Hamas liberará hoy a 13 rehenes: las familias de los secuestrados, entre la larga agonía y la esperanza del reencuentro
Se aguarda la liberación de algunos o todos los al menos 36 niños capturados en Israel y llevados a Gaza el 7 de octubre, pero el anuncio también genera angustia
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JERUSALÉN.- Un niño de 12 años forzado a hacer un video de propaganda de sus captores. Una niña de nueve arrebatada de la casa de su amiguita durante una piyamada, y otro de tres años cuyo último recuerdo de sus padres será haberlos visto morir. Y un bebé -argentino-, que ahora tendrá diez meses, que ya pasó un 10% de su vida en cautiverio.
Son algunos de los más de 30 niños secuestrados de sus hogares y llevados a Gaza durante el ataque de Hamas sobre el sur de Israel el 7 de octubre. Sus rostros aparecen en los carteles de las marchas pidiendo su liberación en Israel y en volantes repartidos en ciudades de todo el mundo. Y su padecimiento ha unido a una nación en guerra y ha obligado al gobierno de Israel a negociar, aunque indirectamente, con Hamas, el grupo que juró destruir.
Aquel día fueron secuestradas a punta de pistola unas 240 personas. Entre ellas había algunos gravemente heridos durante el ataque o que sufren enfermedades crónicas, bebés y abuelos, activistas pacifistas y soldados, ciudadanos de Israel y de otras nacionalidades.
“Cada uno de ellos es una persona, no un número o una estadística”, dijo Eylon Keshet, primo de Kfir Bibas, el niño que ahora tiene diez meses. “Cada uno es parte de nuestra vida y tiene sueños y ambiciones”.
La situación de los niños cautivos en particular ha tenido un impacto emocional inconmensurable en el traumatizado país. Su destino ha puesto el tema de los rehenes en el centro de la agenda nacional, complicando la estrategia bélica de las fuerzas militares de Israel en Gaza y dividiendo al gobierno sobre dos temas en particular: si un acuerdo para asegurar la liberación de al menos 50 cautivos es suficiente, y si la pausa acordada en los combates no implicaría un fin prematuro de la guerra que dejaría intacto a Hamas.
En Gaza están retenidos al menos 36 niños y adolescentes de edades comprendidas entre la infancia y el último año de la escuela secundaria. Ahora, por primera vez desde que comenzó la guerra, se acordó la liberación de decenas de ellos, lo que representa una luz de esperanza para la nación pero que también implica una especie de agonía para las familias desesperadas por saber si sus parientes estarán entre los liberados. Casi un día después de que se anunciara el acuerdo, las familias seguían sin recibir información de las autoridades.
“Me siento como ayer y anteayer, pero un poco peor”, dice Yael Engel Lichi, tía de Ofir Engel, un estudiante de 5° año de la secundaria secuestrado el 7 de octubre en el Kibbutz Be’eri mientras visitaba a su novia. “Estamos al límite”, agregó.
Se espera que algunos niños, pero quizás no todos, se cuenten entre los primeros rehenes liberados en los próximos días en el marco del acuerdo. Los detalles del acuerdo incluyen una breve pausa en los combates y la liberación gradual de al menos 50 rehenes a cambio de 150 prisioneros palestinos retenidos en cárceles israelíes.
Poco se sabe sobre el paradero o el bienestar de esos niños, y Hamas, la fuerza palestina que gobierna Gaza, le ha negado acceso a ellos a la Cruz Roja. Se presume que algunos están retenidos bajo las calles de Gaza, en el laberinto de túneles y búnkeres subterráneas del grupo.
“Una teleraña de túneles”
Yocheved Lifshitz, de 85 años, es una de los cuatro rehenes liberados por Hamas al comienzo del conflicto, y contó que lo llevaron hacia una red de túneles subterráneos bajo Gaza que describió como “una telaraña”.
Hamas dice que no tiene a todos los cautivos, lo que plantea dudas sobre su real posibilidad de liberarlos a todos. La Jihad Islámica, otro grupo armado de Gaza, publicó el video de Yagil Yaakov, de 12 años, que fue capturado junto con su hermano Or, de 16.
La ansiedad de la espera está tensando las emociones. Es probable que el acuerdo afecte a algunas familias: algunos padres que fueron secuestrados con sus hijos podrían quedar cautivos. También podría quebrar la solidaridad que hasta ahora ha unido a las familias de los rehenes y que ha hecho que su campaña de 46 días para recuperarlos sea tan efectiva.
La noticia del acuerdo y la revelación de que no todas las familias -e incluso tal vez no todos los niños- serían liberados de manera inminente genera angustia y ansiedad entre los familiares que quieren ver libres a sus seres queridos, pero que saben que podrían ser los últimos en ser soltados, al menos por el momento.
