera, que tiene una visión clara de lo que él considera que es correcto para Brasil. A lo largo de su vida jamás escondió eso. Bolsonaro no tiene una máscara como muchos otros políticos pueden tener. Y nuestro gobierno no fue un gobierno de coalición clásico. El presidente eligió a sus ministros con criterios técnicos, seleccionó a algunos militares de reserva y dio libertad de maniobra al Congreso, que nunca antes tuvo tanta libertad para debatir los temas como vemos ahora. No hay nadie comprando diputados, nadie presionando a los partidos. Tuvieron amplia libertad. Eso puede hasta parecer un enfrentamiento, un conflicto, pero no lo es. Es el estilo de gobernar de Bolsonaro.
Con su experiencia adquirida en una misión de paz en Angola, como agregado militar en la embajada brasileña en Caracas, al frente de una brigada en la Amazonía, como jefe del Comando Militar Sur y con la influencia que le dio presidir el Club Militar, Mourão aplacó luchas internas así como roces con China; ayudó a evitar que Brasil apoye los planes estadounidenses de una intervención militar en Venezuela y a desactivar un conflicto con los países árabes de Medio Oriente por el fanatismo de Bolsonaro con Israel. Y aunque el presidente advirtió sobre los riesgos para la Argentina si Mauricio Macri no resultara reelegido, Mourão señaló que gane quien gane los próximos comicios la relación bilateral seguirá siendo positiva.
Además, en estos días en los que creció el escándalo por el hackeo del celular de Moro -a quien respalda por completo-, su único cuidado es que ningún teléfono extraño ingrese a su oficina, así que, antes de la entrevista con LA NACION, todos los aparatos debieron ser guardados en un cajón fuera de su gabinete.
-Bolsonaro entró en pelea constante con el Congreso, a través de Twitter, llamando a los legisladores de "vieja política". No parecería estar muy interesado en trabajar con el Congreso, sino en deshacerse de él...
-El presidente nunca dio a entender eso. Siempre dejó en claro su compromiso firme con el sistema democrático. Donde el Congreso es maniatado, amordazado, es en Venezuela. Aquí no ocurre eso. En ningún momento dijo de cerrar el Congreso, extinguir los partidos, nunca tocó esos asuntos. Pero el presidente es un político con 30 años de experiencia, conoce los meandros del Congreso, no llegó ahora a la política, entiende el tipo de diálogo que tiene que ser realizado.
-Usted dijo que Moro era "indispensable para el éxito del gobierno". Sin embargo, su figura fue bastante desgastada por la revelación de las supuestas conversaciones que tuvo con los fiscales cuando era juez del Lava Jato, y también porque su mayor iniciativa hasta ahora, el paquete anticrimen y anticorrupción, está estancado en el Congreso. Y el gobierno le dio su apoyo, pero hasta ahora no se dio respuesta al contenido de las conversaciones reveladas por The Intercept, que mostrarían que actuó de manera parcial. ¿Sigue siendo indispensable aun debilitado?
-En Brasil tuvimos varias organizaciones criminales que se apoderaron del Estado, y gracias al trabajo de la fuerza de tarea del Lava Jato y del entonces juez Moro esas personas fueron llevadas a la Justicia. El proceso judicial brasileño es un proceso lento y largo. Por sí solo, Moro no hubiera tenido poderes para llevar adelante las condenas de las personas que ya fueron condenadas; hubo jueces de segunda y de tercera instancia que también hicieron su trabajo. Todo el proceso legal fue debidamente respetado. La divulgación fragmentada de determinados mensajes que habrían sido intercambiados entre él y los fiscales fue un crimen. Es mi visión y la de la mayoría de los brasileños, como apuntan las encuestas. No afectó su imagen. Considero que Moro es una de las principales figuras del gobierno porque es responsable de un área muy sensible que es la de la seguridad pública. Su paquete de medidas anticrimen y anticorrupción avanza poco a poco, así como también la reforma previsional y la tributaria, que ya comenzó a discutirse. El Congreso tiene sus propios tiempos.
-¿Qué opinión le merece la operación contra los supuestos hackers que habrían invadido los celulares de Moro y otras autoridades, incluso del presidente?
-Hay que aguardar. Fueron detenidas cuatro personas, que prestaron declaraciones, y están siendo cruzados los datos. Pero tenemos a más de mil personas, entre ellas, varias autoridades públicas, que habrían sido hackeadas por esos criminales.
