Haití: inestabilidad crónica, golpes de Estado y violencia política en el país más pobre del continente
El país caribeño, que ha estado gobernado por varias dictaduras, también está expuesto a catástrofes naturales; crisis sanitaria por la falta de vacunas contra el coronavirus
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PUERTO PRÍNCIPE.- La crisis en Haití tocó fondo este miércoles cuando el presidente Jovenel Moïse fue asesinado a tiros en su residencia privada, en medio de una ola de violencia política que estaba en alza en el país caribeño, históricamente dañado por golpes de Estado y presidencias interrumpidas.
Haití es, además, la nación más pobre de América Latina y el Caribe, atraviesa una inestabilidad crónica y está fuertemente expuesta a catástrofes naturales. Junto a República Dominicana, ocupa un tercio de la isla La Española, ubicada entre Cuba y Puerto Rico, y su poblaciónes de unos 11,4 millones de habitantes, según datos del Banco Mundial.
Bajo dominio español hasta 1697, y luego francés, Haití se convirtió en la primera república negra independiente en 1804, tras una revolución del sector de la esclavitud impulsada por Toussaint Louverture. La independencia, sin embargo, devino en una sucesión de dictaduras intercaladas con periodos democráticos aislados y ocupaciones extranjeras.
Durante casi 30 años, entre 1957 a 1986, el expresidente François Duvalier (conocido como “Papa Doc”) y luego su hijo Jean-Claude (“Baby Doc”) sometieron a la población a un control total bajo el mando del escuadrón de la muerte, el “tonton macoute”, un grupo paramilitar que respondía a las autoridades.
La dictadura familiar llegó a su fin luego de una revuelta popular, que llevó a “Baby Doc” a exiliarse en Francia por 25 años, para luego volver a Haití, donde murió en 2014.
Golpes de Estado
Cuatro años después de aquella crisis, y tras una sucesión de presidentes interinos, el sacerdote socialdemócrata Jean-Bertrand Aristide fue elegido en las primeras elecciones libres. Sin embargo, al año, en 1991, fue derrocado por un golpe de Estado y debió huir del país, al igual que el exdictador. Volvió a asumir la presidencia entre 1993 y 1996, por períodos interrumpidos, hasta que uno de sus correligionarios, René Préval, logró conducir la nación caribeña por cinco años consecutivos, entre 1996 y 2001.
Préval allanó el camino para el regreso del sacerdote Jean-Bertrand Aristide, que, en un nuevo intento fallido, volvió a asumir la jefatura de Estado en 2001, pero debió abdicar en 2004 bajo la presión estadounidense, francesa y canadiense, combinada por una insurrección armada y una revuelta popular.
Aún así, el partido socialdemócrata encarnado por Aristide y Préval, Familia Lavalas, volvió a la conducción de Haití en 2006, una vez más, de la mano de este último líder. Préval se mantuvo en el poder por otros cinco años, hasta 2011.
Moïse asumió la presidencia en 2017 por el partido liberal de centroderecha Tèt Kale, y fue rápidamente rechazado por la población haitiana, que ha repudiado, desde entonces, el aumento de los precios y la escasez del combustible, entre las principales críticas a la gestión del mandatario asesinado.
Un año de gobierno por decreto
En medio de una fuerte crisis política, el Parlamento de Haití dejó de funcionar a principios de 2020 y, desde entonces, Moïse gobierna por decreto. Las sesiones legislativas llegaron a su fin luego de que, en noviembre de 2019, los legisladores no lograran acordar una fórmula para la organización de los comicios de la propia cámara, así como de las elecciones municipales que debían realizarse en ese mes.
“Al nivel del Poder Ejecutivo, nosotros no tenemos ningún deseo de no organizar las elecciones en el país pero nos encontramos en una situación de hecho”, afirmó, en aquel entonces, Moïse, que comenzó a gobernar sin supervisión de poder y cargando una acusación por malversación de fondos, que pesa sobre él desde 2019.
Aunque la Justicia decretó que su mandato terminaba el 7 de febrero de 2021, el líder de Tèt Kale siguió en el poder, hasta ser asesinado esta madrugada en su domicilio, dos días después de que nombrara a un nuevo primer ministro, Ariel Henry, para organizar las elecciones.
Pobreza, falta de vacunas y desastres naturales
Haití es el país más pobre de América Latina y el Caribe y uno de los más pobres del mundo, según el Banco Mundial. El 60% de su población por debajo del umbral de la pobreza, y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) lo sitúa en el puesto 170 de 189 por su índice de desarrollo humano.
El pbi del país caribeño se contrajo alrededor de 3,8% en 2020, ya que la pandemia por coronavirus agravó la economía y la inestabilidad política. Es, además, uno de los pocos países que aún no ha iniciado su campaña de vacunación contra el Covid-19. Incluso, la mayoría de la población no tiene acceso a la atención sanitaria básica y más de 10.000 haitianos han muerto de cólera, enfermedad que llegó al país en 2010, de la mano de las fuerzas de paz nepalíes.
Otro problema que atraviesa al país que hasta hoy gobernaba Moïse son las catástrofes naturales, a las cuales está expuesta el 96% de su población. En efecto, el 12 de enero de 2010, por lo menos 200.000 personas murieron, más de 300.000 y 1,5 millones quedaron sin hogar tras un terremoto de magnitud 7 en la escala de Richter que devastó la capital, Puerto Príncipe, y localidades aledañas.
Gran parte de los miles de millones de ayuda internacional prometida nunca llegó, y los esfuerzos del país por recuperarse se vieron frenados por la inestabilidad política. El proceso de recuperación fue sacudido en 2016, cuando un nuevo desastre natural, el huracán Matthew, provocó más de 500 muertos y daños por 2000 millones de dólares.
Agencia AFP
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