Antes de que se anunciara el acuerdo, Yoni Asher, de 37 años, cuya esposa Doron, de 34, y sus hijas Raz, de cuatro, y Aviv, de dos, fueron secuestradas en Nir Oz, dijo que tenía esperanza de que regresaran todos los rehenes. “Pero tengo que preocuparme por mi familia”, agregó en referencia a su temor de que sus hijos no sobrevivan en manos de grupos como Hamas y la Jihad Islámica, a los que Estados Unidos, la Unión Europea e Israel consideran organizaciones terroristas.
Alrededor de las diez de la mañana del 7 de octubre, Asher perdió el contacto con su familia, que estaba pasando el fin de semana en la casa de su suegra. Su esposa le envió una fotografía de Raz y Aviv sentados felices en pequeñas sillas de plástico en la habitación segura de la casa de su abuela, para protegerse de la lluvia de cohetes. En la foto, Raz llevaba un vestido color malva con estampado de flores. De remera, Aviv sostenía un peluche.
A primera hora de la tarde de aquel día fatídico, Asher logró rastrear el teléfono móvil de su esposa hasta Khan Younis, en el sur de Gaza. Luego apareció en las redes un video de nueve segundos que mostraba a su esposa acunando a Aviv y a Raz con su vestido malva, apiñados en un abarrotado tractor que se dirigía a Gaza y rodeado de hombres armados que cantaban “¡Allah es grande!”.
“Espero que estén juntos, que estén vivos y que pueda recuperarlos”, dijo Asher sobre su familia. “¿Quién puede tomar de rehenes a unos nenes tan chiquitos?”.
Thomas Hand, padre irlandés-israelí de Emily Hand, de nueve años, que fue secuestrada durante una piyamada en la casa de una amiga en el kibutz Be’eri, dijo que la perspectiva de que su hija estuviera entre las primeras en ser liberadas lo hacía sentir “un poco egoísta”.
Esta semana, durante una conferencia de prensa en la embajada de Israel en Londres, Hand dijo: “Voy a mover todos los hilos que pueda por mi propia hija, y espero que eso ayude también al resto”.
División entre las familias
Los dilemas que entraña la cuestión de los rehenes ya han generado divisiones. La presión de la opinión pública forzó a los dirigentes políticos y militares a declarar que la liberación de los rehenes era de máxima prioridad, junto con el objetivo original de la guerra de erradicar a Hamas de Gaza.
Algunos familiares han evitado a los medios de comunicación. Otros han viajado al extranjero y han hablado incansablemente con el periodismo de todo el mundo para concientizar sobre la situación de los niños-rehenes. Y ninguno de ellos es un diplomático experimentado, ni un gestor de crisis, ni un estratega militar.
Avichai Brodutch, agricultor y estudiante de enfermería de 42 años, estaba defendiendo su comunidad de Kfar Aza cuando su esposa, Hagar Brodutch, de 40 años, y sus tres hijos pequeños, Ofri, de diez años, Yuval, de ocho, y Uriah, de cuatro, fueron secuestrados por hombres armados en su casa.
Avigail Idan, de tres años, la beba de unos vecinos que acababa de ver cómo mataban a sus padres, fue acogida por la familia Brodutch, y a continuación fue secuestrada junto con ellos.
Una semana después, Brodutch inició una vigilia en solitario frente a la sede militar y gubernamental en Tel Aviv. Dice que en ese momento sentía que el país estaba más centrado en vengarse de Hamas que en liberar a los rehenes. Hizo su protesta con el perro de la familia y un cartel improvisado que decía: “Mi familia está en Gaza”. Pronto se le unieron cientos de seguidores.
Para muchos israelíes, una de las imágenes más llamativas de la crisis de los rehenes fue la de la argentina Shiri Bibas acorralada por hombres armados y arrastrada a Gaza con sus dos hijos pelirrojos, Ariel, de cuatro años, y el bebé Kfir, que en ese momento tenía apenas nueve meses. Yarden Bibas, marido de Shiri y padre de los niños, también fue secuestrado y llevado mientras sangraba profusamente después de que un agresor le golpeara la cabeza con un martillo, según el relato de sus familiares.
Keshet, primo de Bibas, dice que al pequeño Ariel le encanta ser el centro de atención y jugar con tractores y autitos de juguete, y Kfir “era un bebé tranquilo”, que todavía tomaba mamadera y apenas había empezado a comer alimentos sólidos.
El miércoles, Keshet seguía esperando noticias para saber si los hijos de Bibas y sus padres serían liberados. “Quiero recuperar a mi familia. Quiero que vuelvan todas las familias”, dice Keshet. “No somos unos contra otros”, dijo sobre las familias de los otros rehenes. “Compartimos la experiencia y el dolor. Todos estamos luchando por todos”.
Por Isabel Kershner
Traducción de Jaime Arrambide
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