-Sin embargo, el contenido de los supuestos mensajes de Moro y los fiscales no fue considerado. ¿Usted cree que fue parcial al juzgar los casos del Lava Jato?
-De ninguna manera. Moro actuó dentro de la legalidad de la Justicia. Se trata de cuestionarlo para beneficiar a Lula. Es una vergüenza para Brasil tener a un expresidente preso por haber desviado recursos públicos para provecho propio y de su familia. Lula fue juzgado y condenado en primera, segunda y tercera instancia. Si Moro hubiese sido parcial al juzgar a Lula, en la segunda instancia ya se hubiera revertido la condena.
-La economía brasileña sigue hoy sin crecer. ¿Qué puede suceder con el gobierno si las perspectivas económicas no mejoran en los próximos meses?
-Brasil va a crecer. Asumimos una economía en uno de los peores momentos. Estamos en el sexto año de una crisis fiscal enorme, con el gobierno en rojo, con falta de inversiones porque no hay confianza en la economía brasileña y, al mismo tiempo, tenemos una cuestión de productividad que es una carga para todos aquellos que quieren invertir y producir. El gobierno optó primero por enfrentar la reforma previsional, para tener una solución fiscal de mediano plazo que dé confianza los inversores, y ya vimos que con la aprobación parcial de la reforma las agencias mejoraron nuestra calificación. Seguiremos con la reforma tributaria, con medidas para aumentar el consumo, la reducción del precio del gas, para tener energía más barata. Son medidas que buscan aumentar la productividad del país. Tal vez lleguemos al final del año con un 1%-1,1% de expansión, y ya para 2020 tendremos mejores condiciones de crecimiento. Nuestro objetivo es llegar a 2022 con cero déficit fiscal y con esas reformas debidamente implementadas.
-Una de las grandes cartas para la victoria de su fórmula fue el compromiso con el combate contra la corrupción. Pero hoy no se ve un interés claro en investigar las denuncias contra uno hijo del presidente, el senador Flavio Bolsonaro. ¿Cómo cree que impacta ese caso en el gobierno?
-Cuando estuvo en Davos, al inicio de esa crisis, el presidente dejó claro que si alguno de sus hijos cometió algún crimen debería ser llevado a la Justicia. Es un proceso que está en manos de la Justicia de Río y es el Ministerio Público del estado el que debe llevar adelante el caso. Si llegado el momento las pruebas son sustanciales, el juez tomará una decisión y Flavio Bolsonaro tendrá que responder, si es que cometió algún error.
-Desde afuera la impresión es que se busca esconder debajo de la alfombra cualquier denuncia que afecte al gobierno...
-No es así. ¿Cuáles son las denuncias? Flavio Bolsonaro no pertenece al gobierno, es del Legislativo. Su problema es el apellido.
-Usted señaló que independientemente de quién gane las elecciones en la Argentina la relación con Brasil mantendrá un vínculo positivo. Pero ¿cuáles son los aspectos específicos en los cuales puede haber cambios si triunfara la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner?
-No puedo decirlo porque hasta ahora no he visto el programa de gobierno de esa fórmula, que está basada en ideas de períodos anteriores, cuando la expresidenta Kirchner y su marido gobernaron la Argentina. Aunque nuestra relación debe ser de Estado a Estado, el anhelo general del pueblo brasileño y en particular de nuestro gobierno es que el liberalismo y la agenda conservadora avancen en nuestros vecinos del Mercosur y en especial en la Argentina. Pero el destino de la Argentina es de los argentinos. Nosotros apenas vemos con expectativa porque, independientemente de quién sea elegido, deberemos tener una relación positiva.
-Con relación a la crisis en Venezuela, ¿los militares brasileños continúan en contacto con los militares venezolanos para intentar hallar una solución?
-No tengo conocimiento de esos contactos, que en todo caso estarían restringidos al Ministerio de Defensa. No me llegó nada. Lo que veo con respecto a la crisis en Venezuela es que mientras los actores externos, Cuba y Rusia, no entiendan la situación que está ocurriendo allí, salgan y dejen que los venezolanos busquen una solución a sus problemas, vamos a demorar algún tiempo para llegar a un desenlace. Ahora, en las conversaciones en Barbados, vemos de nuevo que Nicolás Maduro llega y pide levantar las sanciones para empezar a negociar. Hay un nítido proceso dilatorio, como sucedió antes. En tanto, el país está en una situación cada vez más complicada, con una debacle económica tremenda. Eso preocupa a toda América Latina, porque no queremos que termine en un baño de sangre.